II

119 16 8
                                    

Donnie abrió sus ojos para encontrarse con el techo de su habitación, confundido, parpadeó y lamió sus labios tratando de recordar como es que había llegado ahí y porqué es que sentía la garganta tan reseca.

Intentó levantarse solo para que un dolor sordo al final de su columna se lo impidiera y le diera sus respuestas, hubiera gritado si pudiera, en cambio, se conformó con un jadeo y enterrar su rostro entre sus manos mientras los recuerdos comenzaban a llegar y la bilis se arremolinaba en su estómago; flashes del cuerpo de Leo sobre el suyo, de las manos vagando por todas partes, los besos ásperos, la sangre y…

La bilis subió por su garganta con rapidez y las lágrimas nublaron su visión, negó aún cuando el hacerlo sólo le mareaba más e intentó en vano el respirar profundo buscando el calmarse.

–Don…

Sollozó mientras levantaba su rostro solo para encontrar los orbes preocupados de su hermano de bandana roja.

Parado en la entrada de la puerta luciendo terrible, estaba Rafael, sus ojos parecían casi sin vida, bolsas oscuras bajo ellos, la piel de un verde pálido, se preguntó vagamente si así se veía su hermano ¿Cómo lucia él mismo?.

Carraspeó y sorbió un poco, su mirada bajando a la sabana que lo cubría–. Lo siento–se atragantó con un gemido–. Lo siento de verdad Rafa–susurró, las lágrimas llegando con renovada fuerza–. Te juro, intenté... Lo intenté pero yo–

Negando, el mayor cayó de rodillas al lado de la cama del menor y tomó el rostro bañado en llanto entre sus manos más grandes, limpiando con ternura las gotas que ya habían surcado por completo–. Shshsh, Donnie no, tú no tienes nada que lamentar–murmuró con cuidado, sus ojos clavándose en los del joven–. Ninguno de ustedes dos, o incluso de nosotros, se lo dije a Leo–y Rafa ignoró el estremecimiento no tan sutil–. Y te lo digo a ti, si van a culpar a alguien, que sea solo a Hipno– respiro tembloroso–. No te culpes por algo así, no lo hagas Donnie, no dejes que gane.

Sentir los dedos de su hermano pasteando con suavidad por su rostro tenía al morado mareado, escuchaba las palabras del otro, pero era como si su cerebro no quisiera prosesarlas; se sentía sofocado, acalorado, como si su pecho estuviera siendo aplastado y sólo quería que el mayor dejará de tocarlo. Se maldijo internamente y cerró los ojos cuando las emociones felices de tener a Rafa consolandolo se mesclavan con la incomodidad de tener a alguien tocandolo, lo odiaba, porque muy dentro de él sabía que no se lo merecía, tenía la culpa y lo sabía.

Dejando escapar una bocanada de aire, tragó una vez más el bulto en su garganta y apartó su cara de las manos ajenas, fingió no darse cuenta de la mirada dolida de Rafael y se concentró en las sábanas que apretaba con fuerza entre sus dedos.

–¿Cuánto he pasado inconsciente?–preguntó en un vano intento de alejar todo su sentir, desvió su mirada y se cubrió un poco mas con la manta.

Dándose cuenta de que el joven quería cambiar el tema, se levantó de donde estaba arrodillado y camino hacia la salida–. Cuando llegamos al callejón... Ya estabas inconciente–mordió su labio–. No parecías severamente herido, así que cuando llegamos te acostamos en tu habitación y no la bahia médica, llevas inconsciente como 18 horas, respondiendo a tu pregunta… lo que sea que hizo Hipno...  Agradezco que no los mató–susurró al fin.

Asintió–. Aun me siento un poco débil, supongo que es parte de eso–comentó con suavidad, tallando sus manos por su cara en un intento por limpiarse de su desglose–. Yo…-volteó a todas partes buscando como escapar–. Necesito tomar un baño–dijo al fin, con suavidad.

–Claro ¿Necesitas ayuda?

–¡No!–la respuesta vino demasiado rápido y se arrepintió al instante cuando el dolor brillo en los orbes oscuros, negó–. Puedo hacerlo yo solo Rafa, prometo gritar si ocurre algo.

