El arco de Ban Yue... ¡otra vez! (pt. I)

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El pequeño local de comida quedó completamente en silencio cuando dos mujeres de gran belleza entraron a este. La más baja tenía un rostro amable, casi inocente. Sus ojos eran del color del sol, iluminando a la persona en la que estos se posaran. La túnica verde agua que se ceñía a su esbelta figura solo resaltaba el tono rosáceo de su piel. La larga cabellera castaña se movía de un lado al otro, mientras la mujer caminaba rítmicamente hacia una mesa.

Agraciados eran los ojos que la seguían. Sin embargo, los espectadores no podían permitirse mirar durante mucho tiempo, pues la otra mujer que venía detrás los observaba de manera mezquina, como diciendo vuelve a mirarla y haré que te comas tus propios ojos.

Esta mujer era más intimidante. Su mirada era profunda como el mar, capaz de ahogar a quien se propusiera. Todo en su rostro concordaba con su actitud, gélida como el jade. El cabello y las túnicas negras se mezclaban, y en su andar parecía flotar en una nube completamente negra.

—¡Ming Yi, esta mesa me gusta para comer!

Por su puesto, estas dos mujeres no eran nadie más que Shi QingXuan y He Xuan. Este último se había dejado hacer y deshacer por el Señor del Viento desde que aceptó acompañarlo al paso de Ban Yue. Habían paseado por el pueblo más cercano, llegaron a ese pequeño local de comida porque Shi QingXuan lo pidió, ¡e incluso aceptó tomar forma de mujer para complacer al dios!

Tch, debí elegir un tamaño más pequeño, la espalda me está matando...

Ambas tomaron lugar en la mesa que Shi QingXuan había señalado antes.

—Pide ya la comida para que nos podamos marchar rápido, no me gusta cómo nos observan esos sujetos.

—La comida aquí es deliciosa Ming-Xiong, ¡tú también pide lo que quieras, hoy invito!

El dueño del lugar se acercó para tomar su pedido.

—¡Ah, señorita! Hace un tiempo que no viene, ¿va a pedir lo de siempre?

—¡Por supuesto!, Ming Yi, ¿tú qué pedirás?

He Xuan se aclaró la garganta. Con que puedo pedir lo que quiera, eh. El sinvergüenza aprovechó esta oportunidad y pidió todo el menú. A pesar de ser un fantasma, había en él una sensación de vacío que, sentía, debía ser llenada con lo primero que encontrara. Claramente, era el tipo de persona que se comía sus problemas.

Con una mirada gratificante, el dueño se alejó de la mesa para preparar sus órdenes. Shi QingXuan, por su lado, parecía más asombrado.

—Eh, Señor de la Tierra, ¿está seguro que podrá comerse todo eso?

—No veo porqué no... —unos segundos después, pareció recordar algo— ese señor, ¿a qué se refería con que hace un tiempo que no vienes?

—Oh, me gusta mucho la comida que preparan aquí. Vengo cuando no tengo que cumplir con mis deberes con los devotos, —dijo, recargando su rostro en ambas manos— siempre le digo a mi hermano que venga conmigo, pero nunca ha aceptado.

Al decir esto último, se asomó en su fino rostro una breve expresión triste, que a los segundos se convirtió en una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Eres la primer persona que traigo que podrá probar su comida! ¿Te gusta el congee, Ming-Xiong?

He Xuan se encontraba en un dilema. Por una parte, de alguna manera le entristecía saber que el Señor del Viento venía a un lugar así a comer solo, ¿cómo era posible que uno de los personajes más extrovertidos del libro hiciera algo así? Sin embargo, al saber que él era la primer persona que acompañaba a Shi QingXuan a comer a su lugar favorito se sintió, de alguna manera, cálido. Si He Xuan no fuera un fantasma y tuviera un corazón que bombeara sangre, probablemente se hubiera sonrojado. Lo único que pudo hacer fue mirar y sonreír suavemente.

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