Luego de 6 meses de trámites y contratos al fin pude gozar de mi éxito junto con un acontecimiento importante: mi cumpleaños.
Mi habitación se encuentra ordenada y limpia, como acostumbro a conservarla. El sol cubre el interior de mi dormitorio. La sensación de frío combinado con el calor de mis cobertores es gratificante. El día de hoy cumplo 27 años y la mejor parte es que no tengo jornada laboral, Graciela me ha dejado descansar. Como dije, la mejor jefa.
Aún somnolienta, tomo mi celular de mi mesita de noche y reviso mis mensajes. La mayoría de mis familiares me ha mandado un mensaje felicitándome. Mi muro de perfil se saturó de congratulaciones, y mis hermanas me han enviado un mensaje de voz cantándome las mañanitas. Adela y Amabilia, son las mujeres a las que más quiero después de la muerte mi madre. Amabilia es un año mayor que yo, mientras que Adela es uno menor que yo. Las dos residen en Guadalajara junto con mi demás familia, sin embargo, vendrán a visitarme. Calculo que en unas dos horas será su aterrizaje.
Me meto en la ducha y me arreglo un poco para ir a recibirlas. La indumentaria holgada es mi preferida, entonces me meto dentro de unos pants grises con y una sudadera rosada con el nombre de Pull & Bear como estampa.
Just One Yesterday del disco de Fall Out Boy suena en las bocinas del estéreo de mi Ford mientras manejo. El camino al aeropuerto resulta agotador y desesperante. La luz del amanecer es hermosa y el calor que produce el carro es cómodo, sin embargo, el tráfico me envuelve en una bruma exasperante. No soporto el tráfico de esta ciudad, es estresante y demora mucho tiempo.
El aeropuerto del norte es realmente monumental. Falta media hora para que aterrice el avión, entonces decido desayunar una hamburguesa en Burger King (cabe destacar que no he comido).
A las 9:00 am en punto. Mis hermanas atraviesan las puertas de cristal que nos dividen. Corro hacia ellas con mucho entusiasmo y las enfundo en un gran abrazo.
-No saben cuánta falta me han hecho durante este año. Las extrañe demasiado- les susurro al oído y las aprieto con más fuerza entre mis brazos.
-Tú también nos has hecho mucha falta. Pero, no hay de que lamentarse, ahora estamos aquí festejando tu vigésimo séptimo cumpleaños- me reprime Ama.
-Te quiero hermana- Adela me abraza con fuerza. Después nos alejamos y comenzamos a platicar acerca de los acontecimientos recientes. También empezamos a compartir recuerdos de nuestra infancia y adolescencia. Cuando éramos pequeñas nos peleábamos todo el tiempo, pero conforme pasaba el tiempo y crecíamos, nos hacíamos más cercanas. En la adolescencia nos contábamos todo y pasábamos momentos increíbles; hacíamos pijamadas con karaoke y juegos, salíamos a pasear en bicicleta, hacíamos ejercicio juntas y cocinábamos nuestras recetas favoritas con mamátodos los viernes para saborearlas en la noche viendo películas. Hermosos momentos.
¿Cómo ha estado mamá? ¿Sigue con dolor de espalda?- hace unos días mi mamá se cayó de un banco pequeño mientras subía unas cobijas al armario y se lastimó la espalda.
-Más o menos- me dice Adela con un dejo de tristeza- ya le he dicho a mi mamá que contratemos a una mujer del aseo pero hace caso omiso.
-Dime que sigue tomando sus pastillas para la hipertensión- le ruego.
-Si, aunque es muy necia- Adela levanta las manos en tono de súplica- dice que no las necesita.
-Ay mi madre- me rió -¿y cómo les va en su nuevo trabajo?- pregunto con seriedad, digamos que el trabajo de Adela y Ama no es muy bueno. Su ocupación consiste en pasar todo el día en una oficina de recepción de un hotel importante atendiendo gente.
-Bien. El café es delicioso. La paga no es afable, pero es suficiente para nuestros gastos básicos- responde Adela con algo de incomodidad.
-La situación está dura- dice con tristeza Ama.
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El monte en la oscuridad
Paranormal¿Qué hago? ¿Me quedo? ¿Me voy? Ninguna de las opciones es buena, ellos sabrán de mí existencia. No puedo escapar. Pero, ¿cuál es el comienzo de esta pesadilla?