El Siguiente Día

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Blaine despertó cuando su alarma interrumpió sus sueños. Durante un rato permaneció allí, mirando al techo y recordando la tarde anterior: la forma en que la luz gris acarició el hermoso rostro de Kurt, la musicalidad de su voz, la incertidumbre que se había apoderado de sus palabras cuando estaban hablando de música y viejos sueños.

Nunca había sido bueno cuando se trataba de romance. Había dos eventos que avalaban su teoría:

1) El intento fallido de la serenata que le dió al gerente de GAP con quien tuvo un flechazo.

2) El intento de construir una relación con Sebastian, cuando él no quería nada más que un juguete para divertirse...

Pero cuando miró a Kurt todo hermoso, frágil y tan fuerte al mismo tiempo, algo que ya había sentido dentro de él, pero que creía olvidado, regresó de golpe a su vida: Esa llama romántica que lo había hecho empezar a fantasear con novios dulces y encantadores cuando tenía apenas trece años, descubriendo que quería un príncipe y no una princesa.

Probablemente era estúpido sentirse de esta manera y pensar esa clase de cosas, porque la vida le había probado a Blaine en más de una ocasión que todo funcionaba diferente a lo que algunos escribían en libros o ponían en películas. La vida estaba llena de padres que no sabían cómo comportarse con su hijo... La vida estaba llena de acosadores que estrujaban sus huesos bajo sus zapatos, simplemente porque él era diferente... Pero también la vida estaba llena de música, de Nueva York, y ahora... llena de Kurt.

La vida podía ser construida a base de sueños que se hacen realidad. A pesar de todo lo que ya había vivido a sus diecinueve años, Blaine siempre había creído en eso, y siempre lo haría, porque era algo lindo a lo que aferrarse cuando las olas era demasiado salvajes y la oscuridad demasiado profunda.

Se había dado cuenta de la forma en la que Kurt había reaccionado ante la mención de sus sueños de la infancia, y se preguntaba si Kurt también se había sentido perdido sin una luz que lo guiara. Blaine tontamente tenía la esperanza de poder convertirse en su luz algún día.

Si ahora sentía un nuevo calor y de pronto su vida parecia aún más brillante que de costumbre mientras se abría paso hacia el campus, Blaine sabía perfectamente cuál era el motivo. No podía ser otra cosa mas que un par de ojos azul celeste.

...

Kurt era fácil de detectar, sentado en una banca en la cafetería, con un cuaderno de bocetos posado sobre sus rodillas. Probablemente estaba dibujando algo... su lengua asomaba dulcemente entre sus dientes. Blaine sintío una especie de calor y el revoloteo de diezmil mariposas en su estómago ante esa visión. Estaba seguro de que nunca había conocido a alguien tan naturalmente sexy como Kurt. Todo, desde su blanquísima piel apenas visible bajo los puños de la camisa, hasta su cabello perfectamente peinado gritaba belleza, y era casi abrumador.

El nerviosismo se deslizó lentamente sobre él, ¿y si había juzgado mal el interés de Kurt el día anterior, porque estaba demasiado ansioso tratando de atraer su atención? Blaine quería llegar a estar cerca de él. Podría hacer el ridículo si se acercaba y simplemente se sentaba a su lado, como si tuviera algún tipo de derecho de hacer eso... Estaba casi a punto de dar la vuelta y salir de ahí, cuando se acordó de las pequeñas sonrisas tímidas que Kurt le había regalado, el brillo en sus ojos cuando Blaine le había pedido su número. Así que respiró profundo, enderezó los hombros y, a pesar de las mariposas, empezó a caminar.

Kurt levantó la vista de su cuaderno cuando Blaine se detuvo frente a él; se sentía como si alguien lo hubiera clavado al piso, los tonos verdes y azules en los ojos de Kurt eran hipnotizantes.

- Hey.

La voz de Kurt sonaba un tanto entrecortada y sin aliento, y darse cuenta de que tal vez él era el responsable de ello, envió su corazón a la locura total, sin poder hacer nada por calmarlo.

Del Mismo Material Que Los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora