Cap 22 Quiero ser una adolescente normal y no tener tetas enormes

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Julia se miró su escote y vio como sus senos crecían un par de tallas, miro a sus amigas y cogió a Miriam de la mano:

-Nosotras nos encargamos de Lisney y vosotras ir a una cita...Hay que cambiar los planes por vosotras, quería ir pero hay tantas cosas que arreglar.

La profesora tiro su ultima botella de ese liquido al suelo, ya la había mezclado todo con la leche que se serviría por la mañana en el comedor, la desquiciada mujer estaba deseando tener su mundo en esas cuatro paredes de mujeres de grandes pechos. Lisney se miro su escote y veía como podía hacer que crecieran sus pechos, como se apretaban contra su sujetador y se relamió:

-A ver quien puede pararme, cientos de hombres pasaron de mi durante años por estar como una tabla....imbéciles.

Tras de ella apareció Julia y Miriam intentando pararla:

-Lisney para esta locura....

La profesora se giro al escuchar esa voz, se abrió el escote rompiendo su sujetador y mostrando sus pechos, que no cesaban de crecer:

-No, nunca ya por fin soy una mujer deseada, del tamaño de tetas que siempre he deseado-Miro a Miriam-Se que eres una aprovechada por ganar dinero, ayúdame y te daré la mitad de lo que gane, imagina lo que podemos sacar con esta oportunidad de crecimiento tetal....

Julia negó con la cabeza y se quito su camiseta, se quito el sujetador y dejo que también sus tetas comenzaran a crecer.

-Yo quiero ser una adolescente normal, tenia una talla normal de pechos, pero a hora las puedo tener gigantescas, déjalo y ayuda a Jasmira a encontrar una solución....

Lisney negó con la cabeza y se acercó a Julia, le cogió fuertemente de la cintura, las dos mujeres se miraron a los ojos, mientras que sus pechos se apretaban entre ellos, sin cesar de crecer:

-Nunca mas ser una tabla de planchar....

Miriam cogió una sartén de la cocina y se acerco a las chicas, solo podía pensar en el dinero que podía ganar y le dio un sartenazo a Julia, haciendo que cayera al suelo, por el peso de sus grandes pechos. La profesora sonrió cogiéndose los pechos y apretándolos, bañándolo todo de su leche materne de color rosita:

-Ja ja ja, ayúdame, Miriam, y le llevaremos a la maquina ordeñadora...

El gran experimento femeninoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora