La investigación que se puede hacer hoy día sobre los microrganismos y los alcances que tienen los microscopios de últimas generaciones, arrojan resultados increíbles y fascinantes. Desde saber que existe algo más pequeño que el átomo, o, comprender la biota y microbiota que habita en nuestro interior. Sin embargo, desde la antigüedad, uno d ellos temas más recurrentes y sobre los que se discutía era sobre el “alma”. ¿De qué estaba compuesta? ¿Se podía pesar? ¿Se podía trabajar con la alquimia? ¿Se podría trasladar a un objeto inanimado? Entre muchas otras preguntas… Sin embargo, cuando los griegos se encuentran con Oriente, en el periodo del helenismo, uno de los mayores aprendizajes que se llevaron los filósofos fue la comprensión del “atmán”.
La significación de la palabra sánscrita “atmán” hace referencia al “alma del universo”. En la literatura védica, las Upanisads son compendios de costumbres, ceremonias y ritos religiosos, que permiten comprender el sentido y significación que tiene la espiritualidad y que buscan la unidad ontológica-mística. Una de las nociones y símbolos de mayor importancia es la del bráhman, quien es “«el-ser-en-sí». Un ser-en-sí más allá de la dualidad del ser y del no ser, es decir, la realidad verdadera de la realidad empírica”. (AAVV, 2003. 22) Cabe resaltar que el brahmán no es una especie de maestro erudito en las doctrinas védicas, sino “el modelo del «verdadero iluminado», del hombre perfecto y totalmente liberado”. (AAVV, 2003. 28) Una de sus principales enseñanzas en palabras y acciones son las referentes a la ascesis (ejercitación corporal e interna -alma, espíritu-) y a la ataraxia (imperturbabilidad del espíritu) que llevan a cabo en la cotidianeidad y permiten alcanzar la felicidad, que consiste en “el cuidado personal del cuerpo plenamente identificado con la individualidad. Virócana queda el todo satisfecho con esta doctrina y regresa entre los suyos para manifestarles la buena nueva: «Uno debe complacerse a sí mismo (ātmán). Uno debe cuidar de sí mismo. Complaciéndose a sí mismo y cuidando de uno mismo, el de acá y el del más allá» (AAVV, 2003. 47-48).
Es importante mencionar que de acuerdo con los textos sagrados de los hindúes “todo el espectáculo del mundo se le ofrece al ātmán a través de la instrumentalidad de los sentidos, ya que el ātmán es aquel que sabe que ve, que huele, que oye: La persona (púruṣa) es la que ve cuando el ojo se dirige al espacio. El ojo es para ver. El ātmán es aquel que es consciente de que va a oler. El olfato es para oler. El ātmán es aquel que es consciente de que va a hablar. El habla es para hablar. El ātmán es aquel que es consciente de que va a oír. El oído es para oír”. (AAVV, 2003. 48) Dicho con otras palabras, es aquella conciencia y lo que está omnipresente, que se puede materializar o aproximarnos a su ser en la experiencia que tiene cada uno de nosotros consigo mismos y con los demás, en tanto que es persona (púruṣa), que es considerada “como un lugar de encuentro entre el macrocosmos y el microcosmos”. (AAVV, 2003. 53)
De esta forma, “el ātmán se aposenta en tres moradas. Según Ṣamkara las tres moradas del ātmán son respectivamente el ojo derecho, la mente y el espacio en el interior del corazón. Los tres estados son, respectivamente, el estado de vigilia, el estado del durmiente que sueña y el del sueño profundo [… algunas de las necesidades del ātmán son] Una es este mundo y otra el más allá. Hay, sin embargo, un tercer lugar, un lugar en donde confluyen los dos mundos anteriores. Éste lugar de confluencia es el mundo de los sueños”. (AAVV, 2003. 69)
Pero volvamos a la significación del ātmán, ya que éste está “más allá de las sílabas, más allá de todo predicado”, (AAVV, 2003. 73) es decir, es una noción inconmensurable que está lejos de la conceptualización y entendimiento racional, en tanto que su significación apela a lo que está más allá de lo racional. El ātmán es aquella esencia que está en todas partes, por eso se conoce como el alma del universo. Tiene que ver con aquello que nos trasciende y que está más allá de nuestra realidad, lo que da un sentido al sin sentido de las cosas y que a pesar de ser imperceptible está presente. Es aquello que es inefable, que no se puede reducir a una explicación racional o a una sensación, pues está más allá de ellos, ya que
Se mueve y no se mueve.
Está cerca y está lejos.
Está dentro de todo esto
y está fuera de todo esto
Aquel que ve a todos los seres queridos en su propio ātmán
y a su propio ātmán en todos los seres,
no querrá jamás separarse de él (AAVV, 2003. 82)Esta caracterización es lo más preciado para los vedas y para el púruṣa (persona), pues representa aquello que conecta y da sentido a cada una de las cosas. Las Upanishads lo retratan de la siguiente forma cuando el sabio le dice a su discípulo que el ātmán
No se puede conocer este ātmán ni mediante la instrucción,
ni mediante el entendimiento ni mediante la enseñanza oral.
Solo puede conocerlo aquel a quien él mismo escoge.
A él el ātmán le revela su propio cuerpo (AAVV, 2003. 100)Ahora bien, esta forma de comprender al ātmán permitió que los griegos conocieran otra forma de comprender a las personas, en donde no es posible comparar o equiparar a la psique con el ātmán, peor que nos permite comprender que desde las tradiciones orientales existe algo que hermana y une a toda especie humana, a saber, el ātmán, que no se puede ver desde un microscopio pero que es algo que muchas religiones y personas suponen que tienen y cultivan en su interior.
BIBLIOGRAFIA
- AAVV, (2003). La sabiduría del bosque. Antología de las principales Upanishads. Edición y traducción de Félix G. Ilárraz y Óscar Pujor. Madrid: Trotta.
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Miscelánea de Spin-off, addenda y extra bonus en el multiverso literario
RandomHistorias paralelas de textos literarios