𝕔𝕚𝕟𝕔𝕠

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Hablar con Seungmin por mensaje era muchísimo más fácil de lo que parecía.

Luego de su pequeña plática con la bestia sobre lo que habló con el mayor, Minho tenía la excusa para romper el hielo a través del chat más maravillosa de la historia-o al menos para él así era-.

¿Qué mejor que un Hola, soy Minho, Felix me ha dicho que le preguntaste por mi cabello y te respondió que era por parecerme a una una?

Nada, según Minho.

Seungmin se había reído a mares a través de mayúsculas por el chat tras la breve explicación de Minho sobre la verdadera razón de su cabello -que fue porque perdió una apuesta con Changbin de quien se emborrachaba primero a puros chupitos-. Y cuando Minho pensó que la conversación se cortaría allí, Seungmin le había contado que él se había teñido de rosado anteriormente.

Y bueno, Minho realmente hablaba hasta por los codos, le gustaba que lo escucharan cuando contaba cada anécdota y su vida parecía estar tan llena de mala suerte que no le faltaban historias para no dejar de hablar con el bonito castaño.

Y así se habían pasado alrededor de... ¿dos semanas? Minho ya no estaba tomando la cuenta de los días, veía a Seungmin dos veces al día y hablaba por las noches sin parar con él y eso lo tenía en una nebulosa de felicidad que era tan notoria que su madre le miraba como un bicho raro a la hora de la cena.

Tampoco es que las insinuaciones hayan faltado cuando se veían la cara, Minho siempre le decía a Seungmin lo bonito que se veía, tan directo y continuo que se relajaba al decirlo y ver las mejillas regordetas y rojizas de Seungmin aparecer tras una tímida sonrisa del más alto al escuchar eso. Le gustaba tocarlo, esos pequeños roces de mano que aparecían cuando Seungmin dejaba sus manos encima del mostrador o cargaba a Felix y se lo pasaba a Minho. El peli morado siempre encontraba la oportunidad de tocarle aunque fuese un poco, logrando que Seungmin siempre se estremeciese nervioso ante eso y le sacara una risa al menor. Y Minho se sentía extraño, jamás había tenido la necesidad de tocar tanto a alguien como la tenía con Seungmin, de permanecer cerca de él, sentirlo, admirarlo de cerca, jugar con su caliente piel contra la suya y aspirar ese aroma varonil que últimamente le traía loco.

No quería aceptarlo todavía. Sentía que su atracción a Seungmin estaba yendo tan rápido y no sabía cómo pararla, pero muy en el fondo tampoco quería pararla, solamente estaba el pensamiento de que todo podría salir bastante mal si las cosas no resultaban y Minho ya se había acostumbrado demasiado a la masita adorable que era Seungmin en su vida que se volvería una fea monotonía sin el castaño alegrándola.

Le envió un mensaje al castaño de que estaba llegando al jardín infantil y acomodó su bufanda que rodeaba su cuello, el día estaba muy helado, tanto que a pesar de ser tarde había escarcha en los árboles y ventanas de las tiendas. Tiró de la fría manija de la puerta, soltando un gemido cuando sintió el tibio aire dentro del jardín a comparación de los poquísimos grados que habían afuera.

Y allí estaba, como un ángel, resplandeciente y alegre, una pequeña bolita de azúcar que le encantaría besar y mordisquear suavemente y llenarlo de mimos y abrazos para ver esa carita sonrojada, ah, y su hermano Felix en los brazos del ángel.

Felix estaba durmiendo en los brazos de Seungmin como un bebé aún más pequeño de lo que era, el niño tenía apoyada su mejilla en el ancho hombro del castaño y su pequeña manito se aferraba a la cotona verde que traía puesta. Seungmin le sonrió feliz desde el asiento donde estaba, levantándose con algo de dificultad para ir hacia Minho, aquellos ojos grandes y brillantes que calentaban el estómago del peli morado no le perdieron de vista y se achinaron cuando Seungmin volvió a sonreírle.

"Hola, Minho-ah, Felix se ha dormido esperando", susurró bajito para no despertara su hermano, y reafirmó su agarre en el bebé para que no se le cayera.

【Kindergarten Boy //. knowmin】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora