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Izuku Midoriya era la clase de omega que quiere todo alfa en su cama.

Era hermoso, en todo aspecto, tanto en cuerpo como en personalidad.

Tenía un cuerpo de modelo que hacía a cualquiera caer a sus pies si él se lo pidiera.

Un hermoso rostro, piel de porcelana con pecas esparcidas en sus mejillas que lo hacían ver adorable.

Un hermoso pelo rizado color verde.

Además de un adictivo olor a fresas.

Era todo lo que representaba la palabra omega.

Pero no solo era un adorno bonito que pones en una vitrina y lo desechas cuando ya es muy viejo.

El era una de las personas más ricas del país. Era diseñador y modista de vestidos de novia.

Podía sonar como algo simple, pero Izuku tenía un talento único.

Desde que era pequeño siempre le había gustado las revistas de moda que leía su madre.

Cada tarde se sentaba enfrente del televisor para poder ver un programa de modas y de pasarelas.

Cualquiera hubiera pensado que el pequeño omega quería ser un modelo algún día.

Pero eso no era lo que le interesaba al pecoso.

Lo que le llamaba la atención era esos costosos vestidos que usaban las modelos, después de todo era el espectáculo principal de una pasarela.

Así que con cualquier cosa que tenía en la mano trataba de hacer su propios vestidos.

Desde su propia ropa hasta manteles que le robaba a su madre.

Recibiendo reprimendas ya que cuando Inko se daba cuanta de la ausencia de sus manteles o cortinas se encontraba con su pequeño cachorro cortándolas y tratando de coserlas con pegamento blanco haciendo de las telas un desastre.

Pero no detenía a Izuku de seguir confeccionando lo que su pequeña cabeza se le ocurría.

Tenía cientos de libretas con bocetos de próximos vestidos que haría cuando tuviera su empresa.

Y así fueron pasando los años entre haciendo experimentos con telas viejas que podía conseguir, hasta estudiando en una de las mejores escuelas para poder tener su propia empresa.

Después de largos años de sudor, lágrimas, rechazos y burlas, ya que en una sociedad en donde los omegas los veían como lo más bajo, pudo ser reconocido.

Haciéndolo el mejor diseñador de todo japon.

Toda persona quería sus vestidos, desde gente muy rica hasta famosos que querían tener el vestido de sus sueños hecho por el.

Había puesto varias tiendas donde sus vestidos exclusivos se vendían a precios elevados por ser los mejores del mercado.

Toda chica quería un vestido para su día especial.

Y no les importaba pagar un ojo de la cara con tal de tener un vestido de el diseñador y modista Izuku Midoriya.

Sus vestidos eran modelados en las pasarelas más famosas del mundo siendo vistos en las televisoras, revistas y páginas de internet.

Ahora se encontraba en su nueva y lujosa mansión sentado en el comedor disfrutando de su desayuno mientras miraba los grandes ventanales de daba vista a su jardín.

Pero no todo era color de rosa, podía ver a su esposo Kai Chisaki gritando algo en su teléfono.

Llevaban cinco años casados y se sentían como una eternidad.

Entre Patines Y Raspones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora