La batalla y el primer encuentro

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Cuando la consciencia volvió a él, aun sintiendo la bruma del sueño nublar un poco su mente, pudo sentir esa incomodidad en la parte baja de su vientre, lo que le hacía saber que vendría, logrando que un pequeño bufido saliera de sus labios. Sin más abrió uno de los compartimientos de su nave, tomando con su mano enguantada un puño de pastillas que sin más se llevó a la boca.

Esas pastillas fácilmente podían acabar con el sistema reproductor de cualquier Omega de su planeta de origen, pero bueno, a él nunca le había importado aquello, después de todo su deseo al obtener las nombradas esferas del dragón sería cambiar su biología para siempre, pero claro a Nappa le diría otra cosa para que colaborara.

Le diría que simplemente estaban ahí para tomar las esferas, dominar el universo y tener a todos a sus pies, incluso a los mismos dioses, pero no podía ser el amo del universo si cada tres malditas veces al año entraría en ese estado de Celo.

El golpe producido por el choque entre su nave y la atmosfera terrestre lo sacó de sus pensamientos, por lo cual se sentó de mejor manera, para sentir el impacto contra el suelo terrestre.

Una vez salió de su nave, volaron con suavidad unos metros por sobre esos humanos. Su mente no pudo evitar pensar que en realidad eran bastante similares a los Sayaiyin, excepto claro por su poder de pelea y que no tenían cola.

No le había prestado demasiada atención a Nappa hasta que este sin más levantó uno de sus dedos, destruyendo esa ciudad sin más, como si no fuera nada más que polvo, que realmente para ellos eso era, diciendo que lo hacía en modo de saludo para aquellos terrícolas y para llamar la atención de Kakarotto.

— Debes tener más cuidado, Nappa, las esferas podrían haber estado aquí y tú podrías haberlas destruido — Le dijo soltando un pequeño gruñido, mientras flotaba sobre el gran cráter que había dejado esa ciudad, buscando con su rastreador una energía que fuese a ser la de Kakarotto, después de todo debía ser la que sobresalía en aquel mugroso planeta.

Giró con suavidad sobre sí mismo, buscando obtener una dirección a la cual ir, siendo que cuando dio con un poder que se veía lo suficientemente decente, comenzó a volar en aquella dirección un poco más rápido, pero en aquel lugar sólo se encontró con un ser de piel verduzca, que su mente le dijo que debía ser un namekiano o algo así. Junto a él estaba un niño bastante pequeño, que parecía esconderse en la pierna del mayor, pero algo le llamó especialmente la atención de aquel mocoso.

— ¿Es el hijo de Kakaratto? — Preguntó con simpleza mientras miraba a aquel niño, que temblaba cada vez más de miedo. A su nariz, que por su raza resultaba ser mucho más sensible a los olores en realidad, llegó el olor que había imaginado. Ese niño era un Beta.

Kakaratto había tenido un hijo Beta, a pesar de que seguramente la madre del mocoso sería una simple humana, su hijo había logrado ser un beta lo cual le molestaba un poco, haciendo que gruñera.

Él simplemente se sentó en una piedra, iba a esperar a Kakaratto en aquel lugar, siendo que dejo que Nappa jugara con aquellos insectos que habían llegado a pelear con ellos, después de todo al sentir su presencia de alguna manera, pues no llevaban rastreadores de poder como ellos, habían llegado más sujetos.

Ellos no le importaban en lo más mínimo, sólo le importaba aquel Alfa que había quedado con vida, ver su poder, saber si podía derrotarlo, pues la verdad aunque nunca lo admitiera, su condición natural siempre fue un complejo para el orgulloso príncipe de los Sayayin, que siempre había buscado superar lo que significaba ser un Omega, porque a pesar de que ya no hubiera Sayayin, era algo que él mismo tenía, su lucha interna que parecía no tener fin realmente.

Miró la lucha de aquellos sujetos con los Saibaman, aquellos seres con los que el entrenaba cuando era un niño parecían ser demasiado para aquellos terrícolas, que lucharon duro, para morir unos cuantos insectos, siendo que después de aquello Nappa comenzó a pelear.

Un único deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora