•Alex•

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—Eso si que no me lo esperaba rubia, ya sé que estás loca pero, por mi. Además pensé que me odiabas.— dije sonriendo.
— Y no te equivocas, por supuesto que te odio.—dijo Martina.
—Y bueno eso son cosas a parte, así que también nos podemos comer la boca ¿no?— pregunte mientras me acercaba para darle un beso.
— No Alex, aparta.— dijo frenándome con la mano y girándose para marcharse al baño.
—Laura, me encanta tu amiga.— dije sonriendo como una idiota.
— ¿Y crees que así la vas a enamorar?— pregunto para irse con Martina al baño.
—Alex— dijo mi hermano— deberías tratarla mejor ¿no crees?
— Me encanta verla enfadada Arch, es tan guapa.
—Bueno tu piénsalo igual si la tratas diferente puedes estar con ella.—dijo dándome un toquecito en la espalda y yéndose a saludar a la gente.
Martina era la chica más hermosa de todo el instituto, era rubia, tenía los ojos verdes, un cuerpo perfecto, muy inteligente y tenía unos labios que me dan ganas de morder cada vez que los veo. Se que yo soy una chica deseada en el instituto pero, para que quiero a todas esas chicas y chicos si la puedo tener a ella. Mientras que no podía estar con ella me entretenía con las chicas del instituto. Y por eso me gane fama de mujeriega. Alguien me sacó de mis pensamientos.
—Hola guapa, ¿hoy me puedo quedar en tu casa?— pregunto Mia abrazándome.
Mía era mi último rollo en el instituto era 3 años menor que yo y se pensaba que éramos algo serio. Era muy pesada.
—Hoy, ehh...pues...hoy la verdad imposible.— solté lo primero que se me ocurrió.
—Pero alex.....— no la deje terminar de hablar.
—Luego me cuentas, es que me tengo que ir.— dije yéndome hacia la barra.
Menos mal, creo que ahora sería un buen momento para beber un buen vaso de vodka negro con coca cola.
Ya habían pasado unas 2 horas más o menos, había visto a Martina hablando con varia gente y habíamos cruzado miradas varias veces,  ella me miraba con cara de querer matarme pero por lo menos me miraba.
Sobre las 4:00 de la mañana ya no era consciente de mis actos. Cada vez que miraba a Martina estaba más cerca de un chico rubio de ojos casi grises. No lo podía permitir. Pase al lado de Martina dirigiéndome al baño.
—¡AY!— grite tirándome al suelo mientras me tocaba el tobillo.
Martina se acercó rápidamente para ver qué me sucedía.
—¿Estas bien?— pregunto algo preocupa la rubia.
—No, me duele bastante el pie— mentí tocándome en tobillo.— ¿me podrías acompañar a mi cuarto?— pregunte inocentemente.
— Tu estas borracha ¿no?— pregunto, con acierto .
— yo, pues, eh un poquitito.
—sisi solo un poquito, levántate que te acompaño a tu habitación.— dijo ella ayudándome a ponerme en pie.
Mientras subíamos por las escaleras vi a mi hermano sacando a la poca gente que quedaba de la casa.
Llegamos a mi habitación y me ayudó a echarme en la cama. Ella se disponía a marcharse.
— Martina.
—¿Que?— pregunto deteniéndose en la puerta.
— Quédate por favor.

•Sabes que te odio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora