Untitled Part 1

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⚠ Genderbend con Hinata niña, muerte temporal de un personaje.

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Shouyou puede recordar las pocas ocasiones que se sintió plena al tocar su lira y cantar al viento. Había hecho decenas de hazañas en sus recorridos por el mundo, pero ninguna le llenaría el alma como la última que hizo, al final de su camino solitario.

Osamu llegó a su vida para darle un sentido diferente a sus notas y letras; a aquello que le había heredado su padre, el dios de la música y de las artes, del mismísimo sol.

Conoció al olímpico en un recorrido por el bosque donde cantaba y tocaba para que los rayos dorados de su padre dieran vida a las flores que estaban por nacer.

Aún recuerda el escalofrío que la recorrió cuando sus miradas se encontraron: gris chocando contra avellana en una oleada de intensos sentimientos que culminó en un matrimonio celebrado en la gran ciudad en la que Shouyou había decidido residir, bajo el manto protector de su padre.

Pero la felicidad que le inundaba el alma no duró por mucho tiempo.

Una mañana, su esposo había decidido visitar a la familia que había dejado atrás en el bosque: a sus padres, a su hermano gemelo, a sus amigos cercanos. Partió con un beso de su esposa y la bendición de los dioses sobre él, sólo para regresar por la tarde en una carreta; con la piel gris, los labios azules y una mordida de serpiente como explicación a su repentina muerte.

Shouyou esa fatídica tarde había perdido mucho más que un esposo; había perdido aquello que la hacía completa, el lugar más feliz del mundo al que acudía día con día para sentirse plena. Shouyou había perdido a la persona por la que hubiese hecho cualquier cosa y ahora no sabía qué hacer.

Las canciones de su lira lloraban nota a nota y su voz alcanzaba fibras del corazón que mortales y dioses ignoraban que existían. Shouyou se lamentó día y noche a través de sus canciones, perdida en recuerdos de ojos oscuros y fortuitas sonrisas.

Su padre, aquel que deleitaba al Olimpo con su propia música, la visitó y entre sus brazos le aconsejó: búscalo, aunque tengas que bajar hasta el Tártaro.

Decidida, con sólo su lira y la esperanza como acompañantes, partió, buscando sin parar hasta que la entrada al mismo inframundo estuvo frente a ella.

Los vivos no eran bienvenidos entre los muertos, pero Shouyou sabía que ni los muertos podían resistirse a las celestiales notas de su música ni a su voz angelical, bañada de anhelo y amor.

Ushijima Wakatoshi no era una excepción.

Ante la negativa del barquero de querer auxiliarla a pasar el enorme río que la separaba del infierno, Shouyou tocó su fiel acompañante, vaciando su profundo dolor en finos acordes hasta que Ushijima, con ojos vidriosos, la invitó a su barca y acompañados de melodías que resonaban en las aguas turbias bajo ellos, la llevó hasta el otro lado donde otro hombre esperaba, resguardando la entrada al Hades.

Sakusa Kiyoomi ejecutaba su tarea con temible precisión; supervisando el ingreso de cada espíritu y asegurándose que ninguno saliera una vez atravesaban el enorme umbral que dividía dos mundos tan similares y a la vez tan diferentes.

El guardián del Hades la rechazó por tres días y tres noches; tres días y tres noches que pasó hincada, cantando y tocando hasta que, en el cuarto día, Sakusa sucumbió a las melancólicas melodías y permitió que pasara, cubriendo discretamente las lágrimas que recorrían su rostro.

Shouyou persistió sin titubeos hasta que se encontró ante el más majestuoso palacio que ha tenido el honor de ver y dentro, la esperaba el mismo rey del inframundo, consiente de la marcha que esta hija del Olimpo había realizado por una mísera alma.

Kita Shinsuke la recibió con la mesa llena de manjares y finos vinos, pero Shouyou ignoró todo y comenzó a tocar una vez más su lira; dejó su voz hacer eco en el solemne salón y deleitó los oídos del dios con una súplica en cada movimiento de sus dedos; con un deseo en cada nota que abandona su boca; con un anhelo de volver a ver al amor de su vida en cada letra que su corazón escribió en pergaminos.

—Puedes llevarte a tu amado de mis dominios —las palabras de Kita le bañaron el alma con un bálsamo muy necesario—, bajo una condición.

Shouyou llora y acepta, porque Osamu, el amor de su vida, lo mejor que le pudo pasar puede regresar a ella y piensa: ha valido totalmente la pena.

—Debes regresar a la tierra de los vivos, pero no puedes voltear a ver a tu amado hasta que los rayos del sol los bañen, fuera del inframundo.

Y Shouyou emprendió un viaje nuevo, con voluntad de acero y sus esperanzas puestas en las palabras del dios más temible que ha conocido. Muchas veces su alma le rogó que volteara a verlo, pero no podía hacerlo, no sí no quería perderle de verdad para siempre.

Una vida sin él era el peor castigo que podían darle y no iba a arriesgarse aunque al final la hubieran engañado y un demonio le arrebatará la vida.

Sin Osamu, Shouyou no tenía la voluntad de vivir.

Al final de su camino, la luz del sol, del padre que la engendró, la recibió con cálidas caricias y Shouyou siente que puede volver a respirar, avanza sin detenerse y cuando está completamente segura de que ambos han salido del inframundo, se detiene y se da la vuelta.

Ahí, bañado en rayos dorados está el hombre que tenía la capacidad de darle vida o arrebatársela.

Osamu le sonríe con las mejillas empapadas y abre sus brazos en una invitación; Shouyou tarda en asimilar que lo ha conseguido, que ha traído a Osamu de regreso y que podrá vivir el resto de su vida como siempre soñó.

Y se quiebra, se rinde y deja que sus fuertes brazos la rodeen, que le proporcionen esa calidez que tanto le hacía falta y esa seguridad de que todo va a estar bien mientras ellos estén juntos.

Shouyou vacía promesas en sus labios de volver a viajar por las tierras infernales, tocando y cantando, sólo para que puedan permanecer unidos en esta vida y en las siguientes.

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WC 1043

Han pasado casi 4 meses de la Shoyo Week y dejé pendiente el subirlos en esta plataforma XD Perdón, no había tenido tiempo de hacer las portadas, pero ya las estoy haciendo, lo juro, ty por leer ♥

Notas bañadas en melancolía | OsahinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora