cinco

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TW: maduro 

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Sus besos se multiplicaron. Simón no podía dejar de besar a la hermosa rubia que llevaba tanto tiempo avivando su corazón. La besó suave y tiernamente. Y cada beso se hacía cada vez más largo y más lánguido. "Nunca he dejado de quererte, Ám", susurró el chico. Ámbar le abrazó con fuerza mientras le pasaba suavemente las manos por la camisa. Se miraron el uno al otro. "Yo también te quiero. Sos el único al que quiero" dijo la rubia. Era la primera vez que ella lo decía desde que se pelearon en el parque antes de la Roda Fest.

Simón no podía creer lo que oía, agarró sus mejillas y la besó de nuevo, hasta que sus labios se adentraron en el cuello de la persona que amaba.  Las manos del chico quitaron a Ámbar suavemente los tirantes del camisón de los hombros. El vestido cayó al suelo, dejando al descubierto los pechos pecosos de la rubia, que ahora llevaba bragas. Le quitó apresuradamente la camiseta al joven y éste la empujó suavemente sobre el sofá del depósito, besándola ardientemente.  Ámbar le rodeó con sus piernas y rompió el beso mirando al mexicano con sus ojos azules inciertos. Simón se dio cuenta enseguida y le echó el pelo hacia atrás con suavidad. "Qué pasa bonita?"

"Estás seguro? No te vas a arrepentir de lo que estamos haciendo justo después?"
Él respondió besándola de nuevo con ganas. Fue un beso tierno. Uno que relajó a la rubia por completo. "Eres hermosa y estoy segurísimo. Tú?" Ambar sonrió y asintió lentamente, y luego le dio un suave beso.

Los labios de Simón se acercaron poco a poco al pecho de Ámbar. Estaba redescubriendo su cuerpo después de tanto tiempo. "Me encantas Ám".

Mordisqueó con hambre uno de sus pezones antes de llevarse el pecho a la boca. Ámbar respiró jadeante. Su espalda se arqueó y se detuvo para no gemir. La segunda mano de Simón le masajeó el segundo pecho y después se dirigió instintivamente a su entrepierna. Ámbar abrió ligeramente los muslos para que Simón pudiera rozarla. Deslizó la mano dentro de su ropita y empezó a masajearle dulcemente el clítoris. "Por favor, continúa", suplicó Ámbar con una voz diminuta. Simón la besó mientras seguía masajeando suavemente su entrepierna, lo que la hizo temblar de felicidad. Ámbar gimió contra los labios del mexicano cada vez más fuerte.

Lentamente movió un dedo dentro de ella, luego dos, y comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Empezó despacio para que ella pudiera sentir cada movimiento dentro de ella y después aceleró. Ámbar mordisqueó el labio de Simón. "Por favor... quiero más".

A Simón le gustaba verla así. Le gustaba ver cómo su cuerpo se estremecía ante su contacto. Su corazón latía más rápido. Sus pezones se endurecen. Su entrepierna se humedece.

Recorrió con sus labios el cuerpo de Ámbar hasta su entrepierna y le quitó por completo la última tela. Le dio ligeros besos en el interior de los muslos antes de volver a introducir un dedo en su interior y colocar su lengua en su clítoris.

Ámbar cerró los ojos, arqueó la espalda y puso las manos en el pelo de Simón, gimiendo. Y cuanto más gemía ella, más disfrutaba Simón. "Más rápido..." y el chico cumplió. Ella se masajeó los pechos para aumentar su placer y enseguida subió a Simón con las manos para besarlo.

Se puso encima de él, le quitó los pantalones y se colocó encima de su erección. Ámbar se frotaba suavemente la entrepierna húmeda contra la tela de sus bóxers. Ambos gimieron y se miraron a los ojos. La rubia movió la pelvis sobre él mientras la observaba. Podía sentir que estaba duro, lo que le daba aún más placer. "Bésame", dijo Simón.

TAKE ME - LLÉVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora