El tiempo.

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El barro aferrado a mis pies , la humedad en la piel , la niebla a nuestro alrededor, tus pasos .

Jamás había visto semejante camino . Tampoco me hubiese atrevido nunca a abandonar el parque , ni siquiera lo había pensado .

Yo continuaba distante de tí aunque lo suficientemente cerca como para no perderte de vista. El camino detrás de nosotros se volvía borroso , incierto . Ya no lograba ver el pasto verde del parque , ni los columpios, ni los árboles a su alrededor , solo niebla espesa y fría .

Así anduvimos , no recuerdo por cuánto tiempo , era como si hubiese caminado horas , días , pero el panorama seguía siendo el mismo .
Luego te detuviste . Como si algo impidiese tu avance . Yo no lograba ver qué . Movías tus manos como si explicaras algo al viento . Pero solo había silencio, ni una palabra .
Miraste entonces hacia atrás , en mi dirección, y sonreíste nuevamente .

Extraña.

Me pediste que fuese a tu lado con una seña de tu mano . Obedecí . Miré tu cara y estabas tan calmada.

¿ En qué piensas ?

Un señor como una sombra se reveló entonces frente a mí. Era un hombre alto como un árbol , en una mano llevaba un bastón de madera tan grande como él, en la otra una linterna de aceite. Una estropeada capa cubría su cuerpo y rostro, solo su barba tan larga como desarreglada emergía desde la oscuridad dentro de la capucha . Recuerdo que metiste una mano en el bolsillo de tu camisa blanca y sacaste unos caramelos . Los ofreciste con tanta naturalidad ,como si fuese un amigo . El anciano daba indicios de no querer recibirlos pero tú no apartaste la mirada . La piel se me puso de gallina cuando vi que de entre sus barbas salían dos brazos pálidos para tomar los dulces y luego de hacerlo regresaban al interior de la barba .

Te veías contenta .

El anciano se apartó a un costado del camino sin decir ni una sola palabra y desapareció entre la densa niebla . Tú me volviste a sonreír. Como si estuvieras orgullosa. La niebla poco a poco de iba esfumando ,revelando el paisaje . Estábamos frente a la entrada de un puente de piedra , había pasto alrededor y flores silvestres . Entonces volví a mirar detrás de mí por puro instinto. El anciano con su bastón y linterna se marchaba por donde habíamos venido , y junto con él , toda la niebla.

Volví mi mirada hacia delante por puro reflejo cuando empezaste a caminar . Bajo del puente no había ningún arrollo , solo rocas , y entre las rocas , sombras como incestos . Tú volviste a sonreírme , podía ver mi reflejo en tus pupilas dilatadas . Volví a retomar mi distancia.

La niña de la casa roja .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora