Capitulo 7

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Cuando no estaba incitándola al pecado, a Taehyung la vida en Andros le
resultaba agradable.

Por suerte para su paz espiritual, Jungkook pasó la mayor parte de los días que siguieron ocupándose de su barco.

Todas las noches cenaban juntos, y ella no lograba encontrar un solo fallo en su comportamiento. Apesar de todo, seguía sin atreverse a abandonar su táctica a la hora de vestirse, y continuaba enfundándose todos los días aquel vestido de luto que le estaba grande y
la mantilla.

Lo hacía para recordarle a Jungkook que ella estaba prohibida para él. A pesar de la conducta ejemplar que Jungkook mostraba, Taehyung tenía la sensación de que estaba jugando con ella.

Como era virtualmente imposible escaparse de allí, a Taehyung se le permitió vagar por la isla a su antojo. Averiguó que Jungkook volvía a Andros a infrecuentes intervalos.

Sus largas ausencias las pasaba surcando los mares en busca de galeones españoles, o en Inglaterra.

Durante esas ausencias se ocupaban de su isla Lani y su familia. Algunos habían fijado permanentemente su residencia en Andros: hombres de confianza que se habían casado con nativas y preferían quedarse en tierra supervisando la industria maderera de Jungkook.

Las dos semanas que duró la ausencia de Yoongi Min, Jungkook las pasó
esperando, observando y especulando. Y manteniéndose ocupado, porque si no se habría vuelto loco de deseo. Aquella pequeña beata española le estaba volviendo loco.

Sólo pensar en ella era ya un exquisito tormento. A pesar de su convicción de
que ella no era una monja como es debido, se esforzó en mantener el pensamiento en otra parte, porque ella continuaba invocando a Dios cada vez que intentaba seducirla.

No tenía ni idea de por qué no la había mandado también a donde fuera
para deshacerse de ella. Para qué quería él andar irritándose por culpa de su belleza sensual y sus tentadores ojos negros.

A las dos semanas y cuatro días de su partida, Min llegó de La Habana.

Jungkook le salió al encuentro en la playa.

—Me alegro de veros de vuelta, amigo. Vamos a casa para que podáis contarme
lo que habéis averiguado delante de unos refrigerios.

Yoongi Min asintió, preguntándose cómo reaccionaría Jungkook ante la
información que le traía de La Habana. Esperaba estar haciendo lo correcto al
contarle aquello al capitán, porque no soportaba la idea de que Jungkook pudiera hacer daño a su prisionera.

Cómodamente sentado en su amplio gabinete, Jungkook esperaba impaciente a que Yoongi hablara.

—Es justo lo que sospechabais, Jungkook. La hija del noble español se llamabaTaehyung, no Carlota. El capitán del Santa Cruz y los supervivientes de su tripulación fueron recogidos por otro galeón español y llevados a La Habana, donde informaron del hundimiento del barco y del secuestro a don Diego del Fugo, gobernador general de Cuba.

Jungkook juntó las puntas de los dedos y asintió pensativo.

—Taehyung Kim. Así que no es monja. Sabía que esa bruja me estaba mintiendo desde el principio.

—Parte de su historia es cierta, Jungkook. Taehyung creció en un convento, y la sacaron de allí contra su voluntad para casarla con Del Fugo. El gobernador general estaba esperando con impaciencia a su inocente novia. Y han vuelto a poner precio a vuestra cabeza, compañero. Mil doblones de oro.

Jungkook lanzó un silbido.

—¿Tanto? Deben de estar locos por cogerme.

—Más que locos, especialmente Del Fugo. Has secuestrado a la novia con la que iba a casarse. Se despachó inmediatamente un barco a España para informar a don Eduardo Kim, el padre de Taehyung. Según los rumores, don Eduardo está furioso por la pérdida de la dote de Taehyung. Eso por no mencionar el asunto de su virginidad.
Todo el mundo da por hecho que el Diablo ya habrá violado a la muchacha para cuando cobre el rescate y la devuelva a su familia.

En los brazos de un pirata (KT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora