Capítulo 3: La invitación

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—Lina está muy enamorada de él—cuenta Romma. Vuelvo a mirarlas.
Lina me mira con una sonrisa—Sí, de hecho… Vas a creer que es interés mi amistad, pero… Si pudieras ayudarme con él—me confiesa.

—¿Cómo podría hacer eso?

Ella muerde su labio y mira a Drue. Dejando escapar un suspiro que solo he escuchado en las películas cuando la chica habla de su enamorado.

—Puedes hablarle de mí.

—Yo no hablo mucho con él.

—Pero, te vi bajar del auto con él está mañana y almuerzan todo el tiempo juntos—suelta.

Al parecer mi encuentro con estas chicas no fue casualidad y su amistad depende de lo que haga con Drue. Al final, parece que a Jess le importa más mi vida que a estás chicas. Me río leve de pensar eso.

—Sí…yo veré que puedo hacer—digo desanimada dejando atrás mi pensamiento de J.

—Lina—bufa Emma. Negando con la cabeza.

—Ay, lo siento, Cat…no creas que te usamos.

Niego con la cabeza.

—Está bien, si puedo hacer algo por ustedes, lo haré gustosa.

Ellas se miran entre sí y sonríen. Yo no puedo dejar de creer que, si Drue me manda a la mierda, mi amistad con ellas se terminará. Maldito, Drue.
Hubo un tiempo cuando tenía doce años en que me rasguñaba con fuerza los brazos cuando no podía dormir por las noches, mi madre decía que era porque Dios me estaba castigando por algo, que rece y dormiría, realmente funcionaba. No consideraba que Dios me estuviera castigando por leer libros a escondidas o escuchar música, pero él me ayudaba o la idea de que alguien me escuchaba en esa habitación me ayudaba.

Nunca supe si creía o no en un ser todopoderoso, porque vivía la mitad del tiempo enojada con él, conmigo o con el mundo. Tenía tanta irá acumulada sin explotar que gritarle a él y llorarle por las noches me servía de desahogo hasta que un día sentí que ya no me escuchaba. Sentí que tantas quejas, ira y amargura lo había cansado. De modo que comencé a guardar mi bronca y aprendí a nunca llorar por nada. Me comporto correcta, no me quejo, ni lloro. Solo finjo estar bien hasta creer que lo estoy. A pesar de que sé que la bronca sigue ahí, y duele contra el pecho a veces no hago nada.

Eric está parado esperándome contra la pared del salón; salgo de inmediato a abrazarlo, me separo de él que mantiene el rostro serio y a penas me toca. Las chicas se despiden de mí con las manos, les sonrío despidiéndome. Drue se acerca a nosotros y hace sonar las llaves del auto. Eric la agarra con brusquedad y me coge del brazo rápidamente sacándome del lugar.

—¿Cómo haces esto?—me pregunta enojado.

—No entiendo.

—¿Tu mamá? Sabe que…
Oh. Olvide decirle.

—Sí, le pedí permiso, me dio permiso.
Él suspira y deja de caminar rápido.

—¿Y hasta ahora me lo dices?—me pregunta y se voltea a mirarme. Lo abrazo poniendo mis brazos alrededor de sus hombros para suavizarlo—. Pensé que…ya me imaginé que tu madre me iba a matar por llevarte tarde.

—No te preocupes, cariño. Beso, su mejilla—. Iba a decírtelo en la cafetería, pero Drue estuvo intentando quitarme papas y comí rápido y lo olvidé.

—Sí—gruñe—. Estuviste jugando con Drue todo el almuerzo.

—Solo porque no dejaba de amagar que me quitaba mi comida—le explico.

—Mm—lo reflexiona y me toma en sus brazos haciendo que deje de tocar el suelo—. ¡Bien! Olvidemos a Drue... ¿Puedes…decirle a tu madre que mañana también te vas a quedar hasta tarde?—me pregunta besando mis labios suaves—. Así asistes a mi entrenamiento—añade cuando se aparta.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2022 ⏰

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