Capítulo 10

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Para Rose, su vida se había vuelto una rutina desde que llegó a la cabaña con Damián. Sin embargo no se podía quejar de cómo habían sido sus últimos días. Se sentía segura y tranquila en aquel lugar. Luego de cocinar y limpiar aquella pequeña morada leía hasta el cansancio.

Cada vez que Damián llegaba, ya sea de arar la tierra o de merodear por el pueblo de Garcún, practicaban con el arco. Eran sus momentos preferidos del día, sin embargo, apenas comenzaba a ver buenos resultados pues había logrado darle a la diana un par de veces, aunque luego fallaba más ocasiones. Ella sentía que fracasaba a pesar que Damián le insistía que estaba aprendiendo muy rápido.

Aquél día decidió no esperarlo y se saltó la lectura para practicar con el arco antes que él llegara. Una vez que se sintió agotada regresó a la cabaña y se sentó sobre el mueble. Cuando se disponía a levantarse para tomar un libro de la biblioteca, notó que Damián había dejado una pequeña bolsa de cuero que siempre acostumbraba a cargar consigo.

Al principio decidió ignorar tal suceso y tomó uno de sus libros preferidos, pero una curiosidad repentina invadió sus pensamientos. Sabía que no era correcto revisar las pertenencias ajenas, pero tal vez podría encontrar dentro de aquella bolsa de cuero alguna cosa importante que le revelara algo sobre aquel joven misterioso que tanto le había ayudado.

No hizo mucha resistencia a la tentación y abriendo la bolsa se encontró con algunas monedas, un papel arrugado y unas llaves. Tomó el papel y desplegandolo sobre la mesa, lo leyó. Sus ojos no daban crédito a lo que leía.

Damián era acusado de asesinato y pedían una recompensa por su captura. Se decía que había asesinado a la hija de un conde cuyo nombre era April, e inclusive era acusado de matar a su propio padre, el vizconde Abelart Jolstein.

«Damián ¿un asesino?» La sola idea le era inconcebible. El hombre que la había salvado, que había sido amable con ella y cuyos modales le hacían creer que se trataba de un hombre culto, no podía ser una mala persona.

Luego recordó que todos aquellos que llegaban a Garcún, lo hacían porque huían de la ley. Sería muy ingenua de su parte pensar, que un hombre tan diestro con la espada y que antes había tenido que usarla en la guerra, no pudiese haber sido capaz de quitarle la vida a alguien por razones injustas y egoístas. La sola idea le daba miedo, y la nueva imagen que se construía sobre Damián le decepcionaba al mismo tiempo que le llenaba de tristeza.

El cartel culminaba con una noticia más aterradora. Acusaban a Damián de huir en una carreta cargando en ella un ataúd con el cuerpo de su víctima. La supuesta causa sería para practicar magia negra en las montañas de Garcún.

Sorprendida y confundida dejó caer el cartel y recordó el baúl misterioso que Damián ocultaba en su carruaje y ahora se encontraba encerrado en el cuarto de herramientas. Tomó las llaves que encontró en la bolsa de cuero y probó cada una de ellas en el cerrojo hasta que consiguió abrir la puerta.

En medio de la habitación se encontraba aquel baúl, el cual le parecía lo suficientemente grande como para caber dentro de él. No podía creerlo y su corazón palpitaba lleno de terror. Se negaba a aceptar lo que el cartel anunciaba, pero todo encajaba y no parecía una coincidencia.

Una vez más usó las llaves para intentar abrir el cerrojo del baúl. Las manos le temblaban y sus movimientos se tornaron torpes hasta el punto que la tarea se le hacía difícil. Cuando el cerrojo cedió, su miedo creció hasta el punto de plantearse la idea de desistir pero tenía que salir de toda duda.

Tenía que averiguar si tendría armas y herramientas como Damián le había dicho al viejo Andrew, o si lo que había dentro era, tal cual como lo anunciaba aquel cartel, el cadáver descompuesto de una mujer.

Cerró sus ojos y tras contar hasta tres, abrió el baúl con fuerza y rapidez. Cuando los abrió un clamor de asombro se escapó de su boca. El cuerpo de una joven y hermosa mujer yacía dentro como si estuviera dormida. No era un cadáver descompuesto y putrefacto como se esperaría de los restos de cualquier mortal.

Se veía joven, quizás era de su misma edad. Su piel era totalmente blanca y su cabellera larga y dorada. Su vestido, aún más blanco, le parecía un atuendo de ensueño.

—¿Cómo es esto posible? —murmuró para sí.

Cada cosa que veía le confundía aún más. ¿Cómo podría estar muerta y conservarse intacta? ¿Estaba viva? Si ese fuera el caso. ¿Cómo podría ser posible sin haber comido, bebido o sin siquiera tener como respirar?

Notó que cargaba un collar en su cuello y quiso observarlo de cerca. Parecía tener la figura de un cuerpo que yacía dormido tal cual como aquella joven mujer se encontraba, pero dicho cuerpo se hallaba mirando a la profundidad, y el collar, a su vez, le daba la impresión de estar incompleto. Recostó su cabeza en el pecho de la chica pero no escuchó el palpitar de su corazón.

Rose —Una brisa suave y repentina que recorrió la cabaña parecía susurrar su nombre. Miró a su alrededor y no había nada.

Rose —escuchó de nuevo la voz de manera más clara y se le erizó la piel.

Salió de prisa para ver si se trataba de Damián. No quería que la descubriera pero al ver que estaba sola corrió hacia su arco y tomó una de las flechas.

Rose— escuchó la voz con más claridad provenir del cuarto de herramientas pero cuando se dirigió hasta allí no había nadie y todo estaba igual. El cuerpo de la chica seguía sin mostrar señales de vida. La voz no podría haber salido de ella.

—¡¿Quién es?! —exclamó con fuerza y asustada—¿Quién anda allí?

Rose, recuerda —La voz le hablaba de nuevo pero una vez más parecía haberse trasladado a otro lugar—, recuerda Rose, recuerda.

Sentía que estaba perdiendo la cordura. Desde que descubrió aquel cartel nada tenía sentido. Entonces de nuevo escuchó una voz que le llamaba, pero está vez la voz era más real y familiar. Era Damián que regresaba del pueblo. Pensó en correr hacia él, pero luego recordó que había revisado sus cosas y descubierto su secreto. Si de verdad era un asesino, le daba miedo si lo hacía enojar.

Cerró el baúl lo más rápido que pudo y luego la puerta del cuarto de herramientas, pero no le dió tiempo de hacerlo con llave. Corrió hacia la bolsa de cuero y depositó allí todo lo que había sacado. Culminó justo antes de que Damián entrara a la cabaña.

—¿Sucede algo? —preguntó al verla parada firme hacía él, asustada.

—Nada.

—Parece como si hubieras visto un fantasma, ¿Estás bien?.

—Si, estoy bien, solo me sorprendió que llegarás tan pronto.

Cuando Damián miró al lado de Rose vio a la bolsa de cuero junto a ella e imaginó lo que pudo haber ocurrido. Se acercó y revisó que todo estuviera en su lugar. Rose tragaba grueso esperando que él no hiciera ninguna pregunta y no se atrevía a decir nada. Luego vio como él, pensativo, se dirigió al cuarto de herramientas, y antes de abrir la puerta con llave, esta se abrió sola.

Rose se supo descubierta, no sabía cuál sería la reacción de Damián. Estaba preparada para escucharlo gritar de enojo o sencillamente para salir corriendo y huir aunque no tenía idea de cuál sería su destino.

Tal vez podría delatarlo y con el dinero de la recompensa volver a ver a su familia, pero pensar en aquello la hacía sentirse mal. No podía traicionarlo, no podía creer lo que había leído y algo le decía que debía haber una explicación. Damián no podía ser para ella una mala persona.

Para su sorpresa Damián no parecía enojado, cuando la miró su ojos reflejaban miedo y tristeza.

—Lo has visto todo ¿cierto? —Su voz, tan suave como un susurro, podía compararla con la de un niño avergonzado.

Entonces recordó la conversación que había tenido con él antes de entrar a la posada de Andrew. Damián se negó a explicarle los motivos por la cual quería subir a las montañas de Garcún alegando que ella jamás lo entendería porque nadie nunca lo había hecho.

—Puedo explicarlo todo, si estás dispuesta a escucharme. No soy una mala persona, y todo lo que dice aquí es mentira.

—Dime qué fue lo que ocurrió, ¿por qué viajas con ese cuerpo a las montañas? ¿Por qué te culpan a tí?  

Alimentando las Culpas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora