02 || Tutorías

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Las palabras pueden afectar, en bien o en mal. Llámenme un llorón, pero el que ese tipo se burlara de mí hizo que me acompañara una nube gris arriba de mi cabeza durante todo el día. ¿Por qué debía asistir a estas clases? ¿Qué aportaría alguien como yo en la sociedad? Ni siquiera me visualizaba realizando un trabajo normal como las personas comunes.

Claro, las medicinas controlan a las bestias, pero no quiere decir que desaparezcan del todo. Como cuando fui a mojar mi rostro al baño luego del almuerzo y vi cucarachas salir del grifo; o cuando un sujeto estaba de pie en el comedor señalándome, sin siquiera parpadear ―era como una sombra, y apenas podía saber que tenía cabeza, porque algunas veces no la tienen.

Así que cuando salí del baño me dirigí a la máquina expendedora de bebidas para tomar mis medicinas. Mas me detuve súbitamente a medio camino al ver a Jimin. Mis manos comenzaron a temblar y sentí cómo mi garganta se secaba y mi boca se quedaba sin saliva.

No tuve tiempo para escapar, él me vio y sonrió; una sonrisa que ante mis ojos era malévola. Jimin se encontraba al lado de la máquina expendedora, recostado, charlando con uno de sus tantos amigos. Apreté el puño de rabia y recordé la pequeña píldora que mantenía en mi mano.

De pronto la figura de aquel chico que horas atrás había mantenido una conversación privada con la maestra Ji Eun pasó por mi lado. Pareció haberle dicho algo a Jimin y entonces sacó una bebida de la máquina expendedora.

Al tener lo que quería caminó hacia mí, y como si yo no estuviera ahí dijo:

―Ah, es de banano, no me gusta. ―Apenas levantó la mirada del frasco y me vio a los ojos―. Ten ―murmuró, colocando la bebida en una banca a un lado de nosotros.

No dijo más y se fue.

Me pareció un gesto extraño. Tomé la bebida, volteé a ver hacia la máquina expendedora. Jimin dio a entender con una simple mirada que lo había presenciado todo. Di la vuelta sobre mis talones y huí de su presencia.

Subí hacia un espacio cerca de la salida hacia la azotea, donde hay un cómodo sofá. Siempre me pregunté por qué a nadie le gustaba estar en ese lugar. Quizás, porque era lugar. Nadie se acercaría a un loco.

―Estoy delirando ―murmuré una vez me senté ahí―. No es como si ellos hubieran leído el diagnóstico. ―Vi en mis manos la bebida―. Taeddy, dije que haría algún amigo pero es tan difícil cuando no sabes qué hay en la mente de las personas. Cuando no sabes con qué ojos te ven. Pero... ese chico, ¿en verdad no le gusta esto? No es como que la máquina expendedora te tire cosas al azar. Él lo eligió, ¿para mí? ¿Por qué?

Decidí sacar un rotulador morado de la mochila y escribir "eyes" en la superficie de la bebida. Guardé ambos objetos, y opté por tomar la píldora con un poco de agua.

―Hace algún tiempo no recibía un regalo...


La primera semana pasó frente a mis ojos con bastante rapidez. Era yo, en clases con la señorita Ji Eun viéndola a ella, sus ademanes, su forma de hablar, pero su voz estaba silenciada. No podía comprender de qué hablaba. Podía ver cómo las palabras que escribía en el pizarrón tomaban la forma de pintorescas ramas de árboles. ¿Qué decía? No tenía ni la menor idea.

―Jungkook-ssi ―su dulce voz me trajo a la realidad―. ¿Podría traducir esta frase para nosotros, por favor?

Un dato que había olvidado mencionar es que la maestra Ji Eun se dedicaba a impartir la clase de Inglés.

Me quedé congelado en mi asiento. ¿Qué eran esos dibujos que parecían salir del pizarrón? Tartamudeé un poco. Escuché algunas risas y me encogí en mi lugar.

―"La muerte fue hecha para fallar." ―Una profunda voz nos encandiló a todos desde los asientos de atrás. Él y yo compartimos una mirada brevemente. Entonces volteé a ver al pizarrón y seguía sin entenderlo.

Una vez más, este chico me ayudaba.

―Eso es correcto ―halagó la maestra―. Pero creo que nuestro Jungkook debe hacer estas cosas por su cuenta.

No, detesto esta materia. Cada que las letras se presentan ante mí se desubican y no puedo saber qué significan las palabras. Odio el inglés.

―Lo siento mucho ―murmuré una disculpa, bajando ligeramente la cabeza.

―¿Puedes quedarte luego de las clases? ―Creí que me hablaba a mí en un principio, sin embargo se refería a ese chico de mascarilla. Luego su vista se detuvo en mí, y con una sonrisa inquirió―: Tú también, Jungkook-ssi.

Asentí sin saber de qué se trataba aquel embrollo. Suelo desconcentrarme en clases la mayoría del tiempo por lo que no capté la idea que la maestra organizaba en su mente. Al final de la clase, el salón quedó completamente vacío, excepto por la maestra, este chico y yo.

Él no se acercó a nosotros, mantuvo distancia. Mas la señorita Ji Eun se aproximó a mí.

―Vi tus calificaciones de años anteriores respecto a esta materia ―admitió con cierta preocupación―. No eres parte del promedio, Jungkook, eres el peor de todos. ―Escuchar esas palabras salir de la boca de mi maestra se sintió más que humillante―. Por lo que quiero asignarte un tutor.

Al escuchar aquello automáticamente volteé a ver a aquel chico, a quien no pareció molestarle la idea.

―¿"Tutorías"? ―musité.

―Taehyung-ssi tiene calificaciones excelentes en Inglés, no le molestaría para nada ayudarte, a darte un pequeño empujón.

¿Ellos habían hablado sobre eso previamente? ¿O mi mente me estaba haciendo una mala jugada?

Toqué sutilmente el antebrazo de la señorita Ji Eun para cerciorarme de algo y, de paso, llamar su atención.

―¿Podría pensarlo un poco?

Ella me dedicó una extraña mirada, pero terminó accediendo.

Salí de ahí lo más rápido que pude. Sentía la situación un tanto extraña.

𝒂𝒍𝒎𝒐𝒔𝒕 𝒈𝒉𝒐𝒔𝒕𝒍𝒚 「𝐭𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora