Yo.

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Sé reconocer a una mujer hermosa cuando la miro, mas no hablo tan solo de banalidades.

Nunca conversé con ella. Es más... nunca la había observado a pesar de la probabilidad de que mis ojos la hayan pasado instantáneamente o incluso aunque alguna vez hubiéramos cruzado miradas por accidente paseando por los pasillos de la preparatoria. Honestamente siempre he sido sumamente distraído.

Yo, un chico de clase media alta, siempre divagando en su mundo y navegando entre las líneas de su poesía barata, inteligente pero un tanto flojo, lleno de sueños y deseos que a simple vista lucen inalcanzables. A pesar de eso, casi siempre tuve buenos amigos, tras una secuencia de sucesos poco favorables comencé a ser bastante selectivo en ese aspecto.

Hace tiempo que las cosas no marchaban bien con mi novia, porrista del equipo de americano del colegio, popular, bonita, re buena, la envidia de todas las chicas y el sueño de todos los chicos.

Ese martes decidí por fin terminar nuestra relación tras enterarme que se había estado acostando con Mike, a quien consideraba mi mejor amigo, así que corrijo: ese día decidí terminar dos relaciones.
¿Recuerdan que les mencioné que soy muy selectivo con mis amistades? No me culpen. Todos nos equivocamos.

Después de la escena, tomé mi chaqueta de cuero negra y me fui a casa en mi BMW. Ni siquiera me tomé la molestia de mirarla. Recuerdo haberme sentido mucho más liviano tras haber tomado esa decisión. Definitivamente había tomado un mejor camino, aunque aquello de Mike... verdaderamente me había herido.

Conduje hasta llegar a casa con la tenue esperanza de que mis padres estuvieran ahí, pero solo hallé una nota firmada:

Conduje hasta llegar a casa con la tenue esperanza de que mis padres estuvieran ahí, pero solo hallé una nota firmada:

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¿Qué más da? Siempre hacían lo mismo...

Me encerré en mi alcoba a escuchar música durante un buen rato hasta que por fin conseguí dormir.

Nuestros demonios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora