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—¡Bestia, arriba!

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—¡Bestia, arriba!

En ocasiones como esa, cuando Wonwoo me despertaba azotando a golpes la puerta de la habitación, estaba feliz cuando se iba a trabajar.

Balbuceé sobre la almohada para que me dejara en paz y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Wonwoo me viera con los ojos bien abiertos. Me llevé los puños de las manos hasta ahí y comencé a tallarlos para desemperezarme, luego, un bostezo grande se abrió paso a través de mis labios. Me levanté con pereza y abrí la puerta, Wonwoo estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador cuando me miró.

—Ponte algo lindo, algo verde. A Mingyu le gusta el verde —dijo.

—Estás loco —musité y me di media vuelta para vestirme.

—Si quieres gustarle a Mingyu, escucha mis consejos —gritó desde la cocina.

—No quiero gustarle a Mingyu, ¡ni siquiera lo conozco! —me quejé, saliendo de nuevo de la habitación, increíblemente asombrado por el esfuerzo que ponía Wonwoo para emparejarme.

—Sólo vístete, ¿quieres? Ellos llegarán en cualquier momento.

—Eres perverso —lo fulminé con la mirada.

—Pero así me quieres —me sacó la lengua y me vi obligado a reír.

—Tonto —pero sí, así lo quería.

Por supuesto, escogí una playera azul y jeans oscuros, sólo por llevarle la contraria a Wonwoo. A los pocos minutos, el timbre sonó y la fierecilla, de quien había olvidado su existencia, brincó con emoción. Intenté ignorarla, porque sabía muy bien a quién se debía ese sentimiento.

Salí de mi habitación sólo cuando el murmullo de voces se hizo presente en la sala y, aunque mis ojos fueron directamente a Joshua, se encaminaron de prisa hacia el rostro a su lado. Mingyu era físicamente muy parecido a Joshua, excepto por su cabello que, aunque era del mismo color, estaba un poco largo y rizado; y por su piel, que era ligeramente más clara que la de su hermano y hacía lucir sus ojos verdes que, por el contrario a los de Joshua, tenían apenas pinceladas en tonos avellanos.

Cuando me sonrió, sus pómulos se elevaron notablemente.

—Hola —musité.

—Jeonghan, él es Mingyu —me dijo Wonwoo, empujándome por el codo hacia él.

Extendí la mano para saludarlo.

—Hola —me dio la mano.

En ese momento me preguntaba si era posible sentirse mentalmente dividido, ya que una parte de mí estaba atento a Mingyu, pero la otra tenía un ojo bien puesto en Joshua.

—Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir? —preguntó Wonwoo, llena de entusiasmo.

—¿Quieren desayunar en..? —la voz de Joshua se elevó entre nosotros y de alguna manera, mirarlo hablar era incluso deleitante, tanto, que dejé de escuchar las voces de los demás y paulatinamente también la de Joshua, sin embargo, mis ojos se aferraban a quedarse en su rostro y en la manera en la que retraía una de las comisuras de sus labios cuando hablaba.

𝗘𝗹 𝗺𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗹𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 キ 𝘫𝘪𝘩𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora