Michael Myers One-Shot's| Halloween

Leaving him alone

Michael es bien conocido por producir una masacre en el día de Halloween y en otros días pero en esa misma festividad se produce una carnicería, nadie sabe cuál es su escondite para evitar ser encontrado ya que la policía no sabe dónde se resguarda al ser muy escurridizo, increíble debido a su gran tamaño y dimensiones.

Pero lo que menos pensarían es que su escondite es en la casa de una jovencita de veintitrés años que se dedica a trabajar en mercadotecnia desde su casa porque detesta salir de su vivienda.
¿No me creen? Lleva viviendo tres años en Haddonfield y sus vecinos solo la han visto pocas veces, usa un servicio online para que le hagan las compras del hogar y se las traigan a casa sin la necesidad de salir, solo están seguros que ella está viva porque tira la basura o porque la ven decorando su casa para festividades como Navidad o Halloween.

En Japón los llaman Hikikomori, pero en nuestro idioma los conocen como "Ermitaños".

Y por supuesto, al asesino de Halloween le gusta eso, significa que su juguete más importante estaría en casa y solo para el, porque para Michael desde el momento que te tomó de rehén sin que te dieras cuenta en tu propia casa fuiste suya.

Pero ahora había un problema, tenías que salir de viaje por un trabajo que tenías en Nueva York y no sabías cómo se lo dirías a Michael sin que se enojara o haría una de sus maldades ya conocidas.
No te emocionaba el viaje, significaba tener que salir en avión entre mucha gente que era lo que te generaba un estrés agudo en el cuerpo, la taquicardia y los escalofríos que terminaban en lágrimas.

Pero lastimosamente trabajo es trabajo.

Y hoy era el día en el que le dirías que saldrías de viaje, habías hecho lo mejor que pudiste esta semana para prepararlo con la noticia, entre eso significaba que le hacías un desayuno muy dulce, increíblemente dulce para tu gusto.

—Michael, ¿Podemos hablar un momento? —Hablar en forma metafórica ya que el asesino de dos metros no hablaba pero te miraba y movía su cabeza en reacción, significaba que te ponía atención. La Forma estaba en la cocina robando lo último que quedaba del pastel que habías hecho hace cinco días, aunque siendo honesta, la mayoría de veces que hacías algún postre era para Myers, te gustaba el dulce, pero estabas segura que si Michael estuviera en La fábrica de Willy Wonka nunca quisiera salir de ahí.

Regresando a lo que estábamos hablando, Michael no tenía su máscara puesta, por lo tanto, su cabello rubio desalineado y con uno que otro nudo caía sobre su rostro. Se podría decir que eres la única en este jodido mundo con la que se quitaría su máscara y estabas feliz de que el te haya dado una confianza tan enorme como esa. Te hacía sentir feliz.
El te miró fijamente, solo con esa mirada de vacío tan característica de el, lo que significaba que podías hablar como si te estuviera dando un especie de permiso o algo así.

—Ya ves que a veces tengo que salir de casa para un trabajo y me hablaron de Nueva York y, me pidieron si podría ir mañana.— ¿Alguna vez se ha mencionado que Michael tiene una mirada tan pesada que a veces llega a incomodar? Era como si pudiera mirar a través de tus ojos, eso era cuando el quería que supieras que te estaba mirando, de lo contrario podía mirarte como si fuera una brisa pasajera y delgada, y aunque no eras buena leyendo a las personas durante los tres años junto a el, sabías que estaba enojado.

—Es por cosas de trabajo Michael... Regresaré pronto...—Te levantaste del sofá para ir a dónde estaba el rubio quien no apartaba la mirada de ti.

Te sentías una cosa tan pequeña al lado de Myers, aunque todos eran pulgas al lado de el. La cosa es que no fue buena idea acertarte a el ya que te tomó del cuello.

En efecto, estaba enojado.

Por reflejo pusiste tus manos en el antebrazo de el, pero seamos honestos, ¿Que vas a lograr con tus pequeñas manos a comparación de la anatomía de Myers?
Y aunque por más que te encanta que Michael te tomara del cuello y te ahorque, tenías que tranquilizarlo y darle a entender que no estás huyendo de el, como las otras veces.