Asintiendo aun no muy convencido, dejo escapar un suspiro y apartó por fin la tela que cubría la salida–. Esta bien, esta bien ¿Tienes hambre? Mike esta haciendo sopa.

En realidad comer era lo último en la mente de Don en ese momento pero dio una ligera inclinación de cabeza esperando con eso apasiguar a su hermano mayor.

-Cualquier cosa estaré en la cocina.

Y con eso, el pargo dio la vuelta y salió por fin de la habitación sumiendolo en un sofocante silencio.

……………

De pie frente al espejo, Donnie no pudo dejar de recorrer su cuerpo observando con atención cada moretón, cada marca de dientes y chupetones que habían quedado esparcidos por su piel, parecía como si gritara propiedad de Leo ante cada parche que se rebelaba y las nauseas volvieron a hacer acto de presencia.

Con dedos temblorosos, paso suavemente por la mordida en su cuello, la más grande y la que más se destacaba, dejando escapar un quedo sollozo; las lagrimas rebosaron en sus orbes cristalinos pero se negó a dejarlas caer, tragó el amargo sabor de la bilis y se concentro en su respiración, lo último que quería era a su hermano entrando aún más preocupado porque no podía juntar sus estúpidas emociones como cualquier persona normal.

–Deja de ser un bebé–recriminó a su reflejo–. No eres el único con el problema, Leo esta metido en esto también y no lo escuchas quejandose como tú... sabes que es tu culpa-negó y golpeó el cristal–. Eres patético.

Y había algo que tenía más que claro, que aunque su hermano afirmara lo contrario, Donnie sabía muy bien que todo en lo que ahora estaban enrollados se debía en la mayor parte a él, si tan solo no hubiera bajado la guardia, si hubiera peleado más fuerte, si tan solo no fuera tan obstinado y estúpido para confiar en que le ganaría a su hermano aún cuando lo vio en ese estado... sabe que nada de esto habría pasado si hubiera corrido por algo de ayuda.

Deja escapar un nuevo suspiro y sus ojos vuelen a parar en la cicatriz en su cuello, esa que grita mío en todo el sentido de la palabra y reprime las ganas de quebrar el cristal ante una emoción que nace y desea que se vaya porque si es sincero consigo mismo, una parte de él esta más que contenta porque en el fondo siempre ha querido esto. El que su hermano lo reclamara ha sido un sueño desde que tiene memoria; está furioso, se siente asqueado porque incluso la idea de que hubo una parte a la que le gustó todo lo llena de miedo y repulsión.

No puede soportarlo, le pica la piel por todos lados, desea poder sacarse todo con solo tallarse pero sabe bien que así no funciona, que por mas que se restriegue seguirá en mal funcionamiento, su mente no se limpiara de esa manera, de esos pensamientos.

Quiere apagar a su cerebro, a las voces que le dicen que está mal, que hecho todo a perder, que le gritan que su familia lo odiará, que Leo le tendrá asco cada vez que lo vea.

Un golpe en la puerta lo saca de sus sentimientos en espiral y pasa una mano por sus ojos buscando eliminar las lágrimas aferradas a sus pestañas y se apoya con fuerza en el lavabo del baño.

–Donnie–escucha en suave murmullo–. ¿Estás bien ahí adentro? Llevas un tiempo ahí... La comida se esta enfriando.

Se puede calentar esta por decir, pero no quiere sonar grosero y sabe que su hermano de rojo sacó lo de la comida porque está preocupado.

Tomando aire, lame sus labios y carraspea antes de asentir–. Saldré en un momento, ya casi termino.

–¿Estás bien?–lo escucha preguntar y se ve sonriendo sin humor al espejo.

–Lo estoy–miente y se relaja un poco cuando escucha como el otro se aleja de a poco en poco, sus orbes vuelven a escanearse y no puede evitar aterrizar de nuevo en la marca de su cuello–. Patético–se recrimina y camina cojeando hasta tomar el picaporte.

Donnie estaba bien, se dijo a sí mismo como una garantía, un consuelo, algo para hacérselo creer y convencer de paso a sus hermanos. Donnie estaba bien... Solo estaba, un poco roto.

…………………..

Segundo capítulo arriba, viene más angustia en el siguiente.

Roto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora