Una chica miraba afuera de su casa como su hermano estaba discutiendo por teléfono, sabiendo gracias a él que la persona a través del otro lado era su madre, quien le informaba a última hora que fue inscrito en otra escuela.
El sol se estaba escondiendo, dejando paso a la noche dentro de poco.
Ella estaba dentro de la casa que compartía con su hermano, ya que sus padre no estaban en casa debido a sus trabajos, no por las horas laborales, era porque estaban en otro lado del país.
Hace no mucho estaba en su habitación, viendo unos vídeos en su computadora al no hacer nada mejor que hacer. Ella estaba ahí mientras su hermano mayor afuera de la casa entrenando como siempre lo hacía. Parecía ser alguien adicto al ejercicio si lo mirabas ahora, pero la verdad es que lo hacía por salud y para estar en forma, como cualquier otro adolescente.
Era tan tierno.
También lo hacía para tener la fuerza para protegerla, claro, después de todo era su hermanita y el tener la fuerza para cuidarla era una prioridad por palabras de su madre. Además, sabía que en su grupo de amigos había uno realmente obsesionado con hacer ejercicio, ¿tal vez le haya pegado algo de compromiso tan saludable al cuerpo?.
Se levantó de su asiento, camino hasta la ventana que daba al patio pequeño de la casa y ahí lo vio haciendo flexiones.
Su cabello rubio era claramente distintivo, bastante rebelde... nunca se cepillaba y tenía la misma forma siempre. Estaba cubierto con una ligera capa de sudor por llevar ahí un buen rato. Tenía una buena figura que simulaba la de un artista marcial siempre que intentaba describirlo, como el de Bruce Lee, tal vez.
De encogió de hombros mentalmente.
Tenía hambre, así que dejó la computadora encendida por el momento y decidí bajar a la cocina para ir a buscar algo que comer. Tomo unos segundos y llego a su destino con hambre. Se dirigió a buscar unas galletas y algo para tomar, haría que pasara su hambre, después de todo el final estaba llegando a su fin y mañana comería el desayuno.
Ignoró los envases de ramen que tapaban las galletas, tomo uno de los paquetes y cerró el compartimiento para ir a buscar algo para tomar.
El sonido de un teléfono la detuvo.
Al voltearse vio el teléfono que estaba en un mueble, teniendo al lado un florero y una fotografía de la familia a la que pertenecía. Dejó su hambre de lado y ganas de comer para ir a recoger la llamada.
Al levantar el teléfono lo puso en su oído.
???: ¿hola? ¿Quien habla?.
???: ¡Hitomi-chan! -dijo felizmente al hablar con su hija, en seguida se dibujo una sonrisa materna en su rostro-.
Hitomi Uzumaki era el nombre de su adorable niña. Si ambas estuvieran al lado de la otra dirían que no tienen nada en común... y tendrían razón, ya que su niña eran su hija adoptiva. Físicamente no compartían cosas similares, pero en cuanto a personalidad era diferente dependiendo de la situación.
Hitomi: ¡oh! ¿Mama? -preguntó felizmente al poder hablar con ella después de días sin hacerlo. Sabía que ella sí tuviera la posibilidad lo haría todos los días, pero su trabajo le ocupaba más tiempo del que tenía-.
Kushina: ¡exacto mi niña! ¿Como has estado? ¿Están los 2 bien? ¿Has comido tus verduras y ramen? ¿Tu hermano tiene novia? ¿Estas...
Hitomi: bueno...
Kushina: ¿eh? -volteo a ver una mujer con cabello negro que le tenía que decir algo. Era una de sus mejores amigas- dame un momento, Hitomi-chan.
No dejo el teléfono en el mueble, necesitaba darle la noticia de que su madre había llamado a su hermano y seguramente querían hablar entre los 3 de lo que había pasado hasta ahora en sus vidas, dependiendo también del tiempo que tengan.
