1- Mi tema favorito

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Cuando pienso en ella, recuerdo sus ojos verdes, su piel lisa, blanca y tersa. Sus cabellos rojizos y sus labios carnosos que siempre me gustaron. Podía perderme en ellos esperando una señal, una invitación para besarlos.

Recuerdo su cuerpo, pequeño, y sus caderas moviéndose al ritmo de la música en las presentaciones del club de danza.

Recuerdo ese lunar encima de sus labios y otros tantos que bese cuando nos escapábamos.

Recuerdo sus mentiras y sus verdades, recuerdo el sabor de sus labios y su sangre en mis manos.

—Yo mate a Hanna Mondragón ¿Esa es la declaración que quieren que haga? —Grite harto de volver a escuchar las mismas estúpidas preguntas de los policías.

—No, a menos que lo haya hecho ¿Lo hiciste, Gustavo? -—Me contesto con tono provocativo el policía a cargo de mi caso.

—¡No! Carajo, claro que no ¿Por quién me toman? ¡Yo la amaba!

—¿Sabes? Muchos amantes tienen la mente tan retorcida que cuando se sienten abandonados comenten crímenes pasionales. —Me dice el Policía Alexander I. Ignoro si la I es de imbécil  o de Ibarra, lo que no ignoro es el hecho de saber que, de no estar esposado, le hubiera partido la cara por insinuar tal cosa.

Hanna era mi vida entera ¿Cómo pueden creer que yo asesinaría  lo único que me mantenía cuerdo en la vida?

—Volvamos al inicio ¿Quieres? —Apenas abro la boca para mandarlo a la fregada pero no me deja, era una pregunta retórica —¿Dónde estabas ayer 19 de marzo a las diecinueve horas?

<<Vete al carajo >> Le digo en mi mente antes de contestarle por cuarta vez. 

Respiro profundo antes  de sonreír como si hablar de ese día fuera mi tema favorito. <<Claro, hablemos de como no pude evitar que mi novia... No, mi exnovia, muriera en mis manos>>

— Mejor te cuento todo desde el inicio. ¿Quieres? — Lo invito a escucharme, a escuchar mi verdad, la verdad de Hanna Mondragón y como deje que todo esto pasara. 

— Mejor me cuentas nada. No tengo tu tiempo, ni ganas de escuchar la historia de un romance adolecente. Una chica murió y todo a punta a ti. Así que, o confiesas o me das una buena razón para dejarte ir.

A fuera, se escucha la lluvia tormentosa caer. Igual o peor que el día en que la conocí, el día que supe que la amaría por siempre y que ella debería de amarme de igual manera. Para siempre.

—Bien—Suspiro— Nada de lo que diga hará que cambien de opinión. Usted ya ha decidido que yo soy el asesino, muy bien hecho, así se hace, culpar a un simple chico enamorado de una chica muerta ¿Ese es el drama que quiere llevar a los medios? Creí que no tenía tiempo para un romance adolescente...

—¿Eres o no el asesino de Hanna Mondragón? — Vuelve a preguntar al tiempo que da un golpe a la mesa.

—No lo soy —Respondo con el mismo temple seguro y melancólico que corre por mi sistema.— ¿Puedo irme?  Debería de estar camino al funeral de Hanna...

No logro terminar de hablar cuando la puerta de la sala de interrogación se habré de golpe rompiendo la tensión entre el imbécil policía Alexander y yo.
Una mujer esbelta de vestido largo de color  rojo y chaqueta de cuero negra, con un aire de superioridad y sensualidad que hace presente al contornear las caderas con el vestido ajustado y su vaiven al caminar. Es rubia de pómulos marcados y tez  blanca.

—¿Que pasa Ibarra?. — hace una pausa dramática y me digan una mirada que me escanea de pies a cabeza, luego en un acto de sensualidad pasa su lengua por los dientes superiores, blancos resplandecientes y luego se muerde el labio inferior  incitando a mis más bajos  instintos. Bajo las manos aún encadenadas para controlar lo que provoca en mi.  —Este muchachote no quiere confesar?

La mujer llega con nosotros y reposa su trasero entallado en la mesa de exploración. No puedo evitar mirarla  y ella lo sabe, recorro su cuerpo de  hasta roparme con su mirada celeste, ella me guiña el ojo.

—Larga te de aquí Magda, este es mi caso, no el tuyo, ve a prostituirte a otro lado.

—¿Prostituirme? Querido, eso no te molesto el otro día o ¿si? — Le replica y luego se gira a mi y me dice en voz baja —Lo hice terminar en esta misma mesa

—¡Magda!—El policía Ibarra parece molesto por la confesión

—Ay bueno ya, solo venía a decirte que el chico ya puede irse a su casa.  El no es el asesino de es pobre niña.

El silencio se hace en la sala.  Por un momento me siento aliviado pero surge la duda

— ¿Quien fue? — Pregunto exigiendo saberlo lo antes posible

—¿Quien fue que cariño?

—¿Quien es el asesino?— Pregunto  poniendome de pie pero al momento que lo hago se escucha una explosión afuera de la sala.

Lluvia y fuego, la explosión rompe los cristales a mi alrededor y la onda expansiva nos tira a los tres al suelo, sin siquiera saber que ha pasado.

Un pitido se hace presente y siento como cruje todo a mi alrededor. El polvo se alza y cubre todo visibilidad. Hay fuego a fuera de la sala y aunque intento recordarme con rapidez, me llega un mareo de golpe. Las nauseas me consumen y tengo que toser para sacar  el polvo y saliva que tengo dentro.

No escucho con claridad solo gritos inaudibles y una sensación de muerte me rodea.
Alzo la vista y noto que la mujer y el policía Ibarra permanecen en el suelo sufriendo lo mismo que yo.

Motivado por la curiosidad me pongo de pie y empieza a caminar. No escucho nada claro a mi alrededor  e intento ver atravez de la bruma.  Cuando llego a la puerta lo veo.

Veo  a  un  sujeto vestido de negro, copulento y en forma. Viste de negro y gabardina de cuerpo. En medio de la sala con la bruma y el fuego a su al rededor como su este fuera  una especie de identidad del caos.  Una caos con máscara metálica que asemeja a un zorro de metal.  Veo sus ojos entre la bruma, son de un azul eléctrico que me miran fijamente, y al notar su mirada sobre la mia una corriente electrica me recorre el cuerpo, conozco dsa mirada, mi cuerpo erizado me alerta pero mi mente intenta conectar algun recuerdo o persona con esos ojos que no me doy cuenta cuando me apunta con una pistola y dispara.

Hay sangre nuevamente en mi y mi mundo se desvanece en la oscuridad mientras esos ojos me miran sin parpadear.

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⏰ Última actualización: May 04 ⏰

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El fruto prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora