Capítulo trece...

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Cierro los ojos y después de seis años, vuelvo a poner a Dios en mi mente, en aquel momento lo aborrecía, odie tanto que se hubiese llevado a mis padres de tal manera; ahora sólo pido una segunda oportunidad de volver a creer en él, de que no merezco todo esto y de que él no me abandonará... lo pido con tantas fuerzas.

Cierro los ojos y me encojo lo más posible, creyendo de forma estúpida, que así no podrán violarme. Me sujetan entre dos y me obligan a abrir las piernas, mientras que el tercero se saca el pene y se hinca para penetrarme. La puerta se abre de golpe.

— ¿Qué mierda se supone que hacen?

— ¿Quién mierda eres tú?

— Al parecer seré su dolor de huevos, suéltenla.

Los cuatro tipos se pusieron de pie, se acomodan el pene y se cruzaron de brazos frente a ¿Matt?

— Soy Matt Zuck, el nuevo inspector, les pido que dejen a la señorita... -dijo y lo interrumpieron instantáneamente.

— ¿Tienes una idea de quién es ella? –pregunto el tipo obeso.

Matt sacó una especie de carpeta, rebusco algo y luego pronunció.

— Farah Leroy Potter...

— ¡Dukesa! –grito uno.

— Les decía –prosiguió-, está detenida por presunto trabajo en colaboración contra el político, bueno no es redundante. Ustedes están aquí para salva guardar la integridad, ¿en qué parte cabe esta escena?

— Es parte de la bienvenida...

— Ya veo, ¿así tratan a todas?

Mientras ellos siguieron hablando, cogí un pantalón de tela en color caqui y me lo puse velozmente, tengo tanto miedo que he dejado de escuchar lo que ellos dicen, por lo menos hasta que él vuelve a pronunciar.

— Farah, por aquí, los señores la escoltarán.

Le vi a los ojos y supliqué que no me dejará sola, pero eso no iba suceder evidentemente, pase a su lado y el me sujeto de la mano y puso algo dentro de ella, que apreté con firmeza. El asintió y luego desaparecimos por un enorme pasillo.

— Esto no se queda aquí Dukesa –dijo uno de ellos.

— Ese tal Matt y tú, la pagaran –exclamo un segundo.

Daba igual, por ahora, parecía que Dios me había ayudado o tal vez solo había sido una gran coincidencia.

— Entra ya –grito y me aventó dentro de una celda.

Al levantar la vista veo a una chica parada frente a mí, con un cigarrillo en los labios y las cejas arqueadas.

— Esa es tu cama – señaló la del lado izquierdo.

— Gracias...

— ¡Jane! –me extendió la mano.

— Farah –le devolví el saludo.

— Tengo el sueño pesado...

— ¿Qué? –pregunté confundida.

— Por si necesitas llorar, la primera noche nunca es sencilla –dijo y se sentó a la orilla de su pequeña cama.

— No debería estar aquí...

— Ya veo, muchas dicen eso, pero eso no cambia nada, de hecho, sólo lo empeora.

Me acurruqué en la cama, que estaba tan fría como dura, el colchón era apenas reconfortante y el lugar olía a rayos. Tan simple como tener una taza de baño a dos metros de mí. Me encojo en forma fetal y me cubro el rostro.

DUKESA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora