Trenes que no llevaban a ninguna parte.

131 7 2
                                    

Persiguiendo trenes que no llevaban a ningún sitio, así me sentía en este mundo, desde muy pequeñito siempre estuve obsesionado con la idea de las almas gemelas, pensar que una persona podría ser para mi, una persona igual que yo, pero a la vez distinta, era increíble.


La busqué por muchos sitios, primero fui un apasionado de la música rock/siniestra, grupos que no paraban de evocar a satanás y a los infiernos, por una chica que le gustaba ese tipo de música por la moda de aquel entonces a ser diferente, pero que luego era solo eso, una moda pasajera, luego me corte la barba, empecé a escuchar música pop y a seguir los postureos de la personas, por una rubia sin cerebro que me llamó la atención, después me apasione por el mundo del veganismo, por una chavala que era buena de corazón, pero luchaba tanto por las injusticias, que no veía más allá de ellas, luego me junte con chavales marginales por así llamarlos, "desechos de la sociedad" se hacían llamar ellos, que no eran más que 4 gatos al que el mundo le había dado la espalda y sobrevivían como podían, fumaban, bebían y se drogaban hasta no poder más, todo por una chavala que solo me quería utilizar, por mi pasión al sexo salvaje. Iba cambiando de forma de ser, de gustos, de apariencia, solo para impresionar a personas vacías, a las cuales no les importaba, ni les llegaría a importar nunca.


Finalmente decidí ser yo mismo, y la cosa iba incluso peor, ahora tenía verdadera atención del mundo que me rodeaba, pero la gente solo quería al poeta, no a la persona, muchas personas se acercaban para intentar "arreglarme", yo asombrado por la bondad de las personas, me entregué a algunas de estás personas, pero solo querían su minuto de gloria.


Cada decepción iba haciendo mella en mi corazón y en mi alma, el muchacho de la eterna sonrisa en la cara, ya solo tenía malas caras, la positividad se transformó en negatividad y la ilusión en miedo, todas venían, cogían un trocito de mi y luego se marchaban, sin importarles lo que dejaban atrás, o el daño que habían ocasionado, las promesas se convirtieron en arena, ya que todas las que prometieron venir por mi, y para salvarme, solo vinieron por ellas.


"El triste chico, con el corazón roto y sin hogar al que regresar, se fue marchitando con el tiempo y las desilusiones, ya no quedaba nada de él, así que tomó el anonimato y empezó a escribir, para curarse".


Es cierto cogí muchos trenes, todos distintos, de muchos colores y formas, intentando que me llevaran a un sitio donde sentirme seguro, un sitio al que llamar mio, un sitio al que llamar "hogar", pero nunca lo encontraría allí, pues esos trenes no llevaban a ninguna parte, daban vueltas a la estación y siempre acababan por dejarme dos o tres paradas antes de lo que ya estaba.


Me costó mucho entenderlo, con el corazón casi en ruinas y el alma hecha pedazos, entendí que mi felicidad no estaba en ningún tren, mi felicidad esperaba sentada en un banco de la estación, ella solo cogió un tren, y este descarriló. Estaba esperando allí, sola, rota, a alguien que supiera curarla.


Se que mi vida a dado muchas vueltas, y que quizás esa chica no sea para mí, pero quiero malgastar lo que me quede de cordura, intentando reparar su malherido corazón, y si para ello tengo que romperme más, me romperé, porque trenes hay muchos, pero sonrisas como la suya, solo había una, así que prefería perder todos los trenes, y disfrutar de las vistas, junto a ella. C.

¿Qué es el amor para mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora