2. Entre dudas y recuerdos

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Todo dentro de Derek seguía sin cambiar, se limitaba a hablar, tiempo después Meredith se alejó sin pelear, sin gritar y no había reprensiones. Derek lo notaba y sabia notarlo cada que su pequeña se negaba a sacarle tema de conversación. No reía frente a él y por un segundo pensó que había olvidado su sonrisa.

Se había vuelto egoísta y no supo prestarle atención a su familia, en cambio. Únicamente expresaba odio e ingratitud. Cosa que provocó todo un revuelo en la familia.

No era bueno. Nada bueno.

Fingió demencia hasta las siguientes 5 semanas de rehabilitación. Cuando Meredith se negaba a quedarse con su padre en las sesiones. Se iba con su madre y compraban un café, por lo menos la versión que Julie le contara y las cosas que le gustaría creer.

Meredith no le dirigía las palabras y sus historias fantasiosas se tornaban en la oscura realidad del egoísmo.

¿Qué haría entonces?

No podía seguirla ignorando.

¿Qué haría al enterarse que su pequeña hija se fue de casa porque era la única razón por la que se sentía feliz?

Entonces, y solo entonces ahí seria cuando finalmente se daría cuenta que sus crudas acciones y su egoísmo provocaron que su pequeño ángel huyera a un lugar más seguro y que la hiciera pensar que finalmente era merecedora de poseer estabilidad emocional. Lejos de él.

Solo que, en cambio, en ese momento ya sería demasiado tarde para cambiarlo y ya no habría forma de cambiar ese sentimiento de odio y ese trauma de un padre ausente.

—Mer, cariño— comento Derek aquella tarde de agosto en la que la niña acostumbraba observar el crecimiento de Hortensias y Jazmines azules escabulléndose para observar sobre la cerca a su vecino Marc. Él las plantaba en esas temporadas, así meses después podía cortar los tallos muertos de los Jazmines y de las hortensias ni hablar, envejecían, pero seguían viéndose sensacionalmente hermosas.

Derek no interrumpió cuando la niña no respondió a su llamado porque ella sostenía una bella conversación con su vecino.

—Mi dulce Meredith— saludo Marc con una enorme sonrisa que se pronunciaba y marcaba fuertemente aun por las arrugas. La pequeña sonrió vergonzosamente.

—¡Lo siento!

—Oh, no. Disculpas negadas. Es un enorme placer para este viejo que alguien se entusiasme por mi jardín. Sobre todo, un alma tan joven.

—No quería incomodarlo.

—No lo haces— sonrió muy amablemente.

Derek se decidió al fin en acercarse al hombre, él no se sorprendió cuando lo vio, solo mostro una cierta sensación de confusión.

No dejo de mostrar su sonrisa.

—Buen día— saludó Derek.

—Buenos días, joven... eh.

—Derek. Derek Schell.

—Marc Bosh— siguió y estrecho con gracia la mano del joven. Meredith se giró hacia su padre, no se acercó en lo absoluto—. ¿familiar o amigo?

—¿Disculpe?

—Nunca lo había visto por estos rumbos.

—Soy el padre de Meredith.

Hubo un pequeño silencio. Claro que Marc nunca hubiera esperado un reemplazo, por lo menos lo que el creyera. A lo que tenía conocimiento en el poco tiempo que Meredith y su madre se habían mudado a la casa de junto. Nunca vió a un hombre llegar y mucho menos se imaginaba que la pequeña tuviese padre.

¿Le habría mentido?

En su cabeza solo giraba la historia que le contaba la niña: Papá es un ángel, bajará del cielo. Mi mami me lo dijo.

—Supuse que el padre habría muerto, o algo parecido.

—Afortunadamente sigo aquí. Me parece que en mi accidente le hicieron creer a mi hija que había muerto.

—Así que, ¿Accidente?

—No recuerdo nada de eso, aunque quisiera contarle. Si lo hago, solo estaría mintiendo.

—No hubo lucha contra la amnesia, simplemente lo consumió cuando estaba en su punto más débil.

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⏰ Última actualización: Oct 25, 2022 ⏰

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