6 meses

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Todas las cosas estaban en el coche y subí de nuevo al apartamento para dejarlo bien cerrado y darle las llaves al casero.

-Supongo que a parte de cerrar la puerta subes para despedirte de mi, ¿cierto?-sonreí y me fui a abrazarla.

La señora Menvel me devolvió el abrazo poniéndose un poco de puntillas. Era una anciana menuda, me llegaba a la altura del pecho y era delgada. Siempre vestía con camisetas dos veces mas grandes que ella estilo hippie, la mayoría se las hacia yo. Su pelo era largo y plateado. Ha sido como mi abuela adoptiva todo el tiempo que he pasado en New York.
Las abuelas suelen pasar a sus nietos dinero como si les estuviera dando droga, ¿no? Bueno pues ella me daba droga, DE VERDAD.
Confirmo que no soy una drogadicta, solo me da cuando me ve deprimida y solo puedo fumar, esnifar o rara vez pincharme cuando esta ella delante, aunque no se quien es la que acaba peor al terminar.

El tráfico era fluido y llegué con media hora de antelación.

Subida en el avión y en mi asiento correspondiente me relaje. Todo el mundo había subido prácticamente y aún no se había sentado nadie a mi lado ni el los cinco asientos que se encontraban después (si habéis estado en un avión trasatlántico alguna vez me comprendereis).
Una familia enorme término ocupando dichos asientos. Se componía de 4 niñas, dos de ellas gemelas, prácticamente iguales a simple vista, dos chicas más grandes muy guapas, una mujer y un hombre.
Las dos gemelas se sentaron a mi lado y les sonreí.

-Me llamo Daisy- la pequeña, al cabo de 10 minutos se decidió a hablar- y ella es Phoebe- señaló a su gemela que hablaba con su otra hermana mayor.

-Yo Alex.

Llevábamos 6h y las gemelas me pedían que terminara ya el dibujo. Les prometí que si me dejaban acabarlo se los regalaba. Satisfecha se los mostré.
Si este momento hubiera estado representado en dibujos animados las mandíbulas de Phoebe y Daisy estarían en la misma china.

-¡Me encanta!-gritaron con voz chillona, típico en su edad. Alargaban los brazos para que se lo diera y me adelanté a echarle un spray especial para que el lápiz no se emborronara. Phoebe se lo mostró a su madre a la que al parecer también le gustó y Daisy mientras buscaba como loca algo en su pequeña mochila. Se le veía concentrada y me hizo gracia.

-¿Qué haces, enana?- me había tomado la libertad de llamarle así y a ella le gustaba.
-Toma- me alargó un billete de 50 dólares-¿Es suficiente?
-No- le respondí seria y ella se entristeció.
-No tengo más, son todos mis ahorros.
-Es un regalo, y que yo sepa los regalos no se pagan-me miró ilusionada y me abrazó, Phoebe chilló "yo también quiero" y le hicimos un hueco.

El dibujo era un retrato de las dos. En el centro se encontraban sus perfiles, cada uno mirando a un lado distinto, exagere el largo de sus cabellos e hice que parecieran olas y las adorne con flores. En los bordes del papel dibujé conchas intercalando los tamaños de estas. Decidí el dibujo ya que ellas me contaron que venían de vacaciones de California y les encantaba la playa. También me contaron que solían ir en primera clase pero el vuelo lo sacaron 20 minutos antes de que despegara y no había más asientos en esa categoría. Daisy decía que prefería la clase turista ya que había gente más interesante, mientras que sus hermanas decían que en 1° clase se comía mejor.

Era de noche y Daisy se encontraba durmiendo sobre mi regazo mientras yo le acariciaba el pelo. Yo no solía dormir en los aviones así que no tenia problema. Estuve un buen rato hablando con Felicitie sobre cosas triviales. Me contó que tenia otro hermano y era músico, que el hombre que viajaba con ellas en realidad era su padrastro y que vivían en Doncaster.

Llegamos a Inglaterra y me despedí de esa familia tan maja. Daisy se me acercó corriendo.
-Aún no me has dicho a que has venido a Reino Unido-me dijo mientras me abrazaba muy fuerte. Note que me dijo eso porque no quería que me fuera.
-Tengo un piso aquí, además vengo a recuperar una amistad.

Su Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora