Capítulo 6

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Hace meses cuando se mudó a su apartamento lo único que buscaba era un lugar estratégico que no le quedara tan retirado de su trabajo y que mínimamente no sea un sótano que pudiera quedar bajo el agua con un pequeño tifón. Milagrosamente había encontrado ese lugar después de seis intentos fallidos de edificios fantasmas, cuando su moral no le permitió pasar de largo al ver a la Sra. Kim mientras tenía problemas para sacar la basura un domingo temprano en la mañana. Baekhyun venía de una guardia terrible y, por más cansado que estuviera, su cuerpo se movió en dirección a la diminuta y amable señora de la tercera edad.

Esa pequeña acción le hizo abrirse la posibilidad de finalmente ponerle fin a su desespero, más cuando la parlanchina anciana le contó sobre su anterior inquilino, un hombre que había viajado por el mundo y los había dejado colgados con semanas sin pagar el alquiler, lo que hizo que tomaran la decisión de sacar sus cosas y liberar el espacio. Lo que vino después fue historia: Baekhyun mostrando su interés y la Sra. Kim agradecida por su ayuda, le cedió el espacio con la promesa de un depósito con descuento y el desayuno incluido.

Así se hizo un de un bonito departamento en la azotea de la pareja jubilada, quienes pasaban cinco de los siete días de la semana en una casa en el campo y sólo regresaban cuando sus hijos le dejaban a sus nietos entre semana. Todo era medianamente perfecto, podía decorar el lugar como quisiera y no había vecinos ruidosos u olores extraños (dejando en fuera a la vecina de enfrente, claro, quien utiliza a todos los hombres que viven por allí para que arreglen las fallas de su casa).

Ahí mismo se encontraba él, siendo ya casi las once de la noche frente a la puerta independiente de metal que ocultaban las escaleras directo a su departamento. Normalmente no lo pensaría demasiado cuando había más de un par de autos estacionados fuera, pero se extrañó cuando vio tres autos de lujo, detectando que el Audi A5 pertenecía a nadie más que Junmyeon. Los otros dos apenas los reconocía como un BMW en un bonito color verde militar y una Cadillac del año color blanco.

Las luces de la bonita casa de los Kim estaban apagadas, por lo que intuía que no se encontraba allí, siempre dejaban encendida la luz del porche. Con pasos de plomo, Baekhyun sacó sus llaves y subió las escaleras de caracol hasta llegar a la azotea con cautela, levantando una ceja a la par que escuchaba la voz de dos hombres charlando.

¿Estás loco?

Se le erizó la piel. Pocas veces veía a Junmyeon enojado. Bueno, enojado realmente enojado. Siempre llevaba esa aura de ser humano inalcanzable lo que le hacía parecer inaccesible, pero ahora podía verlo a la luz de la luna con el rostro rojo en furia con ropa deportiva, probablemente venía de su entrenamiento diario.

La pregunta había sonado tan ácida como si un estudiante de medicina le hubiera corregido. Y todos sabían que eso era lo que Junmyeon más odiaba, pero definitivamente había una cosa que podía estar a la altura.

Dr. Kim, cálmese. No puedo trabajar si se comporta de esa manera.

No puedes decirle a Junmyeon que se calme. Cualquier infracción a un comportamiento no civilizado lo enloquecía.

Y lo peor de todo, quién lo decía era el comandante Kim. De acuerdo, para empezar, ¿por qué demonios estaba su amigo allí?

No puedo creer que me hayas llamado para esto. —Susurraba en ese todo malicioso que solo él conocía. Como si en cualquier momento fuera a sacar un cuchillo para enterrarlo por un lado del esternón.

Jongdae estaba sentado sobre el sillón color gris que se encontró en oferta en el supermercado, debajo de la pérgola que había construido hacía casi un año. El hombre no llevaba su uniforme, de hecho apenas lo reconoció con los jeans desgastados y una camisa de vestir color rojo.

Look at the SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora