Odio el instituto.Si, probablemente lo odie más que ir a cenar a casa de los trillizos... Bueno, tal vez no tanto, porque eso era malo por tres razones: Christopher, Christen y Christian.
Vale, quizá este último no era del todo malo porque nos llevábamos bien y casi nos besamos.
¡Casi nos besamos! Válgame Dios, a ver ahora como hago yo con este lío en el que me metí yo solita (y con ayuda de mi madre también, por supuesto). Todo habría sido más fácil si no nos mudásemos, si no tuviera que hacer mi último año de instituto aquí y, sobre todo, si no me los hubiera cruzado por delante.
—¡Cyra! ¿Tienes un momento?
—No.
—Pero...
—Llego tarde a clases —mentí.
Era obvio que no me iba a creer, a los dos nos empezaban las clases a la misma hora así que...
—¿Estás así por lo del beso? —cuestionó en voz baja, haciéndome sentir la peor persona del mundo.
—No, Chris, esto no es por lo del beso... —aclaré mi garganta—. Mira, me resulta incómodo decir esto, pero tus hermanos y yo no somos ni seremos amigos, por lo que no quiero más cenas con ellos. Eso implica la cena del próximo viernes.
—Lo entiendo, mis hermanos difíciles de tratar—hizo una mueca con sus labios—. Lo siento, con el tiempo te acostumbras, a mi me pasó.
—Son tus hermanos, es normal —murmuré con obviedad, soltando una risa de manera inevitable.
—Mis hermanos son gilipollas por naturaleza, Cyra, no tengo excusa para eso. Si nos miras somos iguales, si nos conoces te darás cuenta de que no nos parecemos en lo más mínimo —dijo, sonándome a deja vu por todas las veces que había escuchado (y también pensado) lo mismo.
Si.
Eran idénticos.
Si.
Eran tan diferentes.
No parecían haber recibido la misma educación, ni mucho menos haber ido a las mismas clases, tener las mismas responsabilidades, etc. No habían tenido la misma vida, eso desde luego, pero me estoy dando cuenta de que aunque la tuvieran no interferiría en mucho. Cada persona es un mundo diferente. Por ser hermanos no tienen que ser iguales, ni siquiera tienen que parecerse.
Estamos hartos de vivir escuchando "no se parece en nada a su hermano" y yo me cuestiono los motivos.
El primer hijo es con que los padres "experimentan", ¿no? Tiene el foco de atención de los padres y se acostumbra a ser atendido de inmediato.
De ahí que cuando tenga un hermano pequeño se vuelva demandante con la excusa de "tienes que hacerlo porque yo lo digo, porque yo soy el mayor".
El mayor suele tener más problemas de competencia y celos, porque es el único que en algún minuto no compartió a sus padres. El pequeño aprender a compartir desde el momento que nace.
Con el paso del tiempo, el mayor tiene que ser el responsable para dar ejemplo a sus hermanos pequeños. Al ser el primero ha crecido con un ambiente sobreprotector, sus padres desconfían a la mínima desde lo que come hasta con quien se junta. Los pequeños tienen más libertad en algunos de estos temas.
¿Pero qué pasa cuando los tres crecen a un mismo tiempo?
No debería de haber celos, ni combatividad, ni nada... Pero algo había.
Christian parece percatarse del estado de confusión en el que me encontraba y quiso aclarármelo.
—Es difícil, Cyra —suspiró—. Yo he crecido con sentimientos de inferioridad porque tanto Christopher como Christen son mejores que yo. Las comparaciones nos cambian, Christopher es muy echado para delante, Christen es más de escuchar poco y hablar menos, yo simplemente soy tímido. ¿Por qué alguien habría de querer escucharme a mi...?
—Porque tienes mucho que decir, eres interesante —lo señalé, haciéndole esbozar una pequeña sonrisa.
Claro que no duró demasiado, su hermano fue rápido en acercarse para arruinar ese pequeño momento de felicidad que habíamos creado. Traía una sonrisa de oreja a oreja y la mochila le colgaba de un hombro, se notaba que apenas llevaba libros en ella (el verdadero quien pudiera, porque yo la llevaba siempre a reventar).
—Que una chica te describa como interesante es patético, hermanito —se burló, pasándole el brazo por los hombros—. Pero más patético es fijarte en la chica que ya se fijó antes tu hermano.
—Piérdete, Christopher —fui yo quien habló, logrando que sus ojos se fijasen en los míos.
—¿Contigo? Si, desde luego me encantaría que nos perdiésemos juntos —asintió con la cabeza—. ¿Quieres que nos vayamos ya ahora o saltarte las clases es demasiado para ti?
—No voy a saltarme las clases ni mucho menos iré contigo a algún estúpido lugar —aclaré, llevándome una mano a la frente.
Ni siquiera era la primera hora y ya me estaba causando dolor de cabeza.
Efecto Vélez.
—Tengo clases, así que si me permitís... —el sonido del timbre me salvó, no importaba tener que sufrir com una señora de cuarenta años explicando algo que no entendía, al menos no estaría con este sujeto.
—Nos vemos después en clase, rubia —me guiñó un ojo com descaro.
Mierda, se me olvidaba que tenía una hora con él.
Definitivamente quería tirarme por la ventana del segundo piso, aunque como mucho solo me rompería un par de huesos.
Cuando pensaba que eso era lo peor que me podía pasar en el día, me equivocaba. No importa como de mal te esté yendo el día, las cosas siempre pueden ir a peor.
Eso pasó cuando la profesora creyó que haríamos un buen equipo de trabajo y nos mandó un trabajo de doce hojas para entregar la semana que viene y también para exponer.
Que ilusión.
—Ha sido la excusa perfecta, parece que el destino quiere que nos veamos —dejó el bolígrafo tras su oreja mientras se reclinaba en la silla.
Ojalá se cayera.
—Yo haré mi parte, tú haces la tuya y al final juntamos todo —propuse.
—Ni de coña —se negó—. Eso nunca funciona, siempre queda el trabajo hecho una mierda y no me arriesgaré a bajar mi media por algo así. Nos vemos en mi casa, que tú ya sabes dónde vivo, esta tarde.
Pensando en las posibilidades era lo mejor, pero sólo de pensar que tendría que estar con él toda la tarde me ponía enferma.
—Pero solo para hacer el maldito trabajo —suspiré, resignada.
—Ya veremos, rubia —sonrió, guardando sus cosas en la mochila a pesar de que aún quedaban más de diez minutos para salir.
Dios, baja y llévame contigo que aquí no quiero estar.
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Tripliciter
Ficțiune adolescențiDicen que el número tres simboliza crecimiento y desarrollo en la vida. Para Cyra solo ha simbolizado problemas. Tres personas idénticas físicamente... Pero con personalidades totalmente diferentes. Manipulador, desafiante, egocéntrico . Entusiasta...