Dos pájaros de un tiro [Shadowpeach]

Capítulo 4: La decisión.

El dilema no era difícil, simplemente Monkey King no se había tomado el tiempo de pensar al respecto, simplemente debía de elegir entre aquellas dos cosas, ¿Qué tenía más valor? ¿Qué le brindaría más beneficios?

Porque claro, Sun Wukong era arrogante, siempre buscando los beneficios que le traería, divirtiéndose molestando a otros, en especial si esos otros eran dioses, era precisamente burlarse de todos ellos lo que más entretenía al mono de piedra, la piedra en los zapatos del emperador de jade.

Pensar en una decisión no fue tan complicado, o al menos así fue como había pensado Wukong cuando hizo todo.

...

Su camino al palacio de jade fue silencioso, como si aun estuviese arrepintiéndose, como si ni siquiera estuviese seguro de lo que hizo o lo que iba a hacer.

¿Había pensado realmente bien las cosas?

...

El emperador de jade se sorprendió al escuchar las puertas de su palacio ser violentamente abiertas, dejando pasar a un irritado Monkey King, quien lanzó una gran bolsa al suelo, el olor que salía de ello era realmente horrible. El emperador simplemente frunció el ceño ante el disgusto.

—¿Qué es eso? —

—Dijiste que querías al demonio completo. —Respondió Wukong.

—¿Y se supone que ese es el demonio?... —

—No. —Respondió el mono de piedra. —Es algo mucho mejor que eso... Es un niño. —

—¿Y yo para qué quiero un niño? No es lo que te pedí. —

—Estaba pensando en tu petición... Entonces, pensé en algo mucho mejor de lo que pediste. —

—Explícate. —

—Ese niño es el preciado tesoro de la bestia. El mismo demonio que tanto quieres muerto, prefiero invitarlo a venir hasta aquí para que lo tengas en una sola pieza. —

El rostro del emperador se llenó de pánico.

—No debes estar hablando enserio...—Respondió el emperador, debía ser una maldita broma del mono dorado.

—¡Lo estoy! Viene de camino, estaba muy molesto cuando vio lo que le hice al niño... Viene de camino a destruir todo tu bendito reino celestial. Espero te guste el regalo, Emperador de jade. —

—¿POR QUÉ HICISTE ESO? —Cuestionó con rabia el emperador mientras se ponía de pie.

—Porque seguramente disfrutarías matarlo tú, ¿No? —

—¡Sabía que nunca debí confiar en tus actos, maldito mono! —

—Si yo fuese tú, no me preocuparía por mi... Tendrás una visita pronto. —

—¡Guardias! ¡Guardias! —Llamó con pánico el emperador, todos comenzaron a acudir al llamado.

Y mientras todo aquel movimiento y ordenes eran dadas y sucedían con el emperador de jade, Wukong simplemente pasó de largo, yéndose de allí, ya había hecho su tan deseado desastre.

...

Llegar hasta el templo de tesoros del emperador no fue difícil, no cuando todos se había ido a prepararse para la llegada del demonio que tanto habían estado evitando.

Había millones de tesoros, el emperador de jade no había mentido, tenía varios, y parecía que todos eran muy valiosos. Pero, aunque Wukong podía tenerlos todos, simplemente pasó de largo por todos ellos, porque el rey mono no estaba por los cofres de oro ni nada parecido. No fue difícil encontrar en un pilar de mármol la lampara de sombras.