Todo parece derrumbarse a nuestro alrededor, pero tú eres la única luz que me mantiene en la línea.
Yo te doy todas mis estrellas como ofrenda mi querida reina.
Tu eres quien domina mi universo y cielo.
A quien le pertenecen todas mis estrellas...
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Dolor.
Eso fue lo primero que sentí por la mañana, al despertar cuando sonó mi alarma. El entrenamiento de ayer si que me había dejado hecha trizas.
Me levanté con lentitud de la cama tratando de ignorar el dolor que me causaban mis músculos al estirarse y me senté en el borde del colchón mirando fijamente a mis pantuflas.
Los primeros rayos de sol se asomaban entre las cortinas de las ventanas de mí habitación iluminando poco a poco la oscuridad que había a mí alrededor. Me adentré en el vacío de mis pensamientos, realmente me quedé en blanco. Perdí un par de minutos en hacer lo que parecía solo ver fijamente a las pantuflas cuando realmente estaba nadando en una de mis tantas lagunas mentales; suspire al salir de mi mente y metí mis pies en el interior de esas acolchonadas zapatillas, miré la hora en el reloj encima de la mesa de noche, me levanté de la cama y caminé hacía el baño para comenzar a prepararme.
Tal vez, solo tal vez, tenía demasiados nervios por lo que tardé mucho más tiempo de lo normal en arreglarme y vestirme, tratando de mirar mí reflejo y quedar satisfecha con lo que veía, pues, por primera vez me encontraba usando algo que no eran esos extravagantes y pesados vestidos súper elegantes. En cambio, me puse un jean negro de tiro alto y una playera blanca la cual me faje, con la idea de estar lo más cómoda posible.
Y no es que ya no me gusten los vestidos a los que me tuve que acostumbrar, de hecho aunque al principio me parecían muy incómodos, después de un tiempo los terminé amando y lo sigo haciendo, pero creo que no entra con la moda de hoy en día.
Conforme a el peinado, debido a que mi cabello es realmente largo y me llega un poco más abajo de la cadera, opté por recoger mí cabello en una coleta alta dejando solo mí fleco con un par de mechones sueltos.
Me rice y me puse un poco de rimel en las pestañas, finalmente me coloqué un poco de labial rojo en los labios para terminar lo que sería mí maquillaje.
La parte más difícil de terminar de vestirme fue elegir los zapatos.
En mí estancia en Canadá me acostumbré a llevar siempre tacones, por regla debía de llevarlos siempre que me pusiera vestidos y eso era una cosa de diario. Por lo que mis pies se acostumbraron a usar solo tacones y rara vez tenis, ni hablar de los zapatos de piso eran una tortura de incomodidad a mis pies a la hora de caminar.
Incluso para entrenar traté de quitar la costumbre de usar solo zapatos de tacón, por lo que empecé a usar tenis más seguido pero ni aún así logré que en tres meses mis pies dejarán de sentirse raros.
Sin más remedio tomé del armario unos tenis de plataforma de 5 cm. Que son los tenis que más cómodos me parecen, lo único malo que le veo a este asunto es que aún si me parecen cómodos, lo más importante es que no me valla a torcer un tobillo a medio examen práctico y conociendo la torpeza que algunas veces puedo tener, no dudo que pise mal o me caiga en el momento menos esperado. . . .
