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Hola!

Si, si, ya lo sé: Erin, tienes dos historias en curso y sin actualizar desde hace semanas, ¿por qué estas iniciando una nueva?

¡Por que amo halloween!

He estado escribiendo esto desde junio y no quiero esperar un año más para publicarla, así que era ahora o nunca.

Quería intentar escribir algo de terror, que es algo que nunca había hecho antes. Me esforcé e investigué tanto como pude. Espero que haya resultado bien. Incluso aunque hay elementos de horror, también hay romance porque amo el bkdk y es lo que me mantiene viva.

Como ya lo leyeron en el resumen, esta historia consta de cuatro capítulos que estaré publicando durante esta semana, finalizando el día de halloween🧡

Debido a la situación general que se desarrolla en esta historia, me gustaría extender una advertencia de contenido sensible. Habrá muchas situaciones peligrosas, comportamientos muy enfermos y frases que tal vez puedan incomodar a algunas personas. No pretendo romantizar el comportamiento obsesivo que verán aquí, ni tampoco normalizar el ignorar señales de alerta; recuerden que en la vida real, estas situaciones son intolerables y potencialmente peligrosas. Lean bajo su propio riesgo.

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El problema comenzó una tarde de primavera, mientras Izuku cumplía con su turno en la cafetería en la que había estado trabajando desde que empezó a ir a la universidad. Aunque al principio no había sido nada demasiado extraño.

Izuku, me gustan tus ojos.

La pequeña nota, garabateada desastrosamente en la parte trasera de un ticket de la cafetería causó burlas y chistes de sus compañeros de trabajo, las cuales hicieron que Izuku se sonrojara hasta el cuello.

Como barista, no era extraño recibir halagos de desconocidos. Cualquiera que hubiera trabajado en un puesto similar podía contar infinidad de anécdotas de clientes que intentaban acercarse a ellos a diario. Y si bien era mucho más común para las chicas recibir ese tipo de atención, -como les ocurría a diario a Ochako y Mina- los chicos no estaban exentos de ello, -como Kaminari y, aparentemente, Izuku-.

Lo que sí era extraño, era el nombre en la nota. Izuku leyó una vez más las letras desordenadas y arrugó el papel entre sus dedos con incomodidad; la etiqueta dorada que llevaba en el pecho solo decía su apellido, no su nombre, por lo que le pareció raro que un cliente supiera este dato.

No recordaba haber atendido a nadie conocido durante esa tarde, pero la cafetería había estado inusualmente llena durante todo el día, por lo que tal vez había pasado por alto a alguno de sus compañeros de clase.

Decidiendo que era una tontería preocuparse por una cosa así, dobló la nota y la arrojó a un bote de basura cercano.

Un par de días más transcurrieron de manera normal antes de que algo volviera a ocurrir.

Ya que todos en la cafetería eran estudiantes, el gerente se aseguraba de darles turnos que se adaptaran a sus necesidades; en el caso de Izuku, recibía turnos de tarde para que pudiera dedicarse a sus clases por la mañana y a sus tareas por la noche; sin embargo, había situaciones inesperadas que requerían que sustituyera a alguien; como ese día, en el que Shinso colapsó en el baño de empleados después de pasar varios días sin dormir.

Por obvias razones, las chicas no eran llamadas a turnos de noche y Kaminari estaba fuera de la ciudad en un viaje de estudios, por lo que Izuku era la única opción disponible. Ya que su jefe prometió pagarle las horas al doble y él necesitaba el dinero, aceptó; incluso aunque su madre y Kacchan insistían en que podían prestarle cualquier cantidad que necesitara.

El rojo significa te amo; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora