Familia [Hannigram]

XI

Hay un patrón, se da cuenta Harry.

Harry no puede lastimar a los animales. Ni siquiera puede matar conscientemente a una hormiga sin sentirse mal por eso.

Sin embargo, Will pesca, Abigail caza, Hannibal hace las dos cosas, repartiendo su tiempo entre ellos dos.

Come carne, sí, pero no es lo mismo comer que asesinar a un animal. Harry, si tendría que él matar a un cerdo, una vaca o un pez, no volvería a comer carne en su vida.

—Un poco idiota eres— le dice Abigail una vez. No está siendo cruel, sin embargo: habla de la misma manera en la que diría que el césped es verde—. Si no puedes matar a un animal, no mereces comer su carne.

—Abigail— reprende Hannibal suavemente, y ahí había terminado el tema.

Solo que... Abigail tenía razón.

Tal vez debería comenzar con algo. Él era el único que se quedaba sentado cuando iban de pesca, y Will y Hannibal cazaban juntos, según habían dicho. Abigail aún no se unió a las cazas con los dos, pero Harry cree que no tardará en que eso suceda: había comenzado a insistir en ir con ellos, diciendo que quería tener ese recuerdo bueno de su padre.

Harry no entiende cómo puede seguir queriendo al hombre que trató de matarla, o querer seguir teniendo algo que le recuerde a él, pero supone que el hombre fue un buen padre. Harry, en su caso, no quiere recordar nada de su anterior casa o del orfanato.

(Recuerda demasiado.)

Harry no puede matar un solo insecto, pero tampoco quiere ser dejado atrás. Sabe, obviamente, que Abigail es más apta para llevarse bien con Will y Hannibal, no solo por su capacidad de mantener una conversación decente sin cansarse a la mitad, sino porque tiene cosas en común con los dos hombres, cosa que Harry no.

Harry tiene cosas que le gustan y muy pocas que no, pero por el resto, solo hace lo que quieren que haga o se deja llevar. La única cosa que decidió desde que lo acogieron es el nombre de un oso de peluche que le dieron, y no veía nada de malo en eso, pero entonces, Abigail apareció.

Ella es mayor, mucho mayor que Harry, y es normal que sea más capaz y más inteligente, pero Harry es una obvia carga a su lado. No quiere serlo. Él está acostumbrado a ser una carga, pero está tratando de mejorar, de verdad. Solo que no sabe qué más puede hacer.

No es una competencia, a veces, vergonzosamente, tiene que recordarse: Abigail no está ahí para mostrarle a Harry cómo debería ser. Will y Hannibal no cambiaron la forma en la que actuaban con él cuando Abigail apareció, pero había algo que le decía que, tal vez, era él quien debería cambiar.

Entonces...

—¿Quieres pescar?— le pregunta Will, sorprendido. Harry asiente levemente, sus manos retorciéndose detrás de su espalda. Will mira a Hannibal, que está sentado delante de él en la mesa, antes de volver a Harry y sonreírle—. Si es lo que quieres, estoy feliz de enseñarte, por supuesto.

Harry no recuerda haber visto tan feliz a Will antes. Deja que lo abrace y, mientras entierra su rostro en el cuello del otro, desea no decepcionarlo.

Dos días después, cuando el sol está saliendo y el viento frío trata de traspasar los abrigos de todos, Will, Abigail y él están en el agua fría hasta las rodillas, pero Abigail estaba mucho más adelante que Will y Harry, sonriendo levemente y mirando a Harry de reojo mientras Will lo ayuda a sostener bien la caña y colocar bien los dedos para evitar lastimarse. Las botas de agua no son tan útiles como parecen ser mientras siente sus calcetines mojados, pero como ni Will ni Abigail se quejan, se traga su disgusto. Hannibal tenía trabajo, pero dijo que los pasaría a buscar cuando terminara.