Capítulo 1: La bruja Maria

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En un pueblo pequeño donde todo el mundo se conoce o por lo menos han oído hablar de ti, vive un grupo particular de personas. Entre ellas se encuentra una mujer odiada por todo el pueblo, los niños tienen miedo de cruzar por su vereda, y los chicos temen siquiera mirar a su hija. Es una mujer malvada, muy religiosa y protestante a todo lo que sea. No importa qué, ella está en contra. Y que tiene un pasado que nadie sabe, o nadie dice. Todos la llamaban la bruja María. Yo la llamo, mamá.
Estoy sentada frente al espejo gigante que adorna el costado izquierdo de mi habitación, mi madre me peina el cabello negro en una enorme coleta alta, sin dejar que ningún cabello salga de su lugar. Luego termina de planchar mi falda, se queda esperando que me ponga el uniforme, una pollera de tablas roja con líneas verdes y azul. Arriba, una camisa blanca y una corbata roja. La falda me queda solo un poco por debajo de la rodilla. Mi madre odia que me ponga cosas corta o reveladora, alega que es para las niñas con padres despreocupados y depravados.
-Ya está algo corta, Catherine-me dice mirándome.
Trago saliva-No, está bien, por favor, mamá-le suplico que lo deje estar.
Suspira-Vale.
En el marco de la puerta se apoya Erick, mi novio, quien con muchas vueltas, pruebas e interrogación aceptaron mis padres "mi madre". Con la condición de que jamás se le ocurra por la mente quererme desflorar hasta el matrimonio Él es de estatura mediana cuerpo de deportista, de tés blanca y rubio de cabellos ondulado que siempre se mantiene corto. Me mira con esos ojos verdes y sus cejas anchas esperando que me desvista para él.
-Hola, Erick-dice mamá dándose cuenta de su presencia.
-Señora, ¿cómo está?-le pregunta amable.
-Tu camisa está un poco arrugada.
-Ah sí, mi mamá no tuvo tiempo está mañana.
-Dámela te la plancho. Él se quita la camisa enfrente de nosotras, Me quedo mirándolo hasta que mi mamá me hace seña para qué me volteé y le da una toalla para que se cubra-. Ya vuelvo. Se retira.
La mamá de mi novio nunca tiene tiempo para los quehaceres de la casa, pues, es una alcohólica adicta a gastar el dinero de su marido en productos para rejuvenecer. En cambio, el padre de Eric si es todo un hombre, sé que si hubiera tenido tiempo está mañana le hubiera planchado el mismo la camisa.
-Hola, amor-me dice acercándose y plantando un beso suave en mis labios. Sus ojitos verdes me dicen lo enamorado que está de mí. Sonrío y suspiro de la dicha-. Sabes, me prometiste algo para tu cumpleaños número dieciocho y cuento los días para ese momento.
-Sh-le chito y miro por encima de su hombro. Sí, le prometí que sería nuestro momento íntimo ¡Falta tan poco para mi cumpleaños!-. Lo sé.
-¿No te estás arrepintiendo?
-No-río leve. Sé lo que leo sobre sexo más de eso no sé.
No es que me arrepienta de habérselo prometido, es que la duda atemoriza mi mente con frecuencia, no me asusta si me va a doler o si no es como en las películas o libros, porque sé que no lo es. Lo que sucede es que tengo miedo de arrepentirme, de que no sea con quien realmente tenga que hacerlo. Cuando se lo prometí no pensé que llegaríamos al año con todas las restricciones de mi madre.
-Aquí está-dice mi madre. ¡Qué rápida! -. ¿De qué hablan?
-De clases-responde él guiñándome el ojo y agarrando la camisa para ponérsela. Me volteo para no mirarlo-. ¡Estoy!
Nos volteamos y agarro mi bolso-Estoy lista-digo y salimos por la puerta de mi habitación.
-Erick-llama mi mamá, nos volteamos-. Ya sabes ¿no? -le dice firme.
-Conduzco con precaución, y la mano del hombro para abajo está prohibida-le responde. Ella asiente y nos deja ir.
Afuera me subo a su auto, un descapotable viejo que su madre gano como premio, nunca me dijo premio de qué. Luego de unas cuadras me inclino para atrás para buscar la bolsa que me tiene preparada. La cojo y saco la falda de adentro, me quito la mía, llevo short debajo, me visto con la que está dentro de la bolsa. Es más corta, por encima de la rodilla. Como la llevan la mayoría de las chicas en el colegio
-Ella me mataría si se entera de que sigo esta locura tuya, yo no le encuentro problema a que tu falda sea larga-sonríe.
-Le tienes miedo-me mofo.
-No, solo veo razonable que te cuide tanto, sé que te sobre protege más de lo normal, pero no la culpo.
-Me cambio tres veces de escuela porque el portero me saludaba cuando entraba-aclaro. Él suspira y no dice más nada.
Mi madre no quiso tener una nena prefería haber dado a luz a un varón, pero por motivos que ella no controla, aquí estoy. Y es lo que le aterra todos los días. Es una mujer controladora, manipuladora, que juzga a todos y a todas. Es dura y estricta, pero es mi madre.
Llegamos al colegio, me bajo del auto rápido para acomodarme la falda, está algo arruga. Miro a mi alrededor, el enorme colegio privado ESFD. Es un edificio enorme, tiene sus años por lo que no han querido refaccionar; es un edificio histórico. Sus paredes se pintan de color naranja con frecuencia a pesar de que por la humedad la pintura no dura mucho. Eric me toma entre sus brazos y me aprieta con un poquito de fuerza.
-Te quiero, Cat-me dice suave.
-Me sonrojo-le digo. Veo a lo lejos asomarse una figura. Su mejor amigo. Drue-Viene Drue. Volteo los ojos y me separo.
-¿Por qué lo odias tanto?-pregunta, divertido. Antes de contestarle miro a Drue una vez más «Por qué está tan lindo» ¿Qué? ¿Yo pensé eso?
Detestar a Drue no sería la respuesta correcta. Estuve enamorada de Drue desde los siete años y por razón obvias no pudimos estar juntos. Años después es el mejor amigo de mi novio y es un cretino. Es un engreído que solo despilfarra la fortuna de su padre y se da de sabelotodo, además de meterse en muchos problemas. Eso me cuenta mi madre.
-No lo odio, solamente lo veo como algo innecesario para la humanidad.
Él le da la mano a mi chico y después me saluda con la cabeza-¿Qué hay, tortolos?
-Nos profesamos amor eterno antes que llegarás.
-Sigo sosteniendo mi teoría de que no van a durar mucho.
-¿Un año te parece poco? -le pregunta Eric y coge mi mano entrelazando mis dedos.
-Podía ser peor.
-¿Cómo peor? -le pregunto.
-Toda una vida juntos.
Entramos al colegio directo a nuestros salones de clases. Por dentro una oscuridad invade los pasillos, casi no entra la luz por las ventanas y los casilleros no se usan desde hace años porque están rotos o no tienen llave, así que cargas con tus cosas todo el día en tu bolso o mochila. Las personas que nos ven entrar siempre se quedan unos minutos. Seguramente se preguntan que hace una chica como yo paseándose por los pasillos con este par de dioses.
En mi salón me siento en mi silla de siempre junto a la ventana que da al gran estadio y cacha de futbol, es una forma muy buena de ver a los chicos, así interactúe con Eric por primera vez. Por lo general... Estoy sola. No tengo amigas porque no soy la clase de chica que hace pijamas o que sale a fiestas o a tomar un café. Es por eso que mi vida social se reduce a mi novio y al grupo de los populares, Jessica Philips; exnovia de mi chico, y Tamara Harrison; su mejor amiga y Drue. Para guardar apariencia, si soy la novia del chico más popular debo rodearme de las populares.
La profesora de Literatura entra al curso; soy la única sentada, todos están por los pasillos reencontrándose con sus amigos y charlando. Yo, entro y me siento en silencio hasta que el timbre suene retumbando por todo el instituto y de a poco vayan todos acomodándose en sus asientos.
-Cat-me dice ella con una pequeña sonrisita-¿Cómo estás? -me pregunta mientras acomoda sus cosas en el escritorio.
Mi profesora es una mujer joven, rubia y alta, de unos veintisiete años, no está casada, lo sé porque no lleva sortija en los dedos y porque debes en cuando almuerzo con ella y me cuenta sus anécdotas de fin de semana embriagándose en bares con sus mejores amigas de la Universidad. Se podría decir que es mi única amiga. «Patético»
-Regular-le respondo-¿Y a usted Señorita Dustin?
-Bien-contesta ella-Me puse de novia-sonríe.
No me lo esperaba.
Sonrío-Felicidades.
-¿Y cómo te va con este chico...?
-¿Eric? Asiente-Bien, estamos mejor que nunca.
-Cat-hace un silencio-Has pensado lo de unirte a un club... ya sea deportivo o artístico.
-Claro que lo he reflexionado. Ella asiente esperando mi respuesta. Niego-Mi mamá no me deja.
Ella sabe por qué no puedo hacer nada que los demás chicos sí-Debes hacer algo, Cat.
-No puedo demorarme en llegar a casa, es... Imposible. Agacho mi cabeza. Es la única que sabe que mi madre es una dictadora y que, a pesar de que quiere lo mejor para mí, mi lealtad en realidad se sostiene a base de miedo.
Ella siente pena por mí se le ve en la cara-¿Almuerzas conmigo hoy?
-No-le digo con pena. Es más divertido que almorzar con los populares; pero debo hacerlo-. Almuerzo con Eric y Drue.
-Sigues sin soportar a Drue eh-me dice con una leve sonrisa y con una ceja levantada. Siempre que le hablo de él, pone esa cara como si no creyera que realmente lo detesto. Ni siquiera yo me considero que lo detesto.
El timbre del recreo suena, de a poco comienzan a llegar mis compañeros. La profesora se sienta en su escritorio y desde lejos sé que me está mandando apoyo. Keisy me mira con una sonrisa pequeña, solíamos ser mejor amigas, pero mi mamá me alejó de ella porque su hermana mayor quedo embarazada a los dieciséis años y acuso a su padre de ser un abusador y que embarazó a su hija. Desde entonces, no hemos vuelto a hablar y sostengo la teoría de que toda su familia me odia. Incluso su primo Drue, es más fácil detestarlo si él ya me detesta.
Me siento junto a mi novio y apoyo mi bandeja de comida en la mesa. Abro mi jugo de naranja. Eric me besa la mejilla y continúa comiendo lo que su mamá le preparó. Yo prefiero la comida de la escuela, ya que tengo la oportunidad de comer carne, que es algo que mamá me prohibió. Solo puedo comer verduras, vegetales, pastas y alguna otra cosa que ella apruebe. Ahora mismo, amo lo que tengo enfrente, una hamburguesa con papas fritas y gelatina de proveniencia dudosa. La descarto.
-La profesora volvió a insistirme en que me anoté en alguna extracurricular-le cuento a Eric.
-No entiendo por qué no lo haces, anótate en cualquier clase y ya-se entromete, Drue-No sirven para nada.
-Sería bueno que fueras porrista-también se mete, Jess en la conversación-Para mantener el estatus, tienes que alentar desde la cancha a tu novio.
-¡Ni loca pensaría en ser porrista! ¿Si ven como se visten? -comento. Y me lamento al recordar que Jess y su amiga lo son.
Ella hace un gesto y vuelve a su celular. Así jamás haré amigos. No es lo que quise decir, sino que mi madre no me dejaría vestir de esa manera y dar piruetas abriéndome. Ni siquiera me deja bailar. Eso lo hago en secreto cuando está ocupada.
-Las extracurriculares te dan puntos para entrar en la Universidad, cariño-me dice Eric.
Nunca creí hacer actividades fuera de mi horario educativo porque sabía que mi madre no me dejaría llegar a casa tarde; aparte requería talento, algo que es muy poco común en mí. Tampoco lo veía necesario ella no quiere que vaya a una Universidad apartada de casa, así que me iré a la pública que está a unas cuadras del shopping de la ciudad. Ahora bien, desde que supe que Eric intentaría ingresar a una Universidad a unas horas de casa, me he puesto a cuestionar si debo mandar solicitudes cerca de él.
Drue me quita unas papas y vuelvo a mi realidad-Eso es mío, asqueroso.
-¡Nada más rico que algo ajeno! -se ríe y mira a Jess con aires de grandeza-. ¿No es cierto, Jess?
-¡Vete a la mierda, Drue!-espeta ella.
-¿Me mandas ubicación o qué? -le dice sonriendo. Luego, me mira, tiene esos ojos azules que te hipnotizan ¿o solo yo lo siento así? Cuando él me mira el alrededor parece borroso y no puedo apartar la vista hasta que él lo hace. Me guiña un ojo, me aseguro que Eric no vio eso y aprovecha para volver a quitarme unas papas. Levantándose de la silla de golpe-Has teatro, Cat y termina con tu problema.
No tiene ni idea de cuál es mi verdadero problema. ¡Mi madre! Es tan típico de él, como su vida no requiere el menor esfuerzo cree que todos somos iguales.
Estoy sentada comiendo las verduras servidas en mi plato, hay un total silencio. Mi padre está sentado comiendo un pedazo de carne. Por otro lado, mi madre en silencio come verduras también. Me siento muy nerviosa de plantear esto. Me tiemblan las piernas, la boca se me seca y la respiración se me agita. «Hazlo, Cat. Sálvate»
-Quiero...-ambos me miran. Sonrío leve-Quiero hacer teatro.
-¡No!-dice mi madre sin inmutarse.
-No es una pregunta-digo agachando la cabeza
A veces un poco de valentía crece en mí, como cuando les presenté a Eric y les impuse que por favor lo conocieran antes de mandarlo al muere. Pero, entonces ella hace un gesto y termino arrepintiéndome y pidiendo perdón.
-Voy a hacer teatro. Ella me mira desafiándome, así que la miro de la misma manera. «Resiste, Cat, no te rindas»-. Quiero hacer otras cosas en mi tiempo libre.
-Te dije que participes en el coro de la iglesia-me dice mi madre dejando a un lado el tenedor-. No entiendo, porque este comportamiento repentino ¿Eric sabe esto?
Frunzo el ceño-¿Qué tiene que ver? -pregunto confundida.
-Sí, si él sabe que has decidido hacer esta dicha actividad, si es tu novio me imagino que está informado.
-No, aún... Pero ¿en qué le afecta a Eric? No es mi dueño.
Mi madre larga una carcajada-Cariño, no deberías preocuparte por esas cosas, simplemente enfócate en que Eric siempre te vea como una niña de tu casa. Así que es un no-levanta el tenedor y sigue comiendo.
-Quiero hacerlo, mamá-vuelvo a decir-. Y en cuanto a Eric, él me motivo a decidir hacer alguna actividad extra.
Levanta una ceja-¿Así? ¿Sí lo llamo ahora me dirá que sí, Catherine? Asiento.
-Llámalo si quieres.
Está intentando manipularme, me hace creer que si Eric no aprueba lo que quiero hacer entonces yo no debo hacerlo-Te creo-me dice. Largando un suspiro-. Si Eric va a traerte a casa después, entonces... Está bien.
Mi padre sonríe por lo bajo. Lo miro. Aún me tiembla todo, pero fue más fácil de lo que pensé. Subo a mi habitación dejando salir un suspiro largo, no puedo evitar sonreír. Me quito el rímel que siempre me pongo con sumo cuidado de que no se me note y me preparo para dormir. Me acuesto en la cama y cierro los ojos. Mañana. Mañana.
Todo se ve nubloso por la neblina de la noche, me paso las manos por mis brazos cuando una sensación de frío me invade, está oscuro y silencio. Estoy sola y no sé dónde estoy entonces unas manos suaves acarician mis brazos con una delicadeza y sutileza. Debe ser Eric, me sonrío volviéndome para verlo, pero su rostro está cubierto por una pasa montaña. Él acaricia mi mejilla en círculos con su dedo pulgar. Con mis pequeñas manos logro subir la pasa montaña para ver sus labios. Lo beso y se siente diferente como si fuera otra persona, cuando se quita lo que le cubre la cara. Me sorprendo despertando de mi sueño.
El frío que me recorre el cuerpo es por el viento que entra por mi venta, me levanto a cerrarla confundida por el sueño. Otra vez, un sueño similar a los otros que he tenido ocasionalmente en los últimos tiempos, yo besándome con Drue. Siempre es él, leí en internet que si sueñas con una persona es porque la extrañas ¿pero por qué soñaría con Drue? Me acuesto para continuar durmiendo.
A la mañana siguiente. La rutina es la misma, me pego una larga ducha para recordarme quien soy, después desayuno y luego mi madre me peina mi brilloso y negro cabello para irme. Me uniformo y Eric pasa por mí. Pero, está mañana es diferente, cuando Eric hace sonar el claxon del auto supe que algo andaba mal. Él no hace eso.
-¿Por qué Eric está tocando la bocina como si fueras una cualquiera? ¿A caso pelearon?-me pregunta mi madre que no me deja salir de la casa.
-No, mamá. Por favor.
-Que se baje y te busque como corresponde. Abro la puerta. El auto está estacionado, no veo quién es. Suena de nuevo el claxon. Le hago ceña de que se baje. Finalmente, la puerta comienza a abrirse y un chico alto con el cabello desparramos, la camisa sin corbata dejando ver un extravagante y pretencioso collar de oro camina hasta mi porche. Pasa por su cabello su mano llena de anillos. Trágame tierra y escupe en marte.
-Estuve tocando bocina-gruñe Drue.
-Lo notamos-le digo molesta.
-Y qué esperas... Vamos.
-A ningún lado se va mi hija contigo-escupe mi madre.

¡Corazones enredados!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora