Raziel y el tigre

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Kyungsoo llegó debidamente listo para sus clases. Tarde, pero llegaba. Se había quedado dormido sin oír alarma alguna y, asumiendo que el celular se le había caído o un pequeño duende -como diría su abuela- lo había escondido, había dejado de buscarlo por la prisa.

-¿Do?

Un hombre que le sacaba media cabeza y quizá un poco más lo llamaba desde la entrada del colegio mientras un par de niños se escabullía para no ser detenidos por tardanza. Tema que al profesor Oh no le importaba en ese momento pues estaba más atento a su nuevo compañero, ese que le parecía tan misterioso y llevaba un récord de ausencia de dos días seguidos. Estaba seguro, Kyungsoo escondía algo. Nadie se quedaba más de unas semanas en ese pueblo a menos que estuviese huyendo de algo. Como él, que se escondía de una banda de usureros.

Por su parte, sin creer en las palabras de su colega sobre sus dos días de falta, Kyungsoo sonrió cansado del soso humor de este y se dirigió a su salón de clases un poco menos ansioso que antes. O así fue hasta que notó algunas miradas interrogantes sobre su persona y al director al final del pasillo, despidiéndose de la profesora de matemática y notándolo. Decepción, tensión, preocupación y curiosidad pasaron por el rostro del hombre de escaso cabello y maneras muy amables y pacientes para tratarse del que también ocupaba el puesto de subdirector de secundaria.

-¡Profesor Do! -El aludido saltó sobre su asiento luego de oír la resumida explicación del docente- ¡Debe ir a la posta como mínimo! No puede tener esas lagunas tan grandes. El que haya hecho el esfuerzo de venir ya es peligroso.

-Pero no me siento mal, señor. A cualquiera le puede pasar y más si es tan dependiente del celular como yo, ya sabe cómo somos las personas de ciudad.

El mayor negó ferozmente y Kyungsoo se sintió un alumno más. Si le decía que todo había sido a causa de una caída en el tratamiento de su esquizofrenia seguro lo despedía. Fuera de bromas, él también lo hubiese hecho. Sus manos temblaban cada que veía a los niños en el patio de juegos del jardín de infantes. Una parte de él tenía miedo de dañar a alguien más y otra le aseguraba que lo ocurrido en la capilla había sido un accidente aislado, que dejase de pensar en ello.

-Tome lo que queda de esta semana para recuperarse y si le es posible vaya al hospital. Está a dos horas en auto. ¿Tiene alguien que lo pueda llevar?

Kyungsoo se limitó a asentir y retirarse agradeciendo la preocupación de su superior, entendiendo que había tenido mucha suerte durante los últimos cinco años al no presentar recaída alguna con el tratamiento. ¿El director recordaría su diagnóstico o si quiera su expediente médico? ¿Había visto aquello o solo se había conformado con sus antecedentes penales?

-¡Maestro, hay una pelea en el 4 "B"!

Una niña de tez pálida acababa de alcanzarlo en medio de las escaleras. Estaba agitada y sus ojos denotaban desesperación. Su hermano menor estaba siendo maltratado por una de sus compañeras. No explicó cómo habían llegado a los golpes e insultos, únicamente mencionó que su hermano había ido a verla para entregarle un cuaderno que había terminado en su mochila por error.

Profesor y estudiante avanzaron rápidamente hasta el aula indicada. Vítores, golpes en las mesas y quejidos se oían dentro hasta que él puso un pie adentro. Entonces lo único que quedo fueron los insultos de la agresora y las súplicas y reclamos de la otra parte, que dudaba entre defenderse o seguir escudándose tras el cuaderno de su hermana.

El mayor no tardó en ubicar la regla de madera a unos metros, sobre el escritorio del auxiliar, quien en ese momento no se hallaba en su puesto y la azotó contra una de las mesas que habían sido arrimadas para dar espacio a la lid.

🅵🅴🆁🅰🅻   chansooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora