🌘
"-¿Cuánto tiempo más crees que necesitas estar en tu cama?" preguntó Alexis.
"Yo ayer me mudé a mi antigua casa, después de pasar un mes en el living de mi papá durmiendo en el piso. La pensión donde vivía con mi hermana cerró debido a un crimen. No podíamos permitirnos un departamento más grande, así que ahora vivimos en la opción más incómoda para ambos", respondí, con la cabeza en la almohada y varias mantas sobre mí.
"No me parece incómodo..."
"Hablaba de que es incómoda para papá y para mí, nos queda muy lejos", añadí. Después de mis palabras, hubo un placentero silencio que interrumpí poniendo música de Radiohead en el estéreo.
"Cuando te sientas de un mejor humor...", comenzó Alexis, tratando de tomarme de las manos con su mirada dulce. Pero en ese momento, quería estar sola. Intenté golpearlo con la almohada, pero cada golpe pasaba a través de él. Finalmente, me cansé y comencé a llorar más fuerte.
"Está bien... Llora todo lo que necesites, estoy aquí", dijo él.
"No quiero que estés aquí", respondí entre sollozos.
"Nubia, me iré, pero no pienses en mí, porque estaré obligado a acompañarte".
"En eso no estoy pensando", dije mientras él desaparecía.
Continué llorando en mi cama, preocupando a mi papá. Él tocó la puerta y entró.
"Hola hijita", dijo desde el marco de la puerta.
"Hola", respondí, limpiándome la nariz y adoptando una postura más cómoda para hablar.
"¿Necesitas hablar?", preguntó, sentándose en la silla del escritorio.
"Bueno...", continué llorando, pero intentando que se me entendiera al hablar.
"¿Qué fue lo que más te afectó?", preguntó con preocupación.
"Álida... Realmente todo es horrible ahora, pero con ella todo sería mejor".
"Lo sé", respondió con tristeza. Miró hacia arriba, mostrando que no le gustaba hablar de temas tristes.
"Quiero tomarme un cuatrimestre...", dije, esperando que lo comprendiera.
"Está perfecto, el tiempo que necesites", respondió, sin sorpresa.
"Gracias. ¿Y tú cómo estás afrontando esto?", pregunté, viéndolo más enojado que triste.
"Es muy difícil. Estoy luchando para que le den la pena de muerte a su asesino".
"Está bien... No quiero hablar de esto. ¿Podemos hablarlo en la cena mejor?", sugerí.
"Sí, por supuesto", respondió, y nos abrazamos durante tres minutos. Lloré con fuerza hasta que dejé de llorar.
Continué en la cama unos minutos más, mirando fijamente el techo, desconectada por un tiempo. Después de una hora, me levanté para continuar ordenando mi habitación. Había cosas de la mudanza que aún no había instalado. Abrí una de las cajas que contenía libros de astronomía, matemáticas y física. Quería colocarlos en el estante superior. Mi problema no era el peso de estos libros, sino la altura del estante. Decidí poner los libros de primero bien arriba, ya que no los usaría en mucho tiempo. Al intentar colocar el primer libro, sentí que pasaba del esfuerzo de mis piernas a la ligereza, como si estuviera volando.
"No te llamé", dije mirando al techo con los brazos cruzados.
"Pero necesitabas ayuda... Además, te ves tranquila de nuevo", respondió Alexis.
"No estoy tranquila ahora que sé que nunca te fuiste..."
"Por favor, no te enojes... Te ordenaré las cosas de la mudanza".
"Bueno, total te tomará tiempo...", dije, mientras una espesa niebla y un pequeño temblor invadían mi habitación. En un minuto, el temblor cesó y todas las cosas estaban en su lugar. Miré sorprendida.
"¿Qué pasó?", pregunté en un susurro, recordando que papá estaba cerca.
"Si te digo que no estamos solos... ¿Te enojarías?"
"Me preocuparía un poco. ¿A qué te refieres?"
"Por favor, no te asustes...", dijo, y unos segundos después, veinte espíritus se mostraron. Desde la oscuridad hasta formar cuerpos con la niebla lo suficientemente densa como para distinguir rostros.
"Está bien... ¿Que es lo que me querías mostrar?" Me dirigí a Alexis.
"El tren de fantasmas." Me respondió intentando tomarme de las manos.
"¿A dónde nos lleva?" Pregunté.
"A dónde vos quieras... ¿Querés ver a Álida?"
"Si" Dije incrédula.
"Entonces vamos!" Dijeron al unísono los fantasmas. Entraron a mi cuerpo por los pliegues de los dedos de mis manos y de mis pies. Toda su energía hacia que me volviera un ser volátil y con poca materia. Podía elevarme, cómo si fuera menos densa que el aire. Atravesé el techo, los árboles del bosque. Hasta que llegamos al cielo Sobre todas las nubes que podemos ver en el día y en la noche, había un tren. También una estación de trenes, casas y todo para formar una ciudad. Eran personas, que vivían en sus casas. Sus hogares del cielo. Cuando llegamos a esta ciudad de vapor, Ellos quieren salir de mi cuerpo pero cuando lo hacen, empiezo a caer. Alexis me detiene, sosteniendo mi cabeza con sus manos. Mis ojos están clavados en los suyos, cómo si mi vida dependiera de eso. Mi respiración está acelerandose, y mi corazón late cada vez más fuerte. El acerca mi cara a la suya, mi cuello es fuerte, así que no sufro por el hecho de que me ahorque. El me besa, muy prolongadamente. Puedo sentir que mis pies están en el cielo por su propia cuenta. Que mis manos pueden tocar su pelo. Que nuestras respiraciones se conectan. Después de este momento, y alejarme de su cara con una sonrisa correspondida, me doy cuenta...Al llegar a la estación del tren de fantasmas, nos encontramos con un guardia que nos dio la bienvenida con una sonrisa amable.
"¡Rápido! Se nos va el tren", dice tomando de mi cintura y luego de mi mano.
"Buen día, ¿a dónde quieren ir?", preguntó el guardia.
"Buen día. Nos gustaría ir a la Universidad de Oxford", respondió Alexis, sosteniendo mi mano con firmeza.
"Fue un placer. Por favor, dejen sus objetos de seres vivos en la caja", indicó el guardia.
Alexis dejó un billete de cinco pesos y yo hice lo mismo. Luego, nos dirigimos hacia los asientos designados en el tren.
"Vi a Alida en mi universidad el otro día, vamos a ir a verla como quisiste, espero que eso consiga hacer ver tu hermosa sonrisa y humor florecer como antes", dijo Alexis y luego besó mi mano.
ESTÁS LEYENDO
Ciclo de la luna.
FantasyUna joven espera curar su enfermedad en una época que resultaría imposible. Un hechizo cumple su deseo, le da fuerza y poder. Pero este la corrompe, volviendola la victimaria. Dentro de quinientos años alguien más tendrá que pasar por lo mismo qu...