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Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú

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Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú. Y Soobin debía escabullirse un par de segundos cada diez minutos para responderle a Yeonjun.

Leyó el último mensaje que le había mandado el castaño, mordiéndose el labio con una sonrisa al ver la foto que le había enviado desde la universidad con el cabello desordenado y una carita de sueño que Soobin encontró adorable y completamente besuqueable, inconscientemente, los labios de Yeonjun hacían un pequeño puchero hacia la cámara.

Se la habían pasado mensajeando como locos, Yeonjun últimamente no se había aparecido por la cafetería y Soobin se enteró que era por estar en periodo de exámenes. Por lo que su único recurso para no perder contacto con él, era a través de Kakaotalk.

Cada día sentía más aquella conexión con Yeonjun, como si algo los incitara a buscarse aunque sea de la más simple manera. Jamás quedaban sin
tema de habla. Soobin estaba maravillado de que por fuera, Yeonjun se viera introvertido y varonil, pero su personalidad era la de un chico dulce, amistoso y torpe que no sabía decir que no.

—Ryujin, necesito hablar contigo un momento, sígueme—escuchó la voz de su jefe y su teléfono resbaló un par de veces de sus manos antes de atraparlo y sostenerlo contra su pecho. Vió a la castaña algo frustrada desaparecer por la puerta de la cocina, y por un momento se preguntó que pudo haber pasado.

Su teléfono vibró contra su pecho, un nuevo mensaje le había llegado. Desbloqueó el aparato y leyó como Yeonjun le exigía que era su turno de enviarle una foto de lo que fuera que estaba haciendo.

Mordisqueó su labio, y abriendo su cámara frontal, se retocó un poco. Desordenó sus cabellos y revisó si su sutil maquillaje no se había corrido. Tomó una foto de costado, sin quedar satisfecho con el resultado. Bajó la cabeza hasta su blusa, y desabrochó el botón de más arriba, dejando a la vista parte de su pecho y clavículas,
y, recordando que Taehyun le había pasado un chocker-nunca supo específicamente el por qué-lo sacó de su bolsillo y se lo ajustó a su cuello. Era una simple tira de gamuza negra y fina, con una piedra preciosa pequeñita en el centro. Soobin volvió a abrir su cámara y tomó otra foto en la misma posición, quedando satisfecho esta vez al verse más bonito, y enviándola sin dudarlo a Yeonjun.

Dejó el teléfono de lado al llegar un cliente, y se entretuvo por un par de minutos mientras tomaba la orden y hacía con extrema delicadeza y agilidad el bubble tea. Le encantaba su trabajo, el olor de diferentes hierbas, especias o frutos secos se mezclaba en su nariz de forma exquisita y jugar con las máquinas era una de las formas de pasar el tiempo. Ser barista al principio le había resultado muy difícil, pero ya lo manejaba bien.

Cuando volvió a desocuparse, desbloqueó su.teléfono y se sentó en una silla frente a la caja registradora, pero casi se va de hocico al suelo al ver el mensaje no leído de Yeonjun.

Yeon

Te ves lindo con choker.

Soobin se llevó el dorso de su mano a la boca y mordisqueó la piel arrugando la nariz, chillando lo más bajo posible para no alertar a los clientes ni llamar la atención de su jefe.

Yeonjun definitivamente le estaba coqueteando, y él se dejaba hacer sin ningún tipo de resistencia, porque muy en el fondo, le encantaba tener la atención de Yeonjun, le encantaba su nueva cercanía y que el castaño le adulara cada vez que se retocaba un poco más de lo usual. El chico parecía estar tan al pendiente de él, darse cuenta de todos los detalles de su parte y corresponderlos de igual manera.

Soobin se acurrucó contra si mismo en la silla donde estaba, llevándose los dedos a los labios y sonriendo con alegría. Una felicidad y un sentimiento cálido asentándose en su estómago con fuerza.

Sentía que Yeonjun era para él, y él para Yeonjun.

Pero Soobin había ignorado su más grande problema, que ahora salía echando humos por las orejas hacia las mesas vacías para retirar la vajilla sucia.

Al día siguiente, Yeonjun nuevamente había llegado sin las intenciones de ver a Ryujin, si no a él

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Al día siguiente, Yeonjun nuevamente había llegado sin las intenciones de ver a Ryujin, si no a él. A Soobin le tocaba cerrar la cafetería hoy, por lo tanto, la compañía de Yeonjun desde las 9 hasta las 10 y media-horario en donde casi nunca habían clientes-se le hacía lo más anhelado.

Soobin despidió a las 10 al último empleado que quedaba, quedando solamente él y Yeonjun durante la media hora restante en donde tendría que verificar que todo estaba en orden antes de cerrar.

—¿No prefieres irte a casa? Es tarde ya—habló Soobin, él en realidad no había querido decir aquello, pero tampoco quería obligar a Yeonjun a que se quedase junto a él y fuera a dejarlo a casa.

El chico esta vez llevaba una camiseta negra normal con una bomber
jacket para cubrirse del frío, había comenzado octubre y las tardes se hacían cada vez más heladas. Yeonjun llevaba un par de papeles en mano, que Soobin supo que eran partituras, y un portaminas el cual mordisqueaba el extremo con sus dientes. El castaño levantó la vista hacia Soobin, arqueando una ceja incrédulo.

—¿Acaso no te gusta mi compañía?— Soobin soltó una risita, negando con la cabeza y rodeando la barra para acercarse a él y sentarse en la silla de al lado.

—Sabes que no es eso—Yeonjun le sonrió, dejando caer una mano y volver su vista hacia los papeles. Soobin la miró, antes de acercar la suya para que se rozaran suavemente, uno de los dedos de Yeonjun amagó en envolverse con el suyo, y Soobin no pudo decir que no, terminando por enredar su dedo indice con el de Yeonjun.

—¿Sabes? Es probable de que despidan a Ryujin—Yeonjun no despegó la vista de las partituras, y Soobin frunció el ceño. ¿Despedirían a Ryujin?¿Por qué?

—¿Por qué?

Yeonjun se encogió de hombros, desinteresado. Y Soobin frunció aún más el ceño.

—Ya no me cruzo tanto con ella, creo que me evita—el pelinegro incontables veces notó como la chica parecía estar cada vez más lejos de él, como no le hablaba ni le saludaba como antes y solamente cuando era necesario, y como la actitud hostil de Ryujin parecía salir cada día más a flote.

—No tengo ni la menor idea, Ryujin está rara, no la estoy tomando demasiado en cuenta estos días— Yeonjun guardó las partituras y el portaminas dentro del bolso lleno de dibujos y parches al costado de su asiento—¿vamos? Ya son las 10:15.

—No tengo ni la menor idea, Ryujin está rara, no la estoy tomando demasiado en cuenta estos días— Yeonjun guardó las partituras y el portaminas dentro del bolso lleno de dibujos y parches al costado de su asiento—¿vamos? Ya son las 10:15

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𝑭𝑶𝑹 𝑴𝑬?=ʸᵉᵒⁿᵇⁱⁿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora