Los chicos se encontraban en mi oficina, mirándome atentos, esperando a que yo pudiera decir algo. Sin embargo, yo tampoco tenía algo qué decir. No sabría cómo explicarlo.
Recién había salido de una cirugía, una significativamente complicada, puesto que el paciente había entrado en urgencias con un pedazo de metal clavado en el tórax. Había perdido mucha sangre, estaba por doquíer. Y yo... no me inmuté a ella. Terminando así, un poco antes de lo que me hubiera gustado.
―Eso es bueno, ¿no? Por fin superas esa mierda ―Yoongi fue el primero en comentar algo al respecto, rompiendo el silencio que nos envolvía.
―Sí, ya era hora ―continuó Jimin desde el sofá en donde se comía una de sus tantos caramelos.
Me quedé callado, la verdad es que no tenía la intención de emocionarme por superar mi fobia de sangre. Después de todo era un demonio, tenía que alimentarme de ella y, sobre todo, era un maldito cirujano. No puedo congelarme por un momento siempre que vea el líquido frente a mí.
―Supongo que alguna de las medicinas alternativas que hemos intentado ha funcionado ―murmuró Namjoon, pensativo, como si no estuviera realmente convencido por sus propias palabras ―. Debemos continuar con ese.
El último intento que había creado Namjoon, era una mezcla de hierbas, sangre y cosas que solo él puede crear. Me encogí de hombros.
―Sí, tal vez sea eso ―dije, antes de mirar el reloj de mi muñeca ―. Tengo que irme, me toca guardia.
Los chicos asintieron, levantándose de su lugar al mismo tiempo que yo lo hacía. Jimin y Taehyung me dieron unas cuantas palmadas en la espalda antes de seguir caminando por el pasillo al lado contrario.
Para cuando llegué a la sala de emergencias, solo saludé a unos cuantos enfermeros que ya conocía. Solo tenía que asomarme de vez en cuando para asegurarme que nadie entrase por esa puerta con una emergencia que me necesite. Pero, al ver que la situación, por el momento era tranquilo, decidí que podía regresar a mi oficina, aunque claro, no había dado ni la vuelta del pasillo cuando escuché cómo las puertas se abrían de golpe.
Al llegar hacia donde estaba el paciente nuevo, me di cuenta que sería una cirugía difícil.
―Preparen la sala cinco ―pedí, a lo que una de las enfermeras asintió.
―¿Quién demonios llega con una espada en la cabeza? ―preguntó Taehyung cuando llegó a mi lado, siendo él quien siempre me ayudaba con las cirugías desde que tenía mi problema.
Continué lavándome las manos ―. Ya esperaba que algo extraño pasara el día de hoy.
Mi amigo se rió. Los dos nos terminamos de preparar y después entramos a la sala en donde ya se encontraba el paciente anestesiado. Ya que le habían limpiado toda la zona, no había olido demasiado la esencia de sangre, pero, nada más acercarme a la camilla, el olor me golpeó tan duro que me congeló.
―¿Está bien, doctor? ―escuché que preguntó alguien a mi lado. Por la periferia, pude ver cómo Taehyung me miraba con una ceja alzada.
―Sí, lo estoy. Comencemos ―pedí, tras haber contenido el aliento.
Me costó lo mío hacer la puta cirugía. De no ser porque Taehyung era mi médico de apoyo, creo que no hubiera podido con ella. Había tanta puta sangre, que me temblaban las manos ligeramente. Agradecía en silencio que él se encontrase a mi lado, de lo contrario, habría habido un problema.
Suspiré con pesadez cuando salí de la cirugía. Recargándome en la pared que había en el cuarto donde nos lavábamos.
―Tío... ―me llamó Taehyung.
―Iré a fumar ―anuncié, con la intención de que me dejaran solo.
Al llegar hacia la azotea, con las luces de la ciudad iluminándome, encendí mi cigarrillo.
¿Qué había salido mal?
Medité acerca de las cosas que había hecho el día anterior como para que las cosas hicieran un cambio. Desde que había despertado, hasta que llegué al hospital. Nada había salido de la rutina, fuera del accidente en donde tuve que tomar el metro, el accidente con el idiota y...
Oh.
Acaricié mi mentón, pensativo. ¿Habrá podido ser? Tenía que ser algo relacionado con Ina, a ella, de todos los humanos que he conocido, no podía leerle la mente. Seguro que había algo. Tenía que ser ella.
Sin poder evitarlo, lancé la colilla del cigarrillo hacia el suelo y después comencé a caminar hacia lo que era mi consultorio. En donde en el escritorio se encontraba el documento en donde tenía la información, la poca, que le había sacado a Go Ina. De la parte resaltada, saqué su número y sin pensarlo demasiado ―antes de arrepentirme―, le llamé.
Fue hasta el cuarto pitido, cuando ya me había rendido, que ella atendió.
―¿Diga? ―se escuchaba un poco agitada, alcé una ceja ―. ¡Ya voy, puede ser de mi abuela, espera!
Por la manera en que se había alejado el móvil para hablar, supuse que se trataba de alguien del trabajo o algo así.
―Go Ina ―dije, sin saber qué más decir ―. Es... soy el doctor Jeon. Operé a tu abue-
―¡¿Mi abuela está bien?! ¡Joder, por favor, callaos por un momento! ―volvió a alejarse un poco para exclamar, por lo menos eso me confirmaba que estaba en público ―. ¿Doctor?
―Sí, tu abuela está bien. Todo en orden.
Un suspiro al otro lado de la línea ―. Menos mal. ¿Existe algún problema?
¿Y ahora qué demonios decía?
―Er... No es eso, lo que pasa es que aún existen cosas qué llenar para el expediente y... quería saber si podías venir para continuar.
¿Quién coño se tragaba esas palabras? Ni en un millón de años es que ella se tragaba esa.
―Ah, vale. Claro. Después del trabajo pensaba ir a visitar a mi abuela ―tal vez me equivoqué y ella solo era una humana tonta ―. La hora de visita es hasta las siete, ¿no?
Más le vale que a nadie se le ocurriera entrar por la puta puerta de urgencias con una maldita espada en la cabeza. Carraspeé.
―En efecto ―asentí, aunque ella no pudiera verme.
Al otro lado de la línea escuché cómo llamaban el nombre de la chica ―. ¡Ya voy! Pues, vale, nos vemos hasta entonces. Debo irme. Colgaré.
Y sin más, la línea se cortó.
Solo espero que esta teoría sea la correcta, pensé mientras cerraba los ojos y suspiraba con pesadez.
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Kaizen | ʲᵘⁿᵍᵏᵒᵒᵏ
FanfictionEn donde Ina se encuentra con siete demonios que cambiarán su vida por completo