1.- Amnesia

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Derek Schell, quien no debió menospreciar todo aquello que ya tenía a su merced, entregó todo, incluso arrebatándole todas las ilusiones a su mujer y todo el significado que ella tenía sobre el amor.

Claro que ya no conservaba todo ese conocimiento cuando despertó finalmente una noche de 1998. Por unos segundos incluso pensó que había muerto.

Se encontraba en un estado mínimo de consciencia, no tenía la posibilidad de hablar y hasta preservaba la certeza que era la canción la que lo había hecho volver.

Estaba cegado, confundido, somnoliento y fatigado. La desorientación lo consumía y no podía hacer nada al respecto, solo pudo sentir la tranquilidad de la dulce melodía que la mujer lograba transmitir.

Ella cantaba, tarareaba y hasta recitaba los sonidos de una canción que Derek no lograba recordar del todo, pero le hacía familiar y era justo por eso que tenía la creencia que ese pequeño deja vú lo había vuelto a la vida.

Aunque siquiera tenía en mente lo del coma, no hasta que la mujer empezó a hablar y lloriquear cuando vio que Derek había abierto los ojos y su cabeza ya sentía que le explotaba de tanto grito. Hasta resultaba difícil creer que era ella quien cantaba.

Toda la conversación de la mujer se resumía en un bucle de gritos que, a decir verdad, no eran un excelente remedio ni mucho menos algo semejante a consolación. "Oh, Derek, haz despertado, amor mío".

Se sentía como la princesita bella durmiente quien desorientada idolatraba al gran extraño que le había pasmado un beso solo porque creía ser amor verdadero. Eso no era amor, ni romántico.

Queria tanto girtarle a la cara del mismo modo que ella lo había hecho. Callarla, gritar y gritar hasta que sus tímpanos estuvieran sangrando; No sentiría remordimiento, no. Quiza estaría riendo alocadamente hasta que los doctores se sintieran obligados a detenerlo con las cintas que amarrarían a sus manos.

Pero Derek no podía moverse. No sentía nada en su cuerpo y odiaba no poder hablar. Sin palabras, incluso su aliento quemaba.

«Maldito estúpido. Ni siquiera puedes emitir una palabra que la haga cerrar la maldita boca.»

Como la odiaba. Y se odiaba a si mismo por no saber nada, no recordar algo. Maldecía haber despertado así.

¿Quién carajos era ella?

Su paz no volvió hasta que el doctor entró a la habitación e hizo todo lo posible para aliviar la presión de la cabeza de Derek (hasta deseaba que lo liberara de la presión emocional que sentía con la mujer observándolo a cada segundo con una gran sonrisa de par en par). No hizo más que ofrecerle asistencia respiratoria y medicamentos intravenosos. Cuando lo vio estable se fue dejándolo nuevamente con esa horrible y desesperante presencia que lo fatigaba. Realmente, no esperaba escuchar toda esa conversación irrelevante y sin sentido. Hasta cierto punto le hubiera gustado, además de la amnesia, poseer algún tipo de efecto que lo hiciera perder el sentido del oído. Si ella hubiese seguido cantando sin tanto alardeo, su despertar hubiera sido menos traumático.

Una enfermera, cuyo busto era más grande que su cara, entró a brindar atención extra.

—Entonces, ¿usted es la esposa? —Dijo sin quitar su mirada de la libreta en sus manos.

—Julie Harford. Si es que no te molesta.

—Bien, Julie. Él desarrollo amnesia y es probable que, si sigue mis indicaciones, poco a poco y con mucha terapia pueda regresar a su vida normal; Ahora él es incapaz de tener movilidad sobre su cuerpo, pero dentro de poco lo hará y comenzará a hablar con más fluidez. Será necesario un procedimiento e incluso medicamentos para aliviar la presión debido a la hinchazón cerebral.

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