Estuve aterrado cuando escuché la noticia.
Los doctores dijeron que mi visión sólo empeorará con el tiempo y que la ceguera era totalmente inevitable.
Al principio, los objetos se veían borrosos, como si estuvieran desenfocados. Fue desesperante.
Luego vinieron las manchas oscuras y luminosas.
Y finalmente llegó la mañana en que al despertarme todo había desaparecido, ya no podía ver nada, estaba ciego.
Aun así tenía suerte. Tengo un esposo que me ayuda en todo y a nuestro pequeño de 1 año. Siempre fue muy comprensivo con todo esto. Me sentía muy torpe los primeros meses. Rompía muchos vasos y platos. Por culpa de los golpes en las esquinas tenía los dedos de los pies destrozados. Pero Minho siempre me apoyó en ésto que sería mi nuevo estilo de vida.
Usaba su tiempo libre para hacerme compañía.
Se encargaba de alimentarme, vestirme, bañarme y hacerme sentir amado en cuerpo y alma en mi nueva normalidad. Estaba feliz de saber que, a pesar de mi dificultad, viviría una vida feliz.Después de 6 meses, algo extraño ocurrió.
Me desperté, y en lugar de no ver nada, pude ver pequeñas manchas de luz y oscuridad de nuevo.
Grité emocionado, hacía muchísimo tiempo que había dejado de ver cualquier cosa. Traté de conservar la calma y no exagerar con mi optimismo sobre recuperar mi visión, no quería darme falsas esperanzas.
Así que decidí darme tiempo para ver cómo las cosas progresaban. En los siguientes días, las manchas comenzaron a ser colores. Si seguía así, ¡Recuperaría mi visión!.
Mantendría la sorpresa hasta poder ver con algo de claridad y así darle las buenas noticias a Minho. Seguro que se alegraría por mí.Después de una semana sin vernos mucho, desperté un sábado y mi visión estaba casi del todo perfecta. Esperé pacientemente a que mi esposo regresara de la guardería con nuestro hijo.
— Cariño, ya estoy en casa. — Escuché a Minho decir.
Corrí hacia él para abrazarlo pero me quedé inmóvil.
El hombre junto a la puerta no era mi esposo, era más alto, con un lunar debajo del ojo y tenía un tono similar a la voz de él pero era un completo extraño. La sangre de mis venas empezó a enfriarse y sentí un nudo en mi garganta.
— No, no te levantes Jisung. Déjame ayudarte, cariño. —
El extraño se acercó a mí y me ayudó a sentarme con un beso.
—No te preocupes, he dejado al pequeño Seung en la cuna listo para dormir. —
Con horror vi como usaba su teléfono y a pasos silenciosos, lo colocaba en un lugar cerca a la puerta para luego iniciar el audio de un bebé llorando. Intenté caminar despacio hacia allí, pero él me bloqueó el camino.
—Sunggie, no intentes moverte, aún te estás adaptando, amor. Siéntate, haré algo para cenar. —
Me llevó a la cocina con extrema delicadeza, donde tuve que morderme la lengua para no gritar.
Dentro de los envases de plástico transparentes, los restos de Minho y mi pequeño hijo cubrían la encimera.Mientras aquel extraño con cuchillo en mano formaba una sonrisa en su rostro y mencionaba con una escalofriante alegría:
—Cariño. ¡Esta noche tendremos filete!