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Jeong Jaehyun, ¿quién no conocía a este joven y apasionado adulto?, que se había encargado de llevar en alto su nacionalidad hasta Milán, Italia. Por medio del arte.

El atractivo artista de cabellos castaños era increíblemente cotizado, no había una sola empresa dedicada a este ámbito, que no peleara día y noche por una elegante y valiosa firma del joven en uno de los tantos contratos que se le ofrecían. Pero él era así, nunca trabajaba con nadie y tampoco era como si le interesara, solo aquellos bastardos querían la dicha de presumir que trabajan con él.

Aunque por supuesto que tenia un equipo trabajando detrás de el.

Los ojos cafés del artista posaban en los cientos de miradas que observaban maravillados sus obras de arte, pero lo que veía reflejado en esas miradas, eran sus bolsillos y bolsos donde las billeteras con varias tarjetas ilimitadas, que pronto serian vaciadas cuando comenzara la subasta.

Probablemente millones de euros a favor de cada obra para que un rico más de la lista se lo llevara a casa y presumiera con total orgullo tener una famosa y bella pieza de arte de Jeong Jaehyun. Pero claro, ¿quién no estaría orgulloso de llevarse una pieza increíble a nombre de ese encantador hombre de solo 26 años?, el artista se había encargado de llevarse el aprecio a esa ciudad con su arte e ingenio. Aunque por supuesto con aquel físico tan atractivo, que nadie podía resistirse a mirarlo una vez más cuando se le veía en pocas ocasiones en las calles de Italia.

Armani Hotel Milano había sido su elección de esa noche para exponer y dar una excelente subasta. Le fascinaba ese hotel, que incluso a veces solo por gusto pasaba algunas noches ahí. Le encantaban los lujos, el sentirse poderoso, pero claramente no lo podía decir a los cuatro vientos, Jaehyun siempre era reservado y tranquilo, teniendo una imagen lo más controlada posible.

Jaehyun es un buen chico, Jaehyun nunca hace nada malo.

Jeong estaba sonriente esa noche, no había ni un motivo para no estarlo. La música jazz en vivo resonaba en el encantador lugar con unas luces cálidas, que hacían del lugar acogedor, le gustaba la música suave, donde su cuerpo soltaba serotonina para crear una nueva pieza, pero eso lo dejaría para más tarde. Desde la parte del alto balcón, podía observar a los hombres y mujeres, que sostenían una copa de champagne entre sus dedos, hablando en bajo sobre lo maravilloso y guapo que era el, como si él no lo supiera.

En realidad, aquella subasta solo era una excusa más para observar a sus admiradoras con esos largos y elegantes vestidos, su parte favorita de comérselas descaradamente con la mirada, era concentrarse un poco más arriba, donde esos escotes en forma de v dejaban relucir los pechos de las chicas que lograban captar su atención, apenas podía contarlas con una mano las que le gustaban.

Era una lástima que los chicos más lindos llevaran sacos lo suficientemente largos para ocultar sus redondas nalgas. Totalmente lamentable, pensó Jeong.

Había pasado exactamente una hora entre charlas y amistosas conversaciones, pero solo entre sus dos mejores amigos, no le interesaba alguien fuera de ahí, o tal vez sí.

—Yuta, ¿quién es ella? —. Dijo interrumpiendo la conversación que mantenían Doyoung y el, aunque al hacer esto, fue inevitable que ambos amigos voltearan a donde el artista señalo con la mirada.

—Ella es Jeon Sujin —. Respondió el japones de cabellos rojos —Y si, Jeong, esta buenísima, ya me hubiera acostado con ella, pero dijo que estaba ocupada para salir y me dejo plantado.

—Yo la vi esa misma tarde en un café con sus amigas —. Interrumpió ahora Kim Doyoung con una carcajada de por medio. —Le diste asco, Nakamoto, tu propuesta a salir claramente gritaba un "Hay que tener sexo".

El Coleccionista || JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora