El Beso De La Muerte

Capítulo 1

Para aclarar, esta historia tiene lugar algún tiempo después de que los Dioses Hermanos destruyeran a Remnant y destrozaran la luna, pero antes de que el Dios de la Luz le devolviera la vida a Ozma. Salem ya se ha sumergido en la piscina de los Grimm en un intento de quitarse la vida, pero la humanidad aún no ha regresado.

Espero que les guste esta nueva versión de la novela.

"Estáis, los dos, malditos.

Uno de ustedes simplemente aún no se ha dado cuenta".

~?

Beso de muerte

Inmortalidad.

El tiempo sin fin, la vida eterna.

Un vacío infinito desprovisto de esperanza.

Algunos podrían aprovechar la oportunidad de vivir para siempre, de reinar para siempre como un dios entre los hombres. Salem sabía que su padre aprovecharía esa oportunidad. Después de todo, cuando uno es inmortal, no puede ser dañado, ¿no? No pueden lesionarse. No pueden morir. Ser inmortal es ser invencible; lejos del miedo a la muerte y todo el terror que ella conlleva. Puedes vivir la vida como quieras. Haz lo que quieras, sin miedo a las consecuencias. Puedes hacer lo que quieras. Tomen lo que quieran. Ser quien sea o lo que ellos deseen.

Pero, ¿y si quieres morir?

Solo pensar en eso la hizo apretar los dientes mientras vagaba por el páramo.

Salem quería morir. Quería ir al más allá. Quería volver a estar con Ozma. Quería que su tormento terminara. En cambio, la dejaron languidecer en un mundo en ruinas. solo _ Cada paso vacilante la llevó a través de la tierra abierta, su destino desconocido. Nadie está destinado a vivir una vida solo. La inmortalidad no es la bendición que la humanidad cree que es. Es una maldición. Después de todo.

"No puedes morir".

Incluso después de todos estos años, esas palabras se burlaban de ella.

Y así ella caminó. Mientras tanto, los Grimm continuaron siguiéndola. Se sintieron atraídos hacia ella ahora, como un faro.

Arrojarse a ese charco de oscuridad había sido un error; había pensado que terminaría con su sufrimiento, pero solo empeoró todo. Mucho peor. Sabía que si se miraba en un espejo, volvería a ver los cambios. Su piel parecía ceniza, el cabello se había vuelto blanco como la nieve. ¡Y sus ojos! Su propio reflejo la horrorizaba ahora, tanto como esos orbes rojo sangre.

La muerte la eludió como siempre lo hacía, pero ahora ella estaba cambiada por ella. No solo físicamente, sino también por dentro.

Todos los días luchaba consigo misma de nuevo, luchaba contra el ardiente deseo de destruir lo poco que quedaba de esta mente que alguna vez fue hermosa. Escupió y hervía en el fondo de su mente como un animal salvaje. Un impulso sin fin rasgar y rasgar, sumergir sus manos en sangre y disfrutar de la alegría de la destrucción. Pero no había nada que destruir.

La humanidad se había ido.

Este mundo no era más que un remanente de lo que era antes, poblado por animales salvajes y Grimm. Esos eran suyos para comandar, bestias babeantes sin sentido que obedecían sus órdenes sin fallar. Eran incapaces de hablar y apenas capaces de pensar por sí mismos. Ellos sólo destrucción. Ella no disfrutaba de su poder. Tal vez la humanidad regresaría algún día, evolucionaría de nuevo como lo había hecho alguna vez. Pero ese día estaba lejos de llegar. Y así maldijo a los dioses. Ella maldijo al universo. Maldijo a todos ya todo... excepto a sí misma.