Obedece

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Una pesadilla, tenía que serlo, aún abrazado por la oscuridad quería que lo fuera, pero al abrir los ojos enfrentó su cruel realidad

Mitsuya no supo en qué momento se había desmayado, su cabeza daba vueltas y sentía que estaba a punto de vomitar.

Sus ojos intentaban adaptarse a la luz de la noche y pudo darse cuenta que se encontraba en una gran habitación, no podía describir como era, porque todo estaba oscuro, lo cual era más aterrador a su vista.

Quería levantarse pero su cuerpo no le obedecía, era como si estuviera paralizado, no sabía si había sido drogado o puede que sea por el miedo, pero por más que lo intentaba y gritaba, sus piernas estaban inmoviles.

Poco a poco el pánico volvía a su cuerpo, y sus lágrimas humedecian su rostro herido.

No entendía porque aún estaba vivo, y porque despertó en su casa en vez de una cárcel pero algo era seguro, ese hombre no lo dejaría ir, lo iba a torturar como lo hizo con sus amigos, Kazutora y Draken.

Todo esto estaba perdido, y él sólo quería que acabara este infierno.

El sonido de la puerta abriéndose lo alarmó, fijándo su mirada a la persona que ahora estaba adentro, sólo podía escuchar sus pasos dirigidos hacía algún lugar de la habitación, hasta que la fuerte luz invadió su vista, dejando ver a aquel hombre que lo miraba sin una pizca de emoción alguna.

No quería verle a la cara, no podía.

—Me preguntaba cuando ibas a despertar.—su voz era calmada.

Mitsuya se mostró confundido por lo que dijo, y el mayor lo notó sonriéndole.

—Estuviste dos días, durmiendo cómo un príncipe.— dijo en un tono burlón.

El peligris no lo podía creer, ¿había pasado dos malditos días desde aquel suceso?, ¿este hombre lo había drogado?.

Taiju se acerca a la cama sentándose en esta, a lo que el menor no puede evitar querer alejarse pero no podía.

—¿Te has dado cuenta que no puedes mover tus piernas?, no te preocupes, el efecto pasará, es sólo un paralizante que te inyecté.— contestó sin importancia.

Mitsuya sólo pudo mirarlo horrorizado, ¿un maldito paralizante?, este psicópata no conocía los límites, ni siquiera muestra ningún sentimiento a lo que hace.

Tenía que escapar de él antes de que fuera el próximo bajo tierra.

—¿por... por qué me tienes aquí?— preguntó sólo esperando por lo peor.

El mayor sólo río, como si hubiera sido gracioso.

—Es una buena pregunta, a la que sólo puedo responder con un: "porque así lo quiero".—

Este hombre quería volverlo loco, ¿que se supone que quiere de él?, mató a sus amigos, y lo golpeó hasta la inconsciencia, después despierta en su habitación, ¿porque así lo quiere?, era un completo enfermo.

—Por favor... sólo déjame ir, ¿en qué te beneficia tener a un don nadie cómo yo?, no le contaré nada a la policía.— suplicó.

La expresión del contrario cambió a una mirada molesta.

—¿Siempre eres así de insoportable?, de qué te sirve suplicar tanto.—

Taiju se acerca lentamente hacía él, llevando sus grandes manos a su cuello, el cuál comenzó apretar.

Mitsuya intentaba quitar sus manos pero era imposible, su fuerza no era nada comparada con la del mayor, sus pulmones clamaban por aire, y sus lágrimas caían otra vez en su rostro.

—Deja de suplicar... maldito imbécil, ¿crees que me importa lo que seas?, ¿qué no llamarás a la policía?, quién mierda te crees que soy.—

Su fuerza incrementaba y Mitsuya estaba a punto de desmayarse de nuevo, pero derrepente aflojó su agarre, y el peligris sintió el alivió de volver a respirar, tocando su marcada y roja garganta.

—La próxima vez que digas algo como eso, no duraré en cortarte la lengua, ¿me has entendido?.— dijo fríamente.

Mitsuya sólo pudo obedecer a sus palabras a lo que respiraba agitadamente, asintiendo.

El mayor se levanta, sin importarle lo que había hecho.

—Vivirás conmigo ahora, no tendrás que preocuparte por nada, ni por los cadáveres de tus amigos, de eso me encargaré pronto.—

Mitsuya quería gritarle, quería golpearlo pero el miedo era más grande que su valentía.

—No intentarás escapar, no vas a querer que vaya más lejos, no quiero lastimarte pero lo haré si no obedeces.— lo miró esperando una respuesta.

El menor con todo la impotencia, sólo pudo asentir.

—Por cierto, me puedes decir Taiju.—
Dijo a lo que se fue sin mirar atrás, cerrando la puerta y dejandolo en la fría oscuridad, otra vez...

Takashi sólo podía llorar de la rabia que sentía consigo mismo, y del odio que crecía hacía ese hombre llamado Taiju.

Tenía que encontrar una sálida, iba a ganarle al temor y salir de aquí de alguna manera, tenía que escapar de las manos de ese loco antes de que sea demasiado tarde...

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2022 ⏰

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