0. Prólogo

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13.24 Estación Bécherel

Jueves 28/12/2000

El ambiente frío de invierno francés acechaba el lugar; el viento del tren al pasar me hizo estremecer y la antigua y delgada chaqueta que llevaba puesta no era de ayuda.

El suelo resbalaba a causa de la escarcha, casi se podía patinar sobre este. Resbalé al pisar un pequeño objeto, el cual me hizo deslizar de cara al suelo y, de no ser por aquel chico con ropa oscura, ojos verdosos y un cigarro a medio acabar, hubiese tenido que acudir con urgencia al dentista, y no estaba para esos gastos.

Al voltear la vista para observar con más detención su rostro, vi que estaba sosteniendo el libro que yo resguardaba entre mis brazos.

—Así que Agatha Christie. Tienes muy buen gusto literario —dijo con una sutil sonrisa. Me impactaron los bonitos labios gruesos que tenía y las preciosas arrugas que se le formaban en las comisuras de estos.

Sin saber que decir, sonreí sonrojada por la situación. Lamentablemente no me dio tiempo a agradecer su acto de bondad, ya que se esfumó al instante de devolvérmelo.

Solté un pesado suspiro, no entendía muy bien que acababa de suceder. Miré el suelo con frustración, avergonzada. ¿Cómo podía tener tanta mala suerte? ¿No era suficiente con todo lo que tenía encima, que seguían pasando desgracias de manera continuada?

Di un paso hacia delante, y no demoré en darme cuenta de la tarjeta que había tirada bajo mis pies. La cogí y, en ese mismo instante, fue cuando empezó la historia que mi corazón decidió escribir, pero que, por desgracia, nunca pudo ser redactada.

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