De corazones rotos

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Había tenido las llamadas desilusiones en el pasado y las confundí con corazones rotos, era una niña del verano entonces y no es que no quisiera las personas que habían sido parte de mi vida en su momento, es solo que los sentimientos que había tenido no habían madurado, eran intensos y frágiles cual cristal por lo que las pequeñas brisas de incertidumbre y miedos se percibían como torrenciales de los que quería huir de cualquier manera, desde que tengo memoria siempre he sido una amante del drama y romance que sueña con tener una historia de ellas o al menos poder llegar a experimentar una etapa de ellas aunque preferiblemente no fuera la del llanto, así que las primeras ilusiones que había tenido las tomaba y me aferraba a ellas con la esperanza de durasen toda la vida o que fuesen tan intensas y memorables al grado de pasar por alto muchas cosas que me hicieron daño, hoy viéndolo en retrospectiva no debía pasar por tanto ni con algunas personas, el tiempo me ha ayudado a entender que era bastante vulnerable, había deseado ser mucho más fuerte de lo que alguna vez he sido quizá solo haber sido mas firme en algunas situaciones sin embargo ahora me queda la certeza de que siempre se está en constante crecimiento y desarrollo personal, he atravesado cada etapa tratando de hacerlo lo mejor posible.

Eso jamás me eximio de sufrir dolores emocionales que en ocasiones se sienten en cada musculo y fibra de nuestro ser, cuando eso pasa consciente o inconscientemente volvemos a nuestro lugar seguro con las personas que amamos, nos aman y cuidamos mutuamente, pueden ser nuestras familias, amigos o sitios con los que estamos estrechamente relacionados como una casa, un árbol, un santuario personal, pero hay ocasiones en las que eso no basta el dolor sigue presente no creo que ni siquiera nosotros mismos no lo comprendemos y eso nos da una inestabilidad que llega a producir peleas o discusiones con las personas que están cerca de nosotros, cuando pasaba por estas desilusiones mi mamá suele mirarme de reojo y sin decir nada cuando estoy en mi cuando se recuesta a mi lado; me abraza y me acaricia la cabellera mientras me dice que ya pasara, que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista, las lágrimas no salían de mis ojos mientras le contaba la historia de la ocasión, ella esperaba a que terminara de hablarle para que pudiera darme su opinión o consejo según lo que creyera mejor a pesar de que volvía a recaer con la misma persona per ella jamás invalido mi sentir y tampoco lo minimizo todas sus palabras eran tan cálidas y sabias por otro lado mi papá solía decirme que cuando encontrara a la persona que me quisiera lo sabría y jamás seria alguien que hiciera sentir tan mal y menos usando cosas que sabe que me lastiman, luego de eso me abrazaba y compraba mi chocolate favorito de camino a casa es ahí donde entendía sus palabras pero como cualquier adolescente me volvía a ver donde todo iniciaba, era un ciclo repetitivo, uno del que pude salir y llame corazón roto, y no un logro desbloqueado, no había visto las ventajas de no estar con esa persona, el que mis tardes ya no fusen sesiones de horas de llanto, dejar de ser tan dependiente emocionalmente de un mensaje suyo, superar cada estrago requirió de mucho trabajo, no me había dado crédito por ello, fue en ese momento que tuve mi corazón roto, cuando entendí que no debí haber pasado por lo que pase, el día de mi cumpleaños luego de eso llore tantos mares que hubo un punto en el que temía no para, mis parpados habían doblado su tamaño con la hinchazón, sentí que me había fallado por aceptar tratos tan malos de quien decía quererme, y la razón por la cual lo hacia era tan nula, no me antepuse a mi misma cuando lo requería, todo lo que llegue a cambiar para ser lo que el esperaba que fuera, ese ha sido uno de los peores cumpleaños que he tenido en mi corta existencia, luego de llorar me metí a bañar para limpiar toda evidencia de tristeza, no quería que mi familia se diera cuenta y se preocuparan por mí, lo que más recuerdo es que me hundía en los brazos de mi familia, me sentía tan querida que el corazón me daba vuelcos, creo que jamás sabemos cuan felices somos, al ser una soñadora empedernida no pude evitar apagar las velitas de mi pastel deseando quererme siempre mas que a nadie y estoy en proceso de ello, trabajo mucho en que mis decisiones y elecciones me hagan feliz.

Con los días lejos de crecer me comenzaba a minimizar, me culpaba de mi propio dolor, me decía que las personas que quería no me rompían el corazón, eso lo hacía yo, esperaba tanto de ellos que me imaginaba lo mejor de la todos sin considerar que yo también tengo mis malos momentos, estaba tan mal que incluso llegue a culpar al karma por mi sentir, porque las personas no me quisieran como yo esperaba. perdí muchas de las cosas que gustaban, tenia tanto miedo de salir de ese punto, era lo que se había vuelto mi lugar durante una temporada, sin que lo quisiera mi familia se dio cuenta de lo apagada que estaba, mi papá decidido intervenirse sentó conmigo en la cocina para tener una platica seria a cerca de que la vida es muy difícil y cruda, que con el tiempo eso solo seria un beso de la tormentas que en su momento tendría que atravesar, quizá algún día llegaría a entender lo que me explicaba, no lo decía por estar molesto ser cruel conmigo pero tenía que mostrarme lo que me negaba a ver, no quería ni pensaba obligarme a salir de ahí, más bien estaría para acompañarme y apoyarme en el proceso, siempre regrese con mi papa para que me mimara y consintiera, en casa cuando hacíamos las tareas el me ayudaba con las herramientas y las actividades pesadas, del mismo modo mi hermano ayudo mucho con mi ánimo, me distraía viendo películas juntos, jugábamos en las tardes futbol afuera de la casa, salíamos a comprar dulces o caminábamos por el pueblo sin mas motivo que despejarnos, siempre hemos sido unidos pero hubieron momentos en los que ambos cuidábamos mucho más ese vínculo.

Mi papá había tenido razón cuando dijo que eso solo habría sido un beso de las tormentas que vendrían después, no había sabido lo que son los inviernos de la vida, en esos momentos uno no sabe de donde proviene cada estocada que sentimos nos mata por dentro, hoy sé que ha habido batallas tortuosas de las que he sido espectadora y me han helado la sangre, las llore con gran pesar, aun sin ser una persona activa en ellas.

Siempre hemos de cargar con parte de las tristezas que atravesamos con suerte en el camino de la vida la carga vaya aligerándose, aunque también puede que las sigamos acumulando y no dejemos nada de ella, habrá días en los que nos las siéntanos a mí me pasaba durante los días soleados cuando caminaba por mi casa, mientras veía los brotes del maíz que cultivamos, a veces solo me hacia falta ver a mi familia sentada a la mesa durante la cena para dar gracias por la fortuna de tenerlos conmigo. Cuanto mas tiempo pasaba contigo tu ya eras también mi lugar seguro, cuando me abrazabas nada me asustaba, te contaba todo cuanto me pasaba y lo que sentía.

De amor, otoño e ilucionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora