𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖔𝖓𝖊

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Qué puto fastidio. Me tocaba coger el puto metro este día. ¿Algo más para arruinarme la mañana?

―¡Demonio! ―claro, un maldito sujeto gritándome en la cara algo que claramente sí que era ―. ¡Vuelve al lugar a dónde perteneces!

Me hice un poco pequeño en mi lugar, estaba llamando muchísimo la atención. Por cosas como estas es que siempre evitaba estar en un lugar concurrido. Los humanos simplemente eran seres demasiado idiotas.

Suspiré con pesadez, intentando controlar mi temperamento. Si yo no me movía, seguro el señor se cansaría de molestarme y se iría.

―¡¿Es que no lo véis?! Es un demonio, no debería estar con nosotros, él... ―no lo soporté más y cuando menos me di cuenta, cogí con fuerza su muñeca.

―Escucha ―bramé, apretando el agarre ―. ¿Por qué no te...?

―¿Acaso está molestándote? ―pronto una voz interrumpió mis palabras.

Mirando en dirección a la voz, me di cuenta que se trataba de una chica, un poco más baja de lo que alguna vez había visto.

Su cabello era negro, cayendo en cascadas onduladas alrededor de sus hombros hasta más debajo de sus pechos. Vestía una camisa de botones que se le ceñía a su silueta y una falda que dejaba ver sus piernas desnudas hasta las rodillas, donde ahora unas botas la cubrían. Sí, la había visto de pies a cabeza en tan solo unos segundos.

Pero, eso no era lo que había captado mi atención, sino la manera en que me veía como si realmente estuviera preocupada por mí.

―¿Por qué no te metes en tus malditos problemas? ―me quejé con voz gélida.

La persona a mi lado se hizo pequeño al escuchar mi voz, incluso pude ver por la periferia que las personas a un par de metros también lo habían hecho, escuchando sus murmullos en mi mente, pero, ¿ella?

Nada.

Me quedé helado al percatarme de ese detalle.

―He llamado a la policía ―le dijo a la persona a quien yo cogía del brazo ―. Además, lo tengo todo grabado, así que, si intenta negarlo...

―¡Es el demonio en vida! ―volvió a quejarse el señor ―. ¡Solo mira cómo me ha cogido del...!

―Ya puedes soltarlo para que te deje en paz ¾ahora sus claros ojos se dirigieron hacia a mí, una pequeña sonrisa creció en sus carnosos labios. Su mirada pasó pronto a algo detrás de nosotros ―. Ah, ahí vienen.

―¿Existe algún problema? ―dijo lo que parecía un oficial.

La chica pronto le mostró el vídeo acerca del sujeto que estaba escupiéndome estupideces en la cara y pronto ellos se lo llevaron. ¿Yo? No tenía palabras para decir.

Fue cuestión de tiempo para que lo que estuviera pasando a mi alrededor cambiara en un abrir y cerrar de ojos. Podía ver cómo es que la chica decía algo, pero yo no podía escucharla, pronto, le vi hacer una venia, mover su mano a un lado de su cara y finalmente: caminar lejos. De mí.

Cuando las puertas del vagón se cerraron detrás de la espalda de ella, finalmente caí en cuenta de una única cosa.

Esta era mi parada.


Llegué a mi oficina, el lugar estaba vacío como era de esperarse, aunque no duró mucho tiempo así, pues pronto la puerta se abrió y de esta, entró Namjoon.

―Tío, ¿pero, qué coño? ¿Por qué no esperaste a que llegase?

―Nam, necesito que busques a una persona por mí ―le pedí, pasando de sus preguntas, eso llamó su atención.

―¿Ah? Claro, pero, debo decirte que Taehyung es mejor buscando a personas que yo ―dijo confundido ―. ¿Tienes el nombre?

―No.

―¿Su número?

―No.

―Bueno, por lo menos, ¿puedes decirme cómo luce?

Alzó una ceja ―. ¿Al caso tienes algo de esta persona?

―Me crucé con ella en el metro, cuando venía hacia aquí ―comencé a explicar, parpadeando. Negué con la cabeza ―. No es nada. Vete, tengo trabajo qué hacer.

Me preparé con los papeles que habían dejado en mi escritorio, leyendo con atención el nombre de la nueva paciente. Hwan Yohye. Setenta y dos años. Se había caído de unas escaleras y roto la rodilla. Acababa de entrar, tenía que operarla pronto.

Me puse tenso, aun así, me preparé para dicha operación.

Me costó lo mío, pero finalmente, pude operar a la señora. Al salir de la cirugía, respiré con profundidad el aire que no había cogido durante las dos horas de cirugía.

La situación no habría sido tan complicada, de no ser porque yo... no podía ver sangre. Mucho menos olerla sin tener la necesidad de vomitar. Si seguía así...

―Ah, doctor Jeon, la nieta de la paciente Hwan se encuentra esperándolo en su oficina. Me ha dicho que quería hablar con el familiar que está a cargo ―la voz de una de las enfermeras me trajo a la realidad.

Asentí ―. Gracias.

No me encontré a ninguno de los chicos en los pasillos, preguntándome si me encontraba bien. Por la hora que era, sabía que se encontraban comiendo, así que, era mejor no molestarlos. Además, así quitaba un poco la atención que siempre detestaba tener.

―Lamento haberla hecho esperar, la verdad es que-

Mis palabras se cortaron en el momento que sentí la esencia que había en mi oficina. Yo reconocía ese olor.

―Ah, el chico del metro ―la voz, que anteriormente me había salvado del acosador, ahora demostraba sorpresa ―. ¿Es usted el doctor Jeon?

Después de todo, no tendría que molestar a Taehyung para que busque a alguien a quien apenas si recordaba su rostro. 

Kaizen | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora