𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖙𝖜𝖔

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Mi nombre es Go Ina ―se presentó, con una sonrisa pequeña en sus labios ―. Soy nieta de la señora Hwan.

Miré el expediente que tenía aún abierto en mi escritorio. Solo para confirmar que el nombre de la persona titular era exactamente el que me acababa de dar.

Sin poder evitarlo, la miré atentamente. Después miré hacia la puerta, escuchando a la perfección la voz de las personas que pasaban caminando en el pasillo. Pero, aquí dentro... era silencio.

Ella carraspeó la garganta, trayéndome a la realidad de nuevo.

―Lo siento, ¿ocurre algo?

Negué con la cabeza, ella probablemente lo pudo interpretar como una respuesta a su pregunta, pero en realidad me encontraba sacudiendo mis pensamientos.

―Su abuela ha sufrido un horrible accidente, pero, tiene solución. Solo he necesitado ponerle una placa ―le comencé a explicar, me levanté de mi lugar para mostrarle los rayos x que se le habían tomado ―. Como puede ver, no hay ninguna fisura en los huesos o astilla, así que... solo será cuestión de tiempo para que pueda continuar andando. Un mes, calculo.

Ella asintió, su rostro después se volvió en uno de alivio.

―Muchas gracias ―pidió ―. ¿Cuándo podré llevarla hacia su residencia de nuevo?

―¿Residencia? ―pregunté, curioso.

Ella asintió ―. Mi abuela... ella es una persona cabezona. No le gusta que la cuide así que, se ha internado a su propia residencia de ancianos. Dice que no quiere ser una carga que me impida tener una vida.

Eso era extraño.

―¿Ahí tienen enfermeras? Tu abuela no podrá caminar durante un tiempo.

Asintió ―. Claro. El accidente fue precisamente en el asilo, así que, ellos han pagado por el accidente. Gano bien en mis trabajos, pero... no para permitirme pagar la cirugía aquí.

Sus mejillas se tiñeron de un ligero rojo carmesí, pronto vi cómo se rascaba el cuello, nerviosa.

¿Su mente? Nada.

Me frustré. Ella pareció notarlo, porque vi cómo carraspeaba.

―Bueno, solo quería saber su estado. Muchas gracias por su ayuda. ¿Cree que pueda ir a verla?

Ella se estaba levantando de su silla, pronto me sentí nervioso.

―Ella saldrá pronto de la sala de cirugía ―mentí, la verdad es que ella lo hizo cuando yo también lo hice ―. Pero, puede esperar aquí.

Sus manos pronto se colocaron frente a su pecho ―. No, no quisiera molestar, puedo esperar en la sala de espera.

No podía dejar que se fuera sin antes saber por qué no podía escuchar sus pensamientos. Me levanté cuando ella dio un paso hacia la puerta.

―Necesito preguntarle algunas cosas más, acerca de su abuela ―me escuché diciendo ―. Ya sabe, cosas para el seguro. Dijo que fue un accidente en el asilo, hay papeleo que tengo que llenar y eso.

Mis palabras parecieron convencerla, así que, pronto se sentó de nuevo en la silla frente a mí. Yo también lo hice y miré hacia mi portátil, fingiendo que estaba buscando algún formulario, cuando en realidad solo abrí un documento en blanco.

―Me dijo que su nombre es Go Ina, supongo que Hwan es el apellido de su madre ―murmuré.

―Sí, es mi abuela materna.

―¿Por qué usted es el contacto?

En la parte central del documento puse su nombre. Go Ina.

Cuando no respondió, la vi, sus manos estaban jugando de manera nerviosa sobre sus muslos.

―Mis padres fallecieron cuando era una niña, desde entonces me he quedado con ella ―explicó. Y, aunque mencionó que pasó cuando era niña, al parecer aún era difícil para sí.

Asentí, fingiendo empatía.

―¿Edad?

―¿Es necesario? ―preguntó, ahora confundida.

―La cirugía necesita rehabilitación, por lo que se le debe tener un expediente. Ya que ella es demasiado mayor, el guardián debe tener un expediente también ―mentí de nuevo. Mentir se me daba bastante bien.

Suspiró ―. Veintidós.

Lo escribí ―. ¿Ocupación?

―Estudiante.

―¿Escuela?

Ella alzó una ceja ―. ¿Realmente es necesario?

No, pero necesito tener toda la información posible.

―En caso de emergencia, se le llama directamente, sino puede contestar, tenemos que recurrir a cualquier medio para encontrarla ―mentí de nuevo.

Sus ojos me analizaron un poco. Temí porque no terminase de tragarse mis mentiras.

―Universidad de Seúl, facultad de administración empresarial.

Lo escribí ―. ¿El número que está aquí, es su número?

―Sí.

Lo resalté en mi hoja de documento.

―Dijo que trabaja, ¿en qué trabaja?

Esta vez dudó un poco, cuando iba a hablar, la puerta se abrió de repente. El rostro de Taehyung apareció a nuestra vista. Apreté con fuerza mis manos, agradeciendo que la pantalla de mi portátil las escondiera.

―Nam hyung me dijo que me llamabas ―habló.

Hijo de la grandísima puta. Lo maté mil veces con la mirada. Él alzó la ceja.

―No, vete.

―¿Qué? ¿De qué hablas?

―Ah, usted es el doctor Kim, también atendió a mi abuela, ¿cree que pueda verla?

Maldije mil veces a quien se le ocurrió poner el nombre en una maldita plaquita. Los ojos de Taehyung miraron hacia Ina.

―¿A la señora Hwan? Claro, ya está en su habitación, pronto despertará ¾sonrió Taehyung amablemente, aunque la mueca duró muy poco, posiblemente cuando se dio cuenta que su don no era eficiente con Ina. Sus ojos rápido me miraron.

Puto imprudente.

―Muchas gracias por su ayuda ―Ina ya estaba de pie, haciendo una venia en mi dirección ―. Con permiso.

Y sin más, salió de mi consultorio, cerrando la puerta detrás de ella.

―¡Joder! ―exclamó Taehyung cuando una mancuerna cayó sobre su cabeza ―. ¿Qué está mal contigo? No, espera, ¿qué ha sido eso? ¿Tú tampoco pudiste leer su mente?

Mi ira se esfumó en un santiamén cuando me dijo aquello ―. ¿También lo notaste?

―Tío, qué coño. Nunca me había pasado. ¿Quién demonios es ella?

―No lo sé, pero voy a averiguarlo. 

Kaizen | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora