Primer capítulo...

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De pronto, me paré al borde de aquella ventana, cien pisos arriba, era uno de los rascacielos más impresionantes en los que había estado. Sequé mis lágrimas y respiré profundamente, sólo necesitaba una señal y en ese momento, mi celular sonó.

¡La encontramos! Date prisa – Alessandro.

Cogí mi bolso y corrí por los pasillos, aún no sé que estoy haciendo, pero he leído por ahí que las peores estupideces se comenten en mi estado. ¿Cómo llegué a esto? Aún no lo sé.

Abrí la puerta de cristal y corrí al borde de la enorme calle en Nueva York. Detuve un taxi aprisa y subí con torpeza.

— ¿A dónde la llevo?

Fue justo mi respuesta la que termino con todo o quizás no... pero para entenderlo del todo, quizás deba retroceder un poco...

Un año atrás.

Terminé de delinear mis labios y me acomodé el escote. Luzco exactamente como aquella chica en la portada, luciendo un glamuroso vestido negro, con unas zapatillas lo suficientemente altas, para remarcar ciertas zonas. Bebo un sorbo de Macallan, eso definitivamente me calma, aunque seamos sinceras, después de dos años, creo que me he acostumbrado a esto o al menos, lo llevo de la mejor manera.

La puerta suena y un tipo alto aparece, evidentemente se trata de Jack, el guardaespaldas. Quien hace una pequeña reverencia o algo así y luego asiente. Paso a su lado y me dirijo hasta el ascensor. Inhalo, exhalo y continúo, la puerta se abre y veo un auto deportivo estacionado. Jack abre la puerta y aparece. Una vez más.

— Buenas noches Dukesa.

— ¿Tanto formalismo? –me inclinó y entro al auto.

Apenas lo hago, él se abalanza sobre mí, lo he estudiado perfectamente como para saber que ama el olor a whisky en mi boca, tanto como ama el color rojo en mis labios y la mezcla de ambos, suele aumentar sus niveles de deseo. Comienza a besarme con gran desespero, baja el escote de mi vestido negro y antes de darme cuenta, su lengua ya juguetea con mi pezón. Me obliga a abrir las piernas y la puerta se cierra inmediatamente, al menos el auto tiene cristales polarizados, pero sé que más de uno afuera notará lo empañado de aquellos cristales y ni qué decir del pobre Jack. Muerde mis pechos aún más fuerte y antes de pronunciar cualquier palabra, lo veo deslizar su pantalón y sacar su pene, que ya está muy erecto.

— ¡Ábrete! –murmura.

Me penetra y comienza con movimientos fuertes y torpes a la vez, comienzo a gemir (fingiendo que eso es delicioso, aunque evidentemente es todo lo contrario) y el aprieta mi boca, gime con locura y se viene dentro de mí, aun cuando no debió hacerlo.

— Mierda, estás increíble –se tira a un lado.

— Me encantas Duck –acomodo mi escote y me pongo cómoda.

— ¿Qué haces? Déjalas afuera, amo verlas –exclama y las descubre.

— Este no era el trato Duck –sonrío, mientras lo observo sirviendo un par de copas.

— No, claro que no, pero brinda conmigo mujer –dice efusivo y chocamos las copas, la acomoda a un lado y luego saca de su saco una pequeña caja-, esto cambiará tu actitud.

Me muestra un hermoso collar de perlas y lo acomoda en mi cuello, para después besarme, metiendo su lengua hasta el fondo de mi garganta (eso ya pagaba por demás el collar, que admito es hermoso).

— ¿Estás lista?

— ¿Llegamos?

— Vamos a lograrlo.

DUKESA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora