Especial de navidad: por favor, manten la boca cerrada

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Está bien. Rin ya había vivido esta situación antes, o bueno, más o menos.

Blue lock había anunciado un descanso debido a la fecha de las fiestas, es decir, navidad. Una de las fechas más odiadas por el menor de los Itoshi. Su hermano nunca estaba para esa época cuando era niño debido a su residencia en España y sus padres estaban demasiado ocupados preparando todo para sus huéspedes que para jugar con él. A medida que fue creciendo, las cosas no fueron muy distintas: Sae y él ya estaban mejor que antes en lo que concierne su relación de hermandad, pero él seguía fuera, por lo que no había necesidad de llamar, y sus padres ahora habían encontrado una nueva ocupación además de satisfacer a sus invitados: el trabajo. Rin había aprendido que la vida del empresario no era tan sencilla como lo mostraban en las películas, trabajaban día y noche y durante fechas importantes, eso incluía el cumpleaños de ambos. Pero estaba bien, no es como que a Rin le importe demasiado su ausencia de todas formas.

Y ahora que tenía algunos días libres, y con sus padres entre preocupados por sus labores y las visitas del resto de su familia, Rin tenía la ingenua idea de, al menos, poder invitar a alguno de sus amigos a la cena para no estar en completa soledad, mas todos tenían una familia más funcional que la suya, por lo que su invitación fue cortezmente denegada.

Maldición.

Estaría solo en esa inmensa casa con gente, la cual, la mitad no era de su agrado. Su tía hablaría de la falta de pareja en su maldita vida y de por qué el fútbol no era bueno para su vida social y que no era un trabajo real, su tío ocuparía la botella de vino blanco y especularia durante toda la noche sobre el déficit político de su país y de las demás instituciones, gubernamentales o no (eso incluía a Blue lock, por supuesto), y, claro, sus primos (más chicos que él estarían revoloteando por toda la casa y la pondrían patas para arriba). Sí, definitivamente era su festividad favorita.

Bufó furioso mientras era obligado a preparar el postre, ya que su madre se vió forzada a atender una llamada de urgencia del trabajo, otra vez. Su mal humor creciente se interrumpió cuando su celular marcó una llamada. Giró a verlo, era de Sae, y era una videollamada. Oh, de acuerdo. Sabía que su hermano no era de llamar, era más de los textos y mensajes cortos (y él también, para que negarlo), pero eso era nuevo. Dejó un segundo el recipiente en el que batía el chocolate antes de marcar "aceptar" en la pantalla.

Rápidamente, Sae apareció en esta, se lo veía concentrado y serio, aunque en realidad siempre se lo veía así. Rin suspiró y volvió a retomar la mezcla del postre antes de saludar.

—Hola, hermano.

—Rin —contestó éste simplemente. Se vió que miró algo (o a alguien) por arriba de la cámara antes de concentrarse en él de nuevo—. Tengo que decirte algo.

Rin no sabía que podría ser, pero no podía ser nada bueno. Su intuición se lo marcó a gritos.

—¿Qué sucede? —preguntó curioso, aún concentrado en el chocolate que estaba algo complicado de revolver debido a que le había agregado harina.

"¡Déjame decirle!" Escuchó a través de la pantalla y, mierda, reconocía esa voz. Detuvo todos sus movimientos y giró lenta y aterradoramente hacia Sae, que hablaba por lo bajo con esa otra persona.

—Sae —llamó Rin, y él se concentró en su hermanito de vuelta—. ¿Ese es Shidou?

Sae abrió la boca, pero fue interrumpido en cuanto la cabezota del recién nombrado apareció opacado toda la cámara.

—¡Pestañas! Qué bueno verte otra vez.

Eso era una vil mentira, pero Rin le daría un premio por su gran actuación que hasta sonaba entusiasmado de verdad. Y no es como que se odiaran a muerte, no se caían bien, era evidente, y Rin pensaba que en cuanto más lejos estén el uno del otro, mejor sería.

G.E.F. ¡Grave Emergencia Familiar!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora