Todos tenemos derecho de empezar de nuevo en nuestras vidas. Ya sea por cuestiones del destino o por errores de nuestro pasado.
Debido a mi pequeño error, tuve que empezar de nuevo. Nueva escuela, nuevos amigos, nuevo equipo, nueva personalidad, nue...
Escuchar las sirenas de las ambulancias sonar con desesperación, mientras uno de los paramedicos intenta retener el sangrado de las muñecas y tratan de darte el mayor oxígeno posible.
Escuchas los gritos desesperantes de una madre sin consuelo exigiendo ayuda de que salven la vida de su hija.
Mientras ella poco a poco va perdiendo el aliento de vida...
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—Cariño ¿Segura que estas bien? —pregunta mi madre preocupada sin apartar la vista del camino.
—Mamá, por quinta vez, tranquila. Estaré bien en la escuela —respondí algo cansada.
—Sabes muy bien que si te quieres salir porque no te sientes bien, puedes decirme. Tienes todo el tiempo del mundo para reponer tus estudios.
—Mamá —tome su hombro —estaré bien —dije a ella con una sonrisa y di un beso en su mejilla.
Soy Hana Park, tengo 18 años y estoy en el último año de preparatoria.
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Ella suspiró y me miró con una leve sonrisa.
—Esta bien, confío en ti —dijo para después dar un beso en mi frente.
Claro que mamá está preocupada. Pues era mi primer día de escuela en una nueva ciudad y un nuevo hogar. No sabe cómo me irá y cómo me sentiré.
Claro, yo tampoco, pero eso no significa que deba de echarme para atrás.
Finalmente llegamos a la entrada de lo que parecía ser "La preparatoria K. U", una de las mejores del país según mi madre y mi padre. Muchos estudiantes entraban y salían de la institución, pero me llamó la atención un grupo de chicos que se encontraban en la entrada.
Suponía que debían de ser el clásico grupo "rebelde" de la escuela de cada película adolescente. Así que no me llamaba mucho la atención.
Tome mis cosas, me despedí de mi madre y salí del auto. Sentí sus miradas posadas en mí, una esperada vibra de curiosidad, crítica y juicio. Nada fuera de lo común.
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