VENGANZA [MaiTake] [En Emisión]

08 - Carta para Mikey

Jueves 15 de marzo de 2018

Hola, Mikey.

Te doy la bienvenida a la fase dos.

Sé que has de estar odiándome en estos momentos, pero veamos si me sigues odiando después de contarte mi historia.

Aunque es más nuestra historia.

Presta atención.

Te encantará.

En julio del año 2005 empecé a sufrir de ciertos episodios. En un parpadeo pasaba de estar en un lugar y tiempo determinado a encontrarme frente a Naoto en un apretón de manos.

Pero después que esos extraños episodios se detuvieron, mi novia Hina me terminó.

Fue muy difícil para mí que la chica que amaba rompiera conmigo sin darme mayores explicaciones, que sólo dijera que había dejado de amarme. Realmente no lo entendía, me sentía perdido. Pero afortunadamente tuve el apoyo de Mikey en esos momentos, prácticamente fue mi paño de lágrimas.

(...)

Un juego al que llamé: Venganza

La venganza de Takemichi.

Y así termina... ¿Sigues odiándome? ¡Ja!

En efecto, Mikey, quien está detrás de toda esta mierda, soy yo: Takemichi.

No el que saltaba en el tiempo.

No el que es tu héroe.

No el que apodaste Takemitchy.

No el que te hizo reaccionar en el Halloween Sangriento.

No el que peleó en el Incidente de Kanto.

NO.

Soy el Takemichi que quedaba cuando Takemichi regresaba al futuro.

Soy el Takemichi que desaparecía cuando Takemichi saltaba al pasado.

Soy el Takemichi que conquistaste para llenar el vacío que dejó Takemichi.

Soy el Takemichi que fue tu consuelo mientras esperabas ansioso la llegada del 16 de marzo del 2018... para terminar los preparativos del matrimonio.

Ese soy yo.

¿Sabes, Mikey? Cuando mi yo del futuro tomaba mi conciencia creía que estaba sufriendo de algún trastorno de doble personalidad o alguna mierda de esas. Fue complicado al principio, pero como estaba haciendo muchos amigos, y mi vida estaba teniendo cambios positivos, traté la manera de no prestarle atención y de adaptarme a lo que sucediera.

Sin embargo, desde el 16 de marzo de 2006, después que descubrí la cicatriz de una bala en mi pie, las cosas cambiaron. Ni siquiera la cicatriz que atravesaba mi mano me asustó tanto como esa. No podía evitar pensar que si mi otra personalidad volvía a aparecer, correría peligros más serios, y quien sabe, incluso podría morir